Catamarca comenzó a vivir con júbilo las fiestas en honor de la Virgen del Valle
“Que San José y María
Santísima, nos ayuden a impetrar del Buen Dios la gracia de la superación de la
pandemia”, expresó el Obispo en su mensaje leído por el Rector del Santuario y
Catedral.
En la lluviosa tarde del sábado 10 de abril, se llevó a cabo la Solemne Bajada de la Virgen del Valle, que por razones sanitarias se desarrolló sin la presencia de fieles, dando inicio a las festividades en las que conmemoramos el 130° aniversario de la Coronación Pontificia de la Sagrada Imagen.
La tradicional ceremonia fue presidida por el Rector del Santuario del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora del Valle – Catedral Basílica, Pbro. Gustavo Flores, debido a que el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, se encuentra aislado
preventivamente por caso de Covid-19 en la sede episcopal.
A las 18.00, el Rector del
Santuario y Catedral Basílica tomó en sus brazos a la Imagen cuatro veces
centenaria para trasladarla desde el Camarín hasta el Presbiterio, acompañado
por un puñado de sacerdotes del clero local y los diáconos recientemente
ordenados.
Un emotivo momento se vivió cuando
el sacerdote entregó la Venerada Imagen a la médica Johana Carrizo (Hospital Monovalente Carlos G. Malbrán) y la enfermera Erica Silva (Hospital San Juan Bautista), representantes
del sector de la Salud, quienes tuvieron el privilegio de llevarla alrededor
del Altar Mayor, en un gesto de gratitud y homenaje a todos los médicos,
enfermeros y asistentes que nos cuidan en este tiempo marcado por la pandemia,
mientras se imploraba su amorosa protección de Madre.
Luego fue colocada por el
Rector en el Trono festivo, adornado con flores blancas y amarillas, desde
donde presidirá las celebraciones litúrgicas durante el Septenario en su honor.
Año
de San José y de Fray Mamerto Esquiú
Estas fiestas marianas se
enmarcan en el Año a San José y a Fray Mamerto Esquiú, bajo el lema “Con María
y Fray Mamerto, construyamos una Patria más justa”.
Respetando el protocolo
sanitario y de seguridad, participó de la ceremonia un número reducido de
autoridades, encabezadas por el Gobernador, Lic. Raúl Jalil, y el Intendente de
la Capital, Dr. Gustavo Saadi; legislativas y de las Fuerzas de Seguridad.
Miles de devotos hijos de
María pudieron vivir estos momentos, con mucha emoción, desde sus hogares a
través de las redes sociales oficiales del Santuario y Catedral Basílica y del
Obispado de Catamarca, y de los medios de comunicación social locales, que se
sumaron a la transmisión generada desde el Santuario y Catedral Basílica.
“Seamos
responsables y solidarios para
controlar
los efectos de la virulencia del virus”
Luego del rezo del Santo Rosario y de la proclamación de la Palabra de Dios, se escuchó el mensaje de Mons. Urbanc, que fue leído por el Padre Gustavo Flores. En el inicio del mismo hizo mención al contexto de pandemia en que se realizan las fiestas marianas, expresando que “por segundo año consecutivo, Dios permite que nuestro septenario lo comencemos de manera virtual, lo cual a no pocos les resulta cada vez más extraño y, en cierta manera, molesto. No obstante, demos gracias a Dios que al menos así lo podemos hacer y le brindemos nuestro homenaje a la Virgen del Valle haciendo un esfuerzo mayor por cuidarnos y respetar las normas de convivencia en medio de la pandemia”.
En este sentido, pidió “a la Morenita que nos armemos de paciencia y prudencia a la hora de interactuar, de concurrir a nuestros trabajos, de celebrar acontecimientos familiares, de ir a hacer diligencias, de participar de celebraciones cultuales, de asistir a lugares cerrados, de cuidar a enfermos, etc.”, remarcando que “tenemos necesidad de ser muy responsables y solidarios a fin de poder controlar los efectos de la virulencia del virus”.
Y rogó que “San José y su
casta esposa, María Santísima, nos ayuden y acompañen a lo largo de estos días
a impetrar del Buen Dios la gracia de la superación de la pandemia, a ser
mejores hijos de Dios y a ser verdaderos hermanos los unos de los otros,
construyendo una cultura en base a los valores del Evangelio, de modo que en
todos los hogares catamarqueños reconozcamos y proclamemos a Cristo Resucitado,
vivo y operante en la vida de cada bautizado y en la sociedad toda”.
Luego se refirió al texto
del libro de los Hechos de los Apóstoles “que nos iluminará a lo largo de todo
el tiempo pascual”, explicando que “el acontecimiento que da pie a todos los
relatos de este libro de la Biblia es la Resurrección de Jesucristo, el Hijo de
Dios Padre, hecho hombre, quien entregó su vida en la Cruz para nuestra
salvación”.
“Este anuncio, que en los
escritos neotestamentarios se repite muchas veces con diversas palabras, es lo
que llamamos ‘kerigma’, puesto que es el núcleo central de la fe cristiana y lo
que cada bautizado debe creer y anunciar a los demás. De esto es eminentísima
guardiana nuestra querida Madre del Valle. Es Ella, la que desde esta sencilla
imagen nos lo recuerda, y anima a que ordenemos nuestras vidas según las
enseñanzas y ejemplos de Jesús, su bendito Hijo y nuestro hermano mayor”,
señaló.
