En la noche del miércoles 14 de abril, cuarto día del Septenario en honor de Nuestra Señora del Valle, le rindieron homenaje el ámbito de la Educación estatal y privado, la Universidad Nacional de Catamarca, Universidad Siglo XXI, Institutos Superiores, Centro Educativo y Cultural Diocesano Virgen del Valle; docentes en actividad y jubilados; gremios docentes; Vicaria Diocesana de Educación, Pastoral de la Educación y Pastoral Universitaria.
La Santa Misa fue presidida
por el Pbro. Julio Quiroga del Pino, Capellán de la Universidad Nacional de
Catamarca, y concelebrada por el Pbro. Oscar Tapia, Vicario de Educación; el
Pbro. Gustavo Flores, Rector del Santuario y Catedral Basílica; y el Pbro.
Lucas Salcedo, Misionero de la Misericordia de San Nicolás. sin la presencia de
fieles y con transmisión radial y de las redes sociales, debido a las medidas
sanitarias por Covid-19.
En su homilía, luego de mencionar a los alumbrantes, incluyendo a las autoridades nacionales y provinciales de Educación, el Padre Tapia expresó: “En esta situación especial y aquí, con Nuestra Madre, rezando por todos, desearía recordar una frase crucial del padre Esquiú sobre el valor de la educación. Él decía que ‘la educación es la primera y esencialísima base en que debe descansar el edificio social’, y que nosotros ‘debemos empeñar todos los esfuerzos a fin de cimentarla en nuestras poblaciones’. En estas circunstancias difíciles podríamos preguntarnos si es una cuestión esencial de nuestro edificio social nacional y provincial, y si realmente estamos empeñados en fomentarla, sostenerla y acompañarla”.
Luego planteó que “la educación -todos sabemos- está en crisis, no ahora con la pandemia, que sólo la ha puesto en evidencia, y que nos plantea profundos cuestionamientos sobre todo por el nacimiento de una nueva modalidad” con la virtualidad, “que nos cuesta muchísimo porque venimos de un sistema presencial y de una enseñanza tradicional, y pasar a otro tipo de enseñanza no es sólo un cambio de metodología o de incorporar nuevas estrategias y herramientas pedagógicas, sino que va cambiando, y vamos caminando hacia una nueva normalidad, y quizás todavía no tenemos el sustento teórico para este nuevo sistema”.
En este marco consideró que “es
importante que no descuidemos la educación de un modo integral”, apuntando que “la
educación es una cuestión vital”, “porque humaniza, y al humanizar nos da el
sentido de la vida, y esa es la pregunta profunda: si nuestra sociedad
argentina y catamarqueña está dando razón para vivir a los adolescentes, a los
niños, a los jóvenes y también a los adultos; si la educación permite soñar,
proyectar la vida. Esa es la razón última, porque no es solamente una
transmisión de conocimientos, que es muy propio de la educación moderna,
planteada como una máquina para producir gente que se incorpore al trabajo. La
educación es mucho más, y por eso está implicada la familia, en primer lugar, la
escuela y la sociedad. En este trípode estamos en crisis en los tres lugares,
porque quizás no estamos dando respuesta al joven, al adolescente, al niño”.
Al reflexionar sobre la
Palabra de Dios escuchada, tomando el Evangelio que se refiere a la escena de
Jesús con Nicodemo, explicó que se da un “interesante diálogo entre dos
maestros”. Más adelante señaló que el evangelista “Juan va mostrando que
Nicodemo, este maestro de Israel, es un prototipo del creyente, porque el
creyente tenía que amar a Dios con el corazón, con el alma y con la fuerza”.
“Nicodemo hace este proceso y en este encuentro con el maestro Jesús encuentra la verdad y la vida. Nicodemo es considerado santo, nuestra Iglesia lo celebra en agosto, y muchos han escrito sobre él”, contó, agregando que “este personaje nos enseña muchísimo, nos enseña este camino de la verdad, del bien, esta búsqueda sincera de Dios y esta prioridad de la vida espiritual”.
En este sentido, afirmó que “quizás
nuestra escuela, nuestra educación, nuestra sociedad se ha ido vaciando de
estos valores espirituales; hablamos de una auténtica espiritualidad que se
traduce en una ética de obras buenas, si no es un espiritualismo”.
“Dios quiera que miremos la
profundidad del problema y podamos afrontarlo, y que aquellos que somos creyentes
podamos unirnos a aquellos que son como Nicodemo, que están en la búsqueda y
que son sensatos y de buena voluntad, y emprendamos esta búsqueda profunda del
Señor que viene a salvar y no a condenar la sociedad compleja, este mundo
difícil”, aseveró.
Finalmente, pidió “por intercesión del padre Esquiú, de San José y de Nuestra Madre Santísima, a quien venimos a implorar que nos cuide del mal de la pandemia, pero sobre todo que nos cuide de todo lo que es inhumano. Y con nuestra humanidad profunda, aunque tengamos que estar en nuestras casas por prudencia para evitar la circulación del virus, hagamos de nuestro hogar un santuario, un lugar donde se pueda estar, donde los chicos puedan estudiar, donde los padres los puedan acompañar; de nuestras escuelas también un lugar seguro; de todos aquellos que nos dedicamos, que trabajemos sobre una espiritualidad profunda, en el credo que tengamos, para descubrir que éste es el camino para volver a Dios y de reestructurar nuestra sociedad mediante una educación sólida e integral”.