Durante la tarde del sábado
29 de noviembre, se llevó a cabo la Bajada de la Sagrada Imagen de Nuestra
Señora del Valle, desde el Camarín hasta el Presbiterio del Santuario y
Catedral Basílica, en brazos del Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y acompañada
por sacerdotes del clero local. A su paso fue saludada por las autoridades
presentes, y luego colocada en la urna festiva por el Pbro. José Antonio Díaz, Rector
del Santuario y Catedral Basílica, desde donde preside el novenario en su
honor.
Participó de la tradicional ceremonia
una gran cantidad de fieles que desbordó el templo catedralicio, como sucede
dos veces al año, expresando su amor a la Madre Morena con vivas, cantos y
pañuelos agitados.
En su homilía, el Obispo
expresó: “Este momento es emblemático puesto que convoca a autoridades
provinciales, municipales, legislativas, judiciales, ministeriales, policiales
y eclesiales aunándolas en el único Pueblo de Dios que todos formamos. Este
momento debería tornarse paradigmático para todo nuestro cotidiano vivir, para
estar cercanos los unos de los otros sin recelos ni miedos, para fortalecer
nuestra argentinidad y para acoger a quienes piensan distinto”.
También mencionó el año de
la niñez y adolescencia, que culminará el 8 de diciembre, dando paso al año que
estará dedicado de manera preferencial a los laicos, sobre quienes, apelando al
Magisterio, dijo que “son hombres y mujeres de la Iglesia en el corazón del
mundo y hombres y mujeres del
mundo en el corazón de la Iglesia” (Puebla, 786;
Aparecida, 209).
Luego de las palabras de
Mons. Urbanc, se rezó la novena, y a las 21.00 será el homenaje de los medios
de comunicación.
TEXTO COMPLETO DEL MENSAJE
Queridos Devotos y
Peregrinos:
Una vez más la divina providencia
nos permite vivir este emotivo y significativo acontecimiento de nuestra vida
diocesana, cual es la Bajada de la sagrada imagen de la Santísima Madre del
Valle desde su camarín hasta el presbiterio de nuestra catedral basílica. Todos
los años, quienes subimos a buscarla podemos admirar el templo apiñado de
fieles y como esta multitud se extiende hacia el paseo de la fe, con el solo
propósito de estar en este homenaje y cordial acogida de nuestra queridísima
Morena del Valle.
Este momento es emblemático puesto
que convoca a autoridades provinciales, municipales, legislativas, judiciales,
ministeriales, policiales y eclesiales aunándolas en el único Pueblo de Dios
que todos formamos. Este momento debería tornarse paradigmático para todo
nuestro cotidiano vivir, para estar cercanos los unos de los otros sin recelos
ni miedos, para fortalecer nuestra argentinidad y para acoger a quienes piensan
distinto.
La llegada de este día nos está
avisando que llega a su fin la prioridad pastoral que trabajamos durante este
año, a saber, la niñez y la adolescencia. En verdad que debemos dar gracias a
Dios y a la Virgen porque, tanto desde nuestra realidad eclesial como de las
políticas públicas, hubo muchas acciones en vistas a la toma de conciencia como
a decisiones concretas para atender esta realidad tan importante y delicada de
la sociedad. Mucho se hizo y aún queda por hacer. La tarea continúa en todo
aquello que vimos que es necesario seguir haciendo para tener niños y
adolescentes sanos tanto en su cuerpo como en su espíritu. La
cooperación de
las distintas instituciones civiles como religiosas debe continuar para dar
respuestas eficaces a los desafíos, pero sobre todo para la sostenida
protección y educación de esta franja etaria de la vida humana. Muchas gracias
a los que han trabajado con generosidad y creatividad, a la vez que invito a
sumarse a los que se han quedado con las ganas de hacerlo y por equis motivos
no lo hicieron.
A partir del próximo 8 de diciembre
daremos inicio al Año dedicado a los Fieles Laicos, específicamente. Éstos son
todos ustedes, a excepción de los sacerdotes y consagrados. Es decir, que nos
ocuparemos de quienes constituyen el 99 % de los miembros de la Iglesia de
Catamarca. Ustedes son el rostro visible de esta Iglesia. Cuántos hay que se
alejaron y dejaron de creer en Dios y sobre todo en la Iglesia, en la comunidad
de los bautizados, porque ustedes dejaron de ser lo que deberían ser y porque
dejaron de vivir según el Evangelio de Jesús. Esto es lo que escandaliza a los
débiles en su fe.
Me permito citarles una
feliz expresión del Magisterio y que menciono en la Carta Pastoral que les será
entregada el 8 de diciembre: “los fieles laicos son hombres y mujeres de la
Iglesia en el corazón del mundo y hombres y mujeres del mundo en el corazón de
la Iglesia” (Puebla, 786; Aparecida, 209).
Aquí, a los pies de la celestial
protectora de nuestra Diócesis, tenemos que comprometernos, durante todo este
novenario en su honor, a participar con devoción y espíritu de conversión a fin
de corresponder mejor a la Gracia que Dios nos otorga para ser los
discípulos-misioneros que reclama tener nuestra sociedad en cada uno de
nosotros. La invitación es para todos los que estamos aquí. Y nosotros
deberemos motivar a los demás. Se trata de una misión que tiene su fundamento
en el Amor con el que Dios nos ama.
No quiero dejar pasar por alto la
iniciativa del Papa Francisco, quien ha indicado para toda la Iglesia un año
especial dedicado a orar y a trabajar en la justa valoración de la Vida
Consagrada dentro de la Iglesia y al servicio de la instauración del Reino de
Dios en el mundo, a partir de mañana, primer domingo de Adviento, hasta el dos
de febrero de 2016, fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el templo.
Vamos a dar también este matiz a todo nuestro novenario a fin de justipreciar
este don de Dios, de hombres y mujeres, que por amor a Jesús quieren vivir como
Él en pobreza, castidad y obediencia, dando así ejemplo, con su opción y con su
vida, de la primacía de Dios en la vida de todo ser humano y del destino
trascendente de la vida.
En fin, queridos hermanos,
dispongámonos a rezar el Santo Rosario, tan querido y recomendado por nuestra
Madre celestial, teniendo en cuenta lo que les he propuesto sucintamente, a fin
de que regresemos a nuestros hogares y lugares de trabajo, renovados e
ilusionados de llevar a cabo el encargo, siempre actual, del Señor Jesucristo:
“Vayan y hagan que todos sean mis discípulos” (Mt 28,16).
¡Nuestra Madre del
Valle! ¡Ruega por nosotros!