“Que
nuestras autoridades sean honestas, justas, cercanas,
dialogantes y veraces en sus acciones”
El martes 1 diciembre, en el
tercer día de la novena en honor a
Nuestra Madre del Valle, rindieron su homenaje el Intendente de San Fernando del
Valle de Catamarca, Lic. Raúl Jalil, junto a su esposa y miembros de su equipo
de trabajo, e integrantes del Gabinete provincial. Lo hicieron durante la misa
central de las 21.00, presidia por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc.
Los alumbrantes participaron
de la liturgia y acercaron al altar los dones de pan y vino, como también
ofrecieron a los pies de la Virgen agua y alimentos no perecederos para la
atención de los peregrinos.
Tomando como
eje de su predicación la temática propuesta para esta jornada, referida a que la
Misericordia de Dios Padre se
revela a los pequeños, el Obispo afirmó que “son
los pequeños, los sencillos, los que se percatan más fácilmente de la presencia
y la acción de Dios en la creación y en la vida de los seres humanos”, advirtiendo
más adelante que “el sencillo no es el bobo, ni el simple; la sencillez es la
actitud de quien no tiene la pretensión de condicionar a Dios ni de exigirle
que actúe según sus intereses personales. Cuando actuamos así, con sencillez,
estamos más cerca de Dios”.
Además,
enfatizó que “hoy Jesús sigue siendo un desconocido en los corazones de muchos
hijos e hijas de Dios. Estos hermanos y hermanas nuestros no han descubierto el
tesoro más precioso que existe: conocer a Jesús; y, a través de Él, al Padre
Misericordioso. Muchos no creen y Jesús necesita ser anunciado para ser
conocido, amado y servido”.
En otra parte
de su homilía, Mons. Urbanc invitó a rezar “de un modo muy especial por todas
las autoridades nacionales, provinciales y municipales que asumirán en sus
respectivas funciones el próximo 10 de diciembre. Pido por las que están aquí
presentes para que, llevando en lo más profundo de su corazón los tesoros de la
fe cristiana, presten su servicio en consonancia con ella”. Asimismo, exhortó a
las autoridades a que “inspiren cada una de sus decisiones en las normativas
que nos dejó el Señor Jesús bajo la custodia e interpretación de la Iglesia,
sabiendo que Dios nunca ha sido enemigo del ser humano, sino su mejor aliado.
Que cada una de nuestras autoridades tengan una profunda experiencia de la
Misericordia de Dios, a fin de que esa vivencia los impulse a ser
misericordiosos, honestos, justos, cercanos, ecuánimes, magnánimos, dialogantes
y veraces en sus propósitos y acciones”.
Además, pidió “que siempre prioricen
el amor, el respeto y la piedad a nuestra querida
Madre del Valle. Que este
ámbito de su Santuario, del Paseo de la Fe y de la Gruta, donde hace ya 400
años su sagrada imagen la Providencia divina confió a los nativos de entonces,
y por medio de ellos, legada a las generaciones futuras, sean cuidados y
mejorados para que cada peregrino y devoto, que busca un encuentro con Dios
Padre a través de María, experimente en el silencio, la limpieza, el orden, el decoro,
la piedad, el respeto y la fraterna y cálida acogida, una real y profunda
renovación de su fe, esperanza y amor”.
Antes de impartir la bendición final, todos los presentes
cantaron el Himno a la Virgen del Valle con profunda devoción.
TEXTO COMPLETO DE LA HOMILIA
Queridos
Devotos y Peregrinos:
En este tercer día de la novena rinden su
homenaje a Nuestra Señora del Valle miembros del Gabinete provincial y los
señores Intendentes con sus respectivos gabinetes. Vaya, pues, mi saludo
cordial a todos y la intención de esta Santa Eucaristía por los frutos de la
ardua labor que el pueblo les ha confiado.
La temática que se nos propuso
meditar y rezar durante esta jornada surge de la afirmación evangélica de que
la Misericordia de Dios Padre se revela a los pequeños.
¡Cuán cierto es esto! La historia
reciente y pasada nos corrobora esta verdad. Son los pequeños, los sencillos,
los que se percatan más fácilmente de la presencia y la acción de Dios en la creación
y en la vida de los seres humanos. Los ‘pobres de Yahvé’, como lo señala
repetidamente el Antiguo Testamento, son los primeros en acoger el mensaje de
Dios y a los mensajeros que envía; son los que se abren incondicionalmente a la
propuesta de Dios; son los que están dispuestos a vivir según las enseñanzas y
preceptos del Señor; son los que más pronto descubren a los demás como hermanos
y coherederos de los bienes salvíficos; son los que están dispuestos a elegir
siempre caminos de paz, diálogo, amor, perdón y misericordia a ejemplo de
Jesús; son los que están dispuestos a dar la vida por los demás y a compartir
con los más necesitados; son los que no tienen miedo de encontrarse con los
diferentes y con los que piensan distinto; son los que saben admirarse de las
cosas pequeñas, descubriendo que detrás de ésas, está su Hacedor, Redentor y
Santificador.
