“Espero que esto nos sirva para renovarnos en nuestro compromiso misionero” dijo el Obispo catamarqueño.
Durante la tarde del sábado 7
de septiembre, luego de presidir el cierre de la Fiesta de la Protección de la
Virgen del Valle, a 20 años del sismo, y el 3º Aniversario de la Beatificación
de Fray Mamerto Esquiú, en la Catedral Basílica y Santuario mariano, el obispo
diocesano, Mons. Luis Urbanč, acompañado por el padre Domingo Chaves, del clero
local, viajó a la ciudad de Santiago del Espero, para vivir un acontecimiento
histórico: la elevación a la dignidad de Arzobispado y de Sede Primada de
Argentina a la hermana diócesis del NOA, por disposición del Papa Francisco.
Junto con cerca de una treintena
de obispos de todo el país, entre ellos el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge
Ignacio García Cuerva, y el Obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia
Episcopal Argentina, Mons. Oscar Ojea, concelebró la Santa Misa presidida por
el flamante Arzobispo de Santiago del Estero, Mons. Vicente Bokalic Iglic, con
la presencia del Nuncio Apostólico, Mons. Miroslaw Adamczyk, en la Catedral Basílica
Nuestra Señora del Carmen.
En un clima de alegría y
acción de gracias, con ritmos y signos propios de la cultura norteña, la
ceremonia litúrgica contó con la participación de autoridades civiles,
encabezadas por el gobernador Gerardo Zamora, de las fuerzas de seguridad,
entre otras; religiosos, religiosas, fieles de la diócesis anfitriona y otros
que llegaron de distintos puntos del país, colmando el templo y la plaza
principal para ser testigos de esta gran fiesta.
Con la lectura de la Bula
Pontificia pronunciada por el Nuncio Apostólico, la Diócesis de Santiago de
Estero fue reconocida como la primera y más antigua de las diócesis del país, y
por eso constituida como Sede Primada de la Argentina, además de que fue
elevada al grado de Arquidiócesis y su obispo a la dignidad de Arzobispo y Primado.
Este momento tan esperado fue
rubricado por el fuerte y prolongado aplauso todo el pueblo reunido en esta
jornada histórica. Y luego expuesto ante los presentes y quienes siguieron este
acontecimiento eclesial a través de las transmisiones de los medios de comunicación
social y de las redes sociales.
“Ésta
es una reparación histórica y eclesiástica para nuestra Patria”
“Me imagino hoy al título de
la Primada pidiéndole prestada a los compositores Federico Ferreyra y Onofre
Paz, la estrofa de una de sus chacareras y cantando: “Dejé mi tierra cantora
por conocer otros pagos, voy andando los caminos, pero mi alma está en Santiago
(…) Cuando yo pegue la vuelta, no sé ni cómo ni cuándo, tierra madre he de contarte,
lo mucho que te he añorado”, comenzó su homilía el arzobispo García Cueva,
continuando: “Y aquí está de vuelta, aquí está la Primada en la ciudad, madre
de ciudades; en la Iglesia diocesana, madre de diócesis. Porque ésta es una
reparación histórica y eclesiástica para nuestra Patria; es dar este título de
honor a la primera diócesis en territorio argentino, la diócesis del Tucumán,
erigida en estas tierras santiagueñas en 1570”.
“Una Iglesia argentina que
nace en el corazón profundo de la Nación, entre los ríos Dulce y Salado, entre
algarrobos, quebrachos, chañares y mistoles; y que, por caminos polvorientos, y
recorriendo montes, llanuras y salinas, se expandió por todo el país anunciando
la Buena Noticia del Evangelio a lo largo de los siglos”, afirmó.
Asimismo, expresó que “justamente
el Evangelio de hoy comienza describiendo a Jesús recorriendo distintas
ciudades y regiones (Cfr Mc 7, 31). Un Dios que no se queda quieto, un Dios callejero,
como Santa Mama Antula, hija de esta Argentina profunda, a quien el Papa Francisco
definió como una caminante del Espíritu; que recorrió miles de kilómetros con
sus pies descalzos y con un crucifijo para llegar a Buenos Aires en septiembre
de 1779”.
“Hoy hacemos el camino de
vuelta, pero lo queremos recorrer como ella: descalzos y con el crucifijo.
Descalzos de prejuicios y de intolerancias, descalzos de rencores y egoísmos,
descalzos de miedos y enfrentamientos, descalzos y caminando con respeto y con
cuidado porque entramos en tierra sagrada, en esta tierra fecunda que parió la Patria.
Y con un crucifijo, porque como Mama Antula, queremos renovarnos en el anuncio
del amor de Dios a todos los hombres y mujeres, de un Dios que nos ama tanto
que entregó la vida por nosotros”, dijo entre otros conceptos.
El
testimonio del Obispo catamarqueño
Al término de la Santa Misa,
Mons. Urbanč manifestó que fue “una hermosa celebración, con la participación
de muchísimos obispos, sacerdotes, mucho pueblo, mucha alegría”.
“Espero que esto nos sirva
para renovarnos en nuestro compromiso misionero. Lo tenemos que recibir como
una gracia para que entre todos en este NOA nos esforcemos por ser
verdaderamente discípulos misioneros, ir construyendo la Iglesia de Jesús al
servicio del Reino de Dios en este mundo, y que todos podamos ser santos. Dios
está esperando que seamos santos y el mundo solamente se va a convertir si ve
santos”, afirmó.
En este sentido, señaló que “acá
tenemos ya a Mama Antula que es una santa de nuestro NOA, en Catamarca al Beato
Mamerto Esquiú, están los Beatos Mártires Riojanos, los Beatos Mártires del
Zenta, así que tenemos un grupo de amigos que nos tienen que motivar para ser una
Iglesia en salida, dispuestos siempre a trabajar por el Reino de Dios”.