“La Beatificación de Mamerto Esquiú nos ha dejado una ardua tarea a todos”
El lunes 4 de octubre, día
en que la Iglesia celebra la memoria de San Francisco de Asís, modelo
inspirador de vida del Beato Mamerto Esquiú, se llevó a cabo la Misa de acción
de gracias de las personas que brindaron su servicio para la preparación y
realización de la ceremonia de Beatificación, desarrollada hace exactamente un
mes en Piedra Blanca, la tierra natal del fraile franciscano catamarqueño y
obispo de Córdoba a quien ya veneramos en los altares.
La ceremonia litúrgica,
transmitida a través de las redes sociales, fue presidida por el Obispo
Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Vicario General y
presidente de la Comisión Diocesana para la Beatificación de Esquiú, Pbro.
Julio Murúa; el Rector de la Catedral Basílica y Santuario del Santísimo
Sacramento y Nuestra Señora del Valle, Pbro. Gustavo Flores; y el responsable
del Área de Liturgia de la Beatificación, Pbro. Víctor Hugo Vizcarra, en el
altar mayor de la Catedral Basílica y Santuario del Santísimo Sacramento y
Nuestra Señora del Valle.
En su homilía, Mons.
Urbanc agradeció, primeramente, “a Dios
Padre que en su divina providencia ha querido regalarnos para nuestro tiempo la
Gracia de la Beatificación del obispo Esquiú, a quien le concedió muchos favores
que él pedía, pero de un modo muy patente fue la curación de la niña Emma
Pacheco Paz, gracias a la cual la Iglesia pudo reconocer el favor directo de
Dios por la intercesión de su humilde servidor Mamerto de la Ascensión”.
Asimismo, expresó su
gratitud “a todos los que de una u otra manera han colaborado desde hace
décadas, como a los que en estos meses se pusieron al hombro la celebración del
Rito de Beatificación: los Papas Benedicto XVI y Francisco, la Orden
Franciscana, con sus Postuladores y Vicepostuladores, la Arquidiócesis de
Córdoba, las diversas comisiones procanonización, diversos entes
gubernamentales del Ejecutivo provincial y municipal y del legislativo
nacional, provincial y municipal, los medios de comunicación social, escritos y
audiovisuales, las parroquias de San José de Piedra Blanca y San Roque de La
Paz, la Comisión mixta de la Diócesis de Catamarca, de la Arquidiócesis de
Córdoba y la Orden Franciscana y tantos laicos servidores para las diversas
tareas preparatorias”.
Luego trajo a la memoria que
“hace un mes hemos vivido algo inédito en nuestra provincia, hemos sido
testigos y protagonistas de una gesta única que deberá quedar registrada en los
anales de la historia de nuestra provincia y de Argentina. Y, justo venimos a
celebrarla en el 795° aniversario de la pascua de quien fuera el modelo
inspirador de vida del Beato Esquiú, el humilde hermano menor San Francisco de
Asís, que nos dejó el legado de que se puede y vale la pena imitar a Jesucristo
pobre en medio de los pobres y optando como estilo de vida el prescindir de las
seguridades que ofrece el mundo, abocándonos de lleno a ser instrumentos de
paz, por medio de la vivencia de una auténtica fraternidad universal sin
fronteras, respetando, cuidando, valorando y siendo agradecidos a Dios por todo
lo que Él ha creado, a ejemplo del pobre de Asís”.
Tomando la lectura del
Evangelio de esta jornada, el Obispo manifestó que “tanto la figura de San
Francisco como la del Beato Mamerto Esquiú quedan muy bien paradas con la
hermosa parábola del Buen Samaritano que acabamos de escuchar de boca de Jesús.
Quizás nosotros somos ese doctor de la Ley que para justificarnos hacemos
preguntas obvias tan sólo para llenar el tiempo de palabras y evadiendo el
compromiso”. Luego afirmó que “al prójimo lo encontramos enseguida: hay muchos
hombres ‘heridos’ en nuestro camino, como en la bajada de Jerusalén a Jericó.
