Durante su homilía, el Señor Obispo, entre otros conceptos, afirmó que “para la Iglesia, enseñar y difundir la doctrina social pertenece a su misión evangelizadora y forma parte esencial del mensaje cristiano, ya que esta doctrina expone sus consecuencias directas en la vida de la sociedad y encuadra incluso el trabajo cotidiano y las luchas por la justicia en el testimonio a Cristo Salvador. No estamos en presencia de un interés o de una acción marginal, que se añade a la misión de la Iglesia, sino en el corazón mismo de su ministerialidad. Con la doctrina social, la Iglesia ‘anuncia a Dios y su misterio de salvación en Cristo a todo hombre y, por la misma razón, revela al hombre a sí mismo’. Es éste un ministerio que procede, no sólo del anuncio, sino también del testimonio”.
Al reflexionar sobre el matrimonio y la familia, Mons. UJrbanc expresó: “En la relación de comunión recíproca, el hombre y la mujer se realizan profundamente a sí mismos reencontrándose como personas a través del don sincero de sí mismos. Su pacto de unión, celebrado en el sacramento del matrimonio, es presentado en la Sagrada Escritura como un servicio a la vida, participando así de la creatividad de Dios: ‘Y los bendijo Dios y les dijo: ‘Sean fecundos, multiplíquense y llenen la tierra’”.
Sobre el matrimonio
En tramos de la predicación, mencionando al Papa Juan Pablo II dijo que éste “enseñaba que el hombre participa de la soberanía de Dios, pero que esa participación alcanza su vértice en la procreación humana y altamente religiosa, ya que implica a los cónyuges y a Dios, puesto que aquellos colaboran con Dios Creador en la concepción y generación de un nuevo ser humano, en quien se imprime la imagen y semejanza que sólo de Dios puede proceder, por la creación del alma inmortal. Procrear es continuar la obra de la creación. Por eso, el matrimonio santo, elegido y elevado por encima de todos los dones terrenos, es generador de la humanidad y artífice de imágenes de Dios”.
Reflexionando acerca de Jesús como dador de Vida Eterna, el Obispo dijo que “es oportuno que dirijamos a María una especial súplica a favor de aquellos que comunican la vida temporal, para que lo hagan con profunda humanidad y alta religiosidad, de manera que cooperen con el Padre, con Jesús y con el Espíritu, haciéndose integralmente responsables de la vida humana comunicada y llamada a transformarse en camino hacia la eternidad”.