En las lecturas que acabamos de
escuchar, Dios promete por medio del profeta Isaías, que enviará a Uno de su
parte que poseerá su mismo Espíritu, es decir, será prudente, sabio, valiente,
piadoso, fuerte y siempre se inspirará en el santo temor de Dios; no juzgará
por apariencias, ni sentenciará sólo de oídas, sino que juzgará a los pobres
con justicia y con rectitud a los desamparados; desenmascarará a los violentos
y a los malvados, puesto que la justicia y la fidelidad serán su distintivo, y
por eso lo buscarán todos los pueblos (cf. Is 11,1-10).
Por su parte, el salmista afirma que
“Él librará al pobre que clamaba, al afligido
que no tenía protector; que Él se apiadará del pobre y del indigente, y
salvará la vida de los pobres”. Concluyendo su oración con un profundo deseo: “Que su nombre sea eterno, y su fama
dure como el sol: que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo
proclamen dichoso todas las razas de la tierra” (Sal 71,12-13.17).
Ahora bien, casi seguro que nos
surge la pregunta: hoy, a decir verdad, ¿cuántos creen en este Mesías? Porque
ya puede empeñarse el profeta Isaías en describirlo bellamente, que si luego no
es aceptado en el corazón de los seres humanos, sus palabras caen como la
semilla entre piedras y abrojos, y no fructifica. Por eso Jesús, en su oración
de acción de gracias al Padre (Lc 10,21-23), sabe que este conocimiento permanece
escondido para muchos sabios,
poderosos y entendidos que
no han querido conocer la Verdad. Hoy Jesús sigue siendo un desconocido en los
corazones de muchos hijos e hijas de Dios. Estos hermanos y hermanas nuestros
no han descubierto el tesoro más precioso que existe: conocer a Jesús; y, a
través de Él, al Padre Misericordioso. Muchos no creen y Jesús necesita ser
anunciado para ser conocido, amado y servido.
La
fe es un tesoro precioso por el que tenemos que dar gracias. Jesús sabe que
creer no es fácil, por eso, en la secuencia del Evangelio se da la vuelta y le
dice a sus discípulos: “¡Dichosos los ojos que ven lo que
ustedes ven! Porque les digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que ustedes
ven, y no lo vieron; y oír lo que oyen, y no lo oyeron!” (Lc 10,24). Pero, ¿quiénes son esa gente sencilla
que tuvo la gracia de conocer a Jesús? ¡Cuidado! el sencillo no es el bobo, ni
el simple; la sencillez es la actitud de quien no tiene la pretensión de
condicionar a Dios ni de exigirle que actúe según sus intereses personales.
Cuando actuamos así, con sencillez, estamos más cerca de Dios.
Hoy,
tenemos la hermosa ocasión para pedirle a Dios, nuestro Padre, por intercesión
de la Virgen María, la actitud del sencillo, que no trata de manipularlo, sino
de amarlo para cumplir su voluntad. También es un buen día para gracias a Dios
por el don de la fe, pidiéndole al Hijo, para cuyo nacimiento nos preparamos en
este Adviento, que la incremente en nuestros corazones para que con nuestra
vida y testimonio animemos a los que no creen a buscar este precioso tesoro.
Por
último, los invito a que recemos de un modo muy especial por todas las
autoridades nacionales, provinciales y municipales que asumirán en sus
respectivas funciones el próximo 10 de diciembre. Pido por las que están aquí
presentes para que, llevando en lo más profundo de su corazón los tesoros de la
fe cristiana, presten su servicio en consonancia con ella. Que inspiren cada
una de sus decisiones en las normativas que nos dejó el Señor Jesús bajo la
custodia e interpretación de la Iglesia, sabiendo que Dios nunca ha sido
enemigo del ser humano, sino su mejor aliado. Que cada una de nuestras
autoridades tengan una profunda experiencia de la Misericordia de Dios, a fin
de que esa vivencialos impulse a ser misericordiosos, honestos, justos,
cercanos, ecuánimes, magnánimos, dialogantes y veraces en sus propósitos y acciones.
Que siempre prioricen el amor, el
respeto y la piedad a nuestra querida Madre del Valle. Que este ámbito de su
Santuario, del Paseo de la Fe y de la Gruta, donde hace ya 400 años su sagrada
imagen la Providencia divina confió a los nativos de entonces, y por medio de
ellos, legada a las generaciones futuras, sean cuidados y mejorados para que
cada peregrino y devoto, que busca un encuentro con Dios Padre a través de
María, experimente en el silencio, la limpieza, el orden, el decoro, la piedad,
el respeto y la fraterna y cálida acogida, una real y profunda renovación de su
fe, esperanza y amor.