Catamarca lució sus mejores
galas para celebrar a su Patrona del Valle
en el cierre de las fiestas
en su honor. Una multitud de devotos y
peregrinos caminó junto a la
Sagrada Imagen durante la Solemne
Procesión, que partió desde
la Plaza del Maestro, hasta donde llegó en
brazos del Obispo Diocesano,
Mons. Luis Urbanc, quien presidió la
marcha en compañía de
sacerdotes y religiosos de las distintas
congregaciones que trabajan
pastoralmente en el territorio diocesano.
Participaron de esta
manifestación de fe mariana la Señora Gobernadora
de Catamarca, Dra. Lucía
Corpacci, acompañada por el Señor
Vicegobernador, Dr. Dalmacio
Mera; el Señor Intendente de San Fernando
del Valle de Catamarca, Lic.
Raúl Jalil, y demás autoridades de los
Poderes Ejecutivo,
Legislativo y Judicial, y de las Fuerzas de
Seguridad.
La marcha procesional
recorrió la avenida Virgen del Valle, cuyos
vecinos adornaron con esmero
el frente de sus domicilios particulares
y la saludaron a su paso.
Luego continuó por calles República,
Rivadavia y San Martín, para
culminar en el Paseo de la Fe.
Durante todo el trayecto, se
elevaron súplicas y cantos de alabanza a
la Madre de Cristo en la
bendita advocación del Valle. Gestos de
emoción y de amor se
sucedieron mientras la Sagrada Imagen se
desplazaba llevada en andas.
Aplausos, pañuelos al aire,
vivas y el tañer de las campanas
anunciaban el arribo de la
Reina y Señora del Valle de vuelta a su
Casa.
En el atrio de la Catedral
Basílica, Mons. Urbanc expresó sus palabras
finales, que transcribimos a
continuación:
“Querida
Reina de este Valle de Catamarca: hace ocho días quisiste
bajar
de tu augusto camarín para ocupar este trono y desde allí vernos
y
escuchar de cerca nuestras plegarias, acciones de gracias, alabanzas
y
súplicas. ¡Qué alegría para Ti y cuánta esperanza para nosotros los
desterrados
hijos de Eva! ¡Gracias por tu condescendencia!
Más
ahora toca nuevamente despedirnos: Tú volverás a tu camarín y
nosotros,
consolados y reconfortados, volveremos a nuestras
ocupaciones
diarias. Unos quedaremos muy cerca de Ti y podremos subir
hasta
Ti cuantas veces queramos. Otros venidos de lejos y con grandes
esfuerzos
sueñan con poder volver en diciembre o recién el próximo
año.
A éstos cólmalos de bendiciones y dales la paz y la fortaleza del
fruto
bendito de tu vientre: Jesús Resucitado, Camino, Verdad y Vida
de
todos los hombres.
A
los que quedamos a tu lado danos el perseverar en tu amor para
preparar
mejor nuestros corazones en vistas a acoger con alegría y
generosidad
a los hermanos que día a día vienen de otros lugares a
buscar
tu consuelo y ternura de Madre.
Te
agradecemos, amada Reina, por este septenario que hemos ofrecido en
tu
honor meditando y rezando sobre el divino sacramento de la comunión
trinitaria
que es la Familia… A lo largo de estos días hemos podido
contemplar
esta realidad desde sus fortalezas y debilidades, desde sus
luces
y sombras, pero sobre desde la confianza en Ti en quien tenemos
el
modelo de Creyente, de Esposa y de Madre. Sabemos que nadie que
haya
recurrido a Ti se fue con el corazón vacío. Tú siempre concedes
lo
oportuno.
Te
pedimos que lo meditado sobre la fe como encuentro personal y
comunitario
con Jesús Resucitado, el bautismo como liberación e
inserción
en esta Vida Nueva, el testimonio de esta nueva vida como
lenguaje
elocuente en la familia y la sociedad, el asumir con valentía
la
misión de comunicar y proteger la vida, la educación de los hijos
como
consecuencia del ejercicio de la autoridad, la familia como fruto
del
Amor de Dios, el señalar reales peligros que acechan a la familia
como
un modo para individuar los desafíos que debe asumir la Iglesia y
la
sociedad y el propósito de renovar nuestro compromiso para amar
nuestras
familias como Dios las ama, no lo diluya lo festivo de estos
días
ni las urgencias de lo cotidiano, sino que, cada vez que veamos o
toquemos
una imagen tuya, aflore a nuestra conciencia y, con el
ejemplo
de tu fidelidad y tu poderosa intercesión, lo pongamos en
práctica
y animemos a otros a que lo hagan.
Por
último, digna Reina, mi súplica por cada peregrino que luego de
este
adiós o mañana emprenderán su regreso, a los que en nombre tuyo y
de
esta comunidad que los acogió les decimos ¡Muchas gracias hermanos
por
haber venido! ¡Esperamos volverlos a ver! ¡El Señor Resucitado los
bendiga!
¡Vayan en paz y anuncien a Jesús!”.
La Sagrada Imagen ingresó a
la Catedral, siendo despedida con pañuelos
en alto, lágrimas en los
ojos, mientras los fuegos artificiales
surcaban el cielo de
Catamarca.