“Que
tengamos la constancia en medio de las
adversidades
como la tuvo fray Mamerto Esquiú”
En el tramo final de su
reflexión expresó: “Querida Madre del Valle, a ti recurrimos los desterrados
hijos de Eva, a ti suspiramos en este valle de lágrimas. Socórrenos, Madre
Bendita, en estas horas amargas y oscuras de nuestras vidas. Que podamos creer
como Tú en las Palabras y Promesas de Jesús, esperando proactivamente los
cielos nuevos y la tierra nueva. Que tengamos la constancia en medio de las
adversidades como la tuvo fray Mamerto Esquiú, tu eximio hijo del siglo XIX”.
“Ponemos en tu Corazón Inmaculado, como en el de tu casto esposo San José, todas nuestras preocupaciones, miedos, angustias, deseos, necesidades y clamores, para que los presenten ante su Divino Hijo, Jesús, de manera que podamos renovar nuestras vidas con la Gracia de Dios Padre, bajo la guía y asistencia del Espíritu Santo”, finalizó.
Seguidamente se realizó la
Adoración Eucarística y la bendición con el Santísimo Sacramento.
Como cierre, la Madre
Santísima recibió el saludo con el Regina Coeli y los vivas salidos del corazón.
Los actos litúrgicos
continuarán a las 20.00, con la Misa de homenaje de los medios de comunicación,
con presencia de fieles.
TEXTO
COMPLETO DEL MENSAJE
Queridos hermanos:
Por
segundo año consecutivo, Dios permite que nuestro septenario lo comencemos de
manera virtual, lo cual a no pocos les resulta cada vez más extraño y, en
cierta manera, molesto. No obstante, demos gracias a Dios que al menos así lo
podemos hacer y le brindemos nuestro homenaje a la Virgen del Valle haciendo un
esfuerzo mayor por cuidarnos y respetar las normas de convivencia en medio de
la pandemia. Le pidamos a la Morenita que nos armemos de paciencia y prudencia
a la hora de interactuar, de concurrir a nuestros trabajos, de celebrar
acontecimientos familiares, de ir a hacer diligencias, de participar de
celebraciones cultuales, de asistir a lugares cerrados, de cuidar a enfermos,
etc. Tenemos necesidad de ser muy responsables y solidarios a fin de poder
controlar los efectos de la virulencia del virus. San José y su casta esposa,
María Santísima, nos ayuden y acompañen a lo largo de estos días a impetrar del
Buen Dios la gracia de la superación de la pandemia, a ser mejores hijos de
Dios y a ser verdaderos hermanos los unos de los otros, construyendo una
cultura en base a los valores del Evangelio, de modo que en todos los hogares
catamarqueños reconozcamos y proclamemos a Cristo Resucitado, vivo y operante
en la vida de cada bautizado y en la sociedad toda.
Hemos
escuchado un hermoso texto del libro de los Hechos de los Apóstoles que nos
iluminará a lo largo de todo el tiempo pascual.
El
acontecimiento que da pie a todos los relatos de este libro de la Biblia es la
Resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios Padre, hecho hombre, quien entregó
su vida en la Cruz para nuestra salvación.
Es
por ello que el apóstol Pedro, como primer vicario de Cristo en la tierra y,
por ende, Cabeza visible de la comunión de todos los bautizados en la única
Iglesia de Jesucristo, habla con plena libertad y claridad delante del pueblo
judío, diciéndoles: “que el patriarca David murió y fue sepultado, y su tumba
se conserva entre nosotros hasta el día de hoy… pero que previó y anunció la
resurrección del Mesías, ya que un descendiente suyo se sentaría en su trono y
que no conocería la corrupción del sepulcro… En efecto, a este Jesús, Dios lo
resucitó, y todos nosotros somos testigos. Y recibió del Padre el Espíritu
Santo prometido, y lo ha comunicado como ustedes ven y oyen” (cf. Hch 29-33).
Este
anuncio, que en los escritos neotestamentarios se repite muchas veces con
diversas palabras, es lo que llamamos ‘kerigma’, puesto que es el núcleo
central de la fe cristiana y lo que cada bautizado debe creer y anunciar a los
demás. De esto es eminentísima guardiana nuestra querida Madre del Valle. Es
Ella, la que desde esta sencilla imagen nos lo recuerda, y anima a que
ordenemos nuestras vidas según las enseñanzas y ejemplos de Jesús, su bendito
Hijo y nuestro hermano mayor.
De
allí que san Pedro exhorte con vehemencia que “todo el pueblo de Israel debe
reconocer que a ese Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y
Mesías” (Hch 2,36). Ahora nosotros somos el nuevo pueblo de Dios que escucha
esta exhortación… ¿Nos conmueven estas palabras y la Pasión, la Muerte y la
Resurrección de Jesús? ¿Estamos dispuestos a preguntarnos qué debemos hacer y a
obrar en consecuencia?
Sí,
hermanos, no hay otro camino que el de la Conversión para ser coherentes con la
gracia recibida en el bautismo; así se nos perdonarán los pecados y recibiremos
la necesaria e imprescindible asistencia del Espíritu Santo para poder ser
salvos y que otros se pongan a salvo (cf. Hch 2,37-38).
Querida
Madre del Valle, a ti recurrimos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos
en este valle de lágrimas. Socórrenos, Madre Bendita, en estas horas amargas y
oscuras de nuestras vidas. Que podamos creer como Tú en las Palabras y Promesas
de Jesús, esperando proactivamente los cielos nuevos y la tierra nueva. Que
tengamos la constancia en medio de las adversidades como la tuvo fray Mamerto
Esquiú, tu eximio hijo del s. XIX.
Ponemos
en tu Corazón Inmaculado, como en el de tu casto esposo San José, todas
nuestras preocupaciones, miedos, angustias, deseos, necesidades y clamores,
para que los presenten ante su Divino Hijo, Jesús, de manera que podamos
renovar nuestras vidas con la Gracia de Dios Padre, bajo la guía y asistencia
del Espíritu Santo. Amén.