Lo demás nada importa; ni las ideas, ni la sangre, ni el origen del herido… Hay
una regla de oro y exactísima para medir al que se comporta como prójimo: ‘El
que practicó la misericordia con él’ (Lc 10,37)”.
“Al prójimo herido no lo
escogemos nosotros. Se nos mete en nuestra vida, nos lo encontramos en el
enfermo, en el explotado, en el que sufre, en el que no cuenta nada en la
sociedad, en los innumerables descartados. Siempre corremos el riesgo de dar
rodeos”, señaló más adelante, agregando que “es peligrosa la tentación de que
se nos llene la boca con palabras grandilocuentes: paz, justicia, solidaridad,
ecología, compromiso, compartir, profecía, etc., mientras el abandonado en el
camino lo que necesita es ser visto, cercanía y curación. Jesús no se cansa de
repetirnos: ‘Ve tú, y haz lo mismo’”.
El ejemplo de Teresa de
Calcuta y Mamerto Esquiú
Continuando su predicación,
el Pastor Diocesano relató que “en cierta ocasión, se hizo una cumbre mundial
para tratar la pobreza, y fue invitada la madre Teresa de Calcuta. A la media
hora de empezar los debates, la diminuta monja se levantó, pidió la palabra y
dijo a los presentes: ‘Mientras ustedes siguen debatiendo sobre la pobreza, yo
me retiro y me voy a estar con los pobres’. De la misma manera, cuenta un
periodista que fue a Córdoba para entrevistar a Esquiú, y, que al solicitar
sobre dirección del prelado, le dijeron que fuera a tal calle y que donde viera
un montón de pobres, allí era la residencia del obispo”.
Asimismo, reflexionó que “la Beatificación de Mamerto
Esquiú nos ha dejado una ardua tarea a todos: clérigos, políticos,
legisladores, gobernantes, empresarios, docentes, educandos, comunicadores
sociales, periodistas, operarios, progenitores, economistas, sindicalistas,
etc. Tenemos que conocer a fondo la vida, la obra, la fe y las motivaciones
profundas de este prohombre de la Patria y de la Iglesia; de manera que
honremos con nuestra correcta conducta diaria la memoria de este regalo que
Dios nos está haciendo y, así, logremos enderezar el rumbo errático que
llevamos como sociedad y como nación… A ésta tenemos que refundarla en Dios,
para que seamos fieles a las enseñanzas que nos legara en su famoso sermón
sobre la Constitución nacional con el que fue conocido y apreciado por los
grandes políticos y pensadores de nuestra Patria”.
Finalmente, rogó “a Nuestra
Madre del Valle, de la que fue fiel hijo, como también a San José, a quien
veneraba con devoción, que nos ayuden a ser comprometidos y responsables ciudadanos,
poniendo en práctica las saludables enseñanzas de nuestra fe cristiana. Que
vivamos con coherencia la fe recibida en el bautismo y transformemos el corazón
y la realidad según las enseñanzas y ejemplos de Jesús y los santos, para que
el suelo que nos acoge sea bendecido con nuestro obrar cotidiano, y así podamos
llegar a gozar de la bienaventuranza junto a nuestro amado Beato Mamerto Esquiú
y su gran inspirador para seguir a Jesús, pobre, casto y obediente, el humilde
San Francisco de Asís”.
Tras elevar las súplicas al
Padre Dios, representantes de la gran cantidad de personas que prestaron su
servicio para la preparación y concreción de la ceremonia de Beatificación de
Esquiú, acercaron las ofrendas hasta el altar. En primer lugar, dos cofres con
trozos de adobes de la casa natal del Beato, que quedarán, una en la Catedral y
otra en el templo franciscano de Catamarca. También llevaron el pan y el vino
que luego se convirtieron en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Luego de la bendición final,
servidores presentes se acercaron al Presbiterio donde se tomaron una
fotografía y vivaron al Beato catamarqueño.