Autoridades civiles rindieron su homenaje a la Virgen
Durante la última celebración eucarística del martes 13 de abril, en el tercer día del Septenario, rindieron su homenaje a la Madre del Valle las autoridades del Poder Ejecutivo y de los ámbitos Legislativo y Judicial.
La Santa Misa fue presidida
por el Padre Salvador Acevedo, asesor de la Pastoral Social Diocesana, y
concelebrada por el Rector del Santuario y Catedral Basílica, Pbro. Gustavo
Flores.
Participaron representantes de los alumbrantes en un número reducido debido a las medidas
sanitarias para la prevención de Covid-19.
Recordamos que a raíz de los
aumentos de casos, el Ejecutivo Provincial dispuso restricciones de algunas
actividades, entre ellas las celebraciones religiosas, por lo cual, a partir
del miércoles 14 y hasta el viernes 16, la Catedral permanecerá cerrada y los
actos litúrgicos serán sin presencia de fieles y con transmisión por las redes
sociales.
En su homilía, el Padre
Acevedo recordó el acontecimiento de la Coronación de la Sagrada Imagen, que da
origen a la fiesta propia de la Virgen del Valle, que celebramos en abril,
manifestando que “fue coronada como Reina de sus hijos y esa corona significa
el amor que le tenemos a Ella como Madre nuestra. Y en torno a eso hemos
decidido en la Iglesia Diocesana hacer estos días de festejo, que son las fiestas
propias de la Virgen del Valle. También la celebramos en diciembre, pero esas
son las fiestas de la Inmaculada Concepción”.
Luego afirmó que “esta celebración se hace en un contexto más grande, que son los días en
que la Iglesia festeja a Nuestro Señor Jesucristo resucitado”, acontecimiento en el que “la Iglesia se fundamenta, en que Cristo ha vuelto de la muerte no con la vida que tenía antes sino con una vida mejor, la vida de Dios, la vida de la humanidad nueva”. También dijo que este festejo “lo haremos un largo tiempo hasta la venida del Espíritu Santo, son 50 días, porque vale la pena festejar esta gracia, este triunfo, esta esperanza que Dios nos ha dado. No es la alegría mundana, la alegría pascual es algo sublime”.
En otro tramo, el sacerdote reflexionó sobre el Cielo que “no es un lugar geográfico sino una
relación personal con el Dios trinitario, la comunión de vida y de amor con las tres divinas personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para siempre, en el cual van a ser colmados los deseos de amor, de verdad, de belleza, de bien, que todos tenemos en nuestro corazón” porque “en Dios existen absolutamente y definitivamente”.
“El Cielo es el fin último
de nuestra vida, lo que le da sentido a que quiera ser bueno cada día, que
quiera compartir con los hermanos necesitados, que quiera cumplir mis
obligaciones en mi trabajo, en mi familia, como ciudadano, lo que le da sentido
a que quiera cuidarme en esta pandemia y cuidar a los demás”.
Al final de la celebración
eucarística, los presentes y quienes participaron a través de las transmisiones
por las redes sociales y radial, alabaron a la Virgen María en su advocación
del Valle y rezaron la oración por la beatificación de Fray Mamerto Esquiú.