Camino a la Beatificación

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17 agosto 2013

Mensaje del Obispo por el Día del Niño

Queridas Familias Catamarqueñas:

Como los niños son los frutos más preciados de la familia, te pido a ti, querida familia, que les trasmitas a tus niños esta sentida reflexión para ellos.

Estoy más que seguro que eres un gran amigo de Jesús, de la Virgen María y de san José, a quienes llamamos “La Sagrada Familia de Nazaret”. Nunca dejes de aprender del ejemplo de ellos… Si no los conoces, pide a tus papás que te ayuden a conocerlos, porque te hará mucho bien y estarás muy contento con ellos.
               
La presencia luminosa y señera de la Sagrada Familia te ayudará a que tu hogar sea un inagotable manantial de amor, que es Dios mismo. Si creces experimentando el AMOR de tus papás, cuando seas grande podrás y querrás amar como Jesús te ama. Sólo así la vida merece ser vivida; sólo así el mundo se vuelve hermoso y habitable; sólo así estarás convencido de que todos los seres humanos son tus hermanos; sólo así estarás dispuesto a dar la vida por los demás, sin escatimar esfuerzos; sólo así podrás formar también una familia en donde Dios sea todo en todos; sólo así respetarás y cuidarás tu vida y la de los demás; sólo así serás capaz de renunciar a todo, incluso al legítimo sueño de tener tu familia, para ser como Jesús y con Jesús, servidor de la paz, el amor, la unidad, el perdón, la fraternidad y la alegría. En fin, sólo así llegarás a ser verdadera y plenamente feliz y harás felices a los otros.

 Ruego a Jesús Niño que te cuide, que siempre confíes en Él y, que unido a Él, sigas ‘creciendo en estatura, sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres’ (cf. Lc  2,52).

Como sé que Dios escucha siempre a los niños, te ruego que reces por tu obispo, también te aseguro que lo hago por ti y tu familia.  

Con la certeza de estar unidos en cada Eucaristía, los bendigo de corazón.


                                                                                              Mons. Luis Urbanč
8° Obispo de Catamarca




También adjunto la siguiente reflexión que llegó a mis manos, pero le hice modificaciones:

Si los niños conviven con las críticas, aprenden a condenar.
Si los niños conviven con la hostilidad, aprenden a pelear.
Si los niños conviven con el miedo, aprenden a ser cobardes.
Si los niños conviven con el permisivismo, aprenden a ser mediocres.
Si los niños conviven con los celos, aprenden a ser envidiosos.
Si los niños conviven con la compasión, aprenden a ser misericordiosos.
Si los niños conviven con el pudor, aprenden a ser limpios de corazón.
Si los niños conviven con la tolerancia, aprenden a ser pacientes.
Si los niños conviven con el estímulo, aprenden a estar seguros de sí.
Si los niños conviven con el elogio, aprenden a valorar.
Si los niños conviven con la aprobación, aprenden a conocerse y a aceptarse a sí mismos.
Sí los niños conviven con la magnanimidad, aprenden a encontrar amor en el mundo.
Si los niños conviven con el reconocimiento, aprenden a tener un objetivo.
Si los niños conviven con la caridad, aprenden a ser generosos.
Si los niños conviven con la sinceridad y el equilibrio, sabrán lo que es la verdad y la justicia.
Si los niños conviven con la seguridad, tendrán fe en sí mismos y en quienes los rodean.
Si los niños conviven con la amistad, aprenden que el mundo es un bello lugar donde vivir.
Si los niños conviven con la serenidad, aprenden a tener paz interior.

    ¿Con qué están conviviendo tus hijos?