El lunes 16 de abril, se ofició la misa de homenaje del ámbito de Salud, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del Pino y el Rector del Santuario y Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle, Pbro. José Antonio Díaz.
Participaron de la celebración eucarística las autoridades de Salud de la provincia, encabezadas por la Señora Ministra, Dra. Noemí Villagra, entre otras autoridades del sector; además de miembros de instituciones eclesiales que trabajan con los enfermos.
Mons. Urbanc saludó cordialmente a todos los peregrinos, en particular a quienes trabajan en el Ministerio de Salud y en diversos organismos provinciales, municipales y particulares de la salud; empleados de obras sociales; voluntarios de la Pastoral de la Salud y del Servicio Sacerdotal de Urgencia; y miembros de los Colegios Profesionales de la Salud.
El Obispo centró su homilía en el sacramento del Bautismo, expresando: “¡Qué misterio tan grande es el bautismo! Nos deposita en la Procesión eterna del Hijo, nos sumerge en la Pascua del Señor, nos configura con Él al darnos una vida nueva, nos incorpora ya al mundo celestial y, por un sencillo rito sensible, expresa la acción invisible del Espíritu, quien dignifica nuestra vida humana y nos hace partícipes de la divinidad. Y digo ‘nos’, ‘porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para formar un solo cuerpo’, afirmación inspirada del Apóstol Pablo que despliega ante todos la dimensión esencialmente eclesial del bautismo”.
En otro tramo dijo que “para asumir con fe y esperanza, vivir con amor y sentido eclesial nuestro Bautismo, tenemos una Madre que nos cobija… Ella es la Virgen del Valle que nos congregó en este segundo día del septenario para que refresquemos nociones sobre el bautismo y sobre todo sobre nuestra condición de bautizados. Con Ella demos gracias al Señor Jesús por habernos llamado a una vida nueva a través del Bautismo… Renovemos junto a Ella nuestra docilidad al Espíritu Santo. Pidámosle que nos ayude a participar intensamente del Misterio Pascual del Señor, como lo hizo Ella muriendo espiritualmente con Jesús para resucitar con Él a una vida renovada. Y comprometámonos ante Ella a difundir por todas partes la fraternidad propia de aquellos que se reconocen hombres nuevos en Jesucristo Nuestro Señor”.
Al finalizar la Santa Misa, el Señor Obispo se trasladó hasta el Paseo de la Fe, donde bendijo las ambulancias y a quienes trabajan diariamente sirviendo a los hermanos enfermos.