“Concedemos la facultad de que la venerable
Sierva de Dios Catalina de María, ejemplo ardiente del amor de Cristo y del
servicio a los hermanos más necesitados, sea llamada beata de ahora en
adelante”, leyó el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y
enviado papal, cardenal Ángelo Amato, en la celebración que se está llevando a
cabo en el centro de la ciudad de Córdoba.
La Madre Catalina de María Rodríguez ya es beata. La
argentina, fundadora de las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, fue
beatificada esta mañana ante las 20.000 personas presentes en la celebración
presidida por el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y
enviado papal, cardenal Ángelo Amato, en el centro de la ciudad de Córdoba.
“Concedemos la facultad de que la venerable Sierva de Dios
Catalina de María -en el mundo conocida como Josefa Saturnina Rodríguez-
ejemplo ardiente del amor de Cristo y del servicio a los hermanos más
necesitados, sea llamada beata de ahora en adelante”, leyó el purpurado el
decreto en italiano firmado por el papa Francisco, que luego fue traducido a
los presentes por monseñor Ricardo Araya, obispo de Cruz del Eje, donde el
santo Cura Brochero vivió su ministerio y compartió la misión con la Madre
Catalina.
A las 10.28 una gigantografía con la imagen de la nueva
beata argentina fue desplegada al costado del altar y, en medio de vítores y
aplausos de la multitud presente, se acercaron al altar las reliquias de la
Madre Catalina. El relicario se confeccionó con una forma semejante a una
custodia porque la beata Madre Catalina era Cristocéntrica, amante de la
Eucaristía, y fue llevado por la hermana María Silvia Fiorentino ECJ, madre
general de las Esclavas del Corazón de Jesús; la hermana Marita Barrionuevo ECJ
y Emma Paulinelli, vicepostuladoras de la causa de beatificación; el hermano
José Molina SJ, médico perito del milagro; Eugenia Valdéz, hija de Sofía
Acosta, que recibió el milagro de la Madre Catalina y el presbítero Santos
Moyano, sobrino tataranieto de la nueva beata.
El cardenal Amato indicó, además, que el Papa estableció que
la memoria litúrgica de la Madre Catalina sea el 27 de noviembre “en los
lugares y según los modos establecidos por el derecho”.
El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez, agradeció al
cardenal y al Santo Padre “en nombre de cuántos celebramos esta fiesta de la
fe, el don de Catalina de María Rodríguez, beata”.
50.000 hostias y
copones africanos
Para la distribución de la comunión en la misa se utilizó un
centenar de copones, 40 elaborados por artesanos de Benín, África, donde está
presente la congregación. El resto de los copones, que se usan en las
celebraciones masivas, fueron puestos a disposición por la arquidiócesis de
Córdoba. Además, fueron consagradas 50.000 hostias donadas por la comunidad de
Santiago del Estero y por la diócesis de Río Gallegos, y 8.5 litros de vino
mendocino.
El cáliz y copón dorado utilizados por el cardenal Amato y
el arzobispo cordobés fueron traídos desde Mendoza y la restauración estuvo a
cargo de familiares de la Madre Catalina. Ambos tienen la aplicación de la
medalla del Sagrado Corazón de Jesús que las Hermanas Esclavas usan actualmente
con el grabado “Beatificación Catalina de María 25 de Noviembre 2017”.
Palabras de
agradecimiento de Mons. Ñáñez
Al final de la celebración, el prelado cordobés agradeció a
los que colaboraron con la beatificación, al papa Francisco, al cardenal Amato,
a los cardenales Estanislao Karlic y Luis Héctor Villalba; a los obispos y
autoridades presentes y a los miles de fieles que asistieron.
También hizo mención de la presencia de la vicepresidente de
la Nación, licenciada Gabriela Michetti, y del Secretario de Culto de la
Nación, Santiago de Estrada. Estaban también la coordinadora general de Asuntos
de Culto, Claudia Russo Bernagozzi, y el director nacional de Culto Católico,
Luis Saguier Fonrouge, entre otros funcionarios nacionales y provinciales.
El arzobispo destacó este histórico acontecimiento como “un
don que hace resonar fuertemente en nuestro corazón el llamado a la santidad
que el mismo Dios nos hizo el día de nuestro bautismo”, manifestó el arzobispo.
Recordó también, “a todos nuestros hermanos en la fe que
desde diferentes latitudes se han sumado a este acontecimiento: a los que han
venido desde la Madre Patria, España, desde Benín en el África, desde la
hermana república de Chile y desde la lejana isla de Pascua, a todos los
compatriotas miembros de las distintas iglesias locales hermanas de la
Argentina. ¡Muchas gracias por su presencia y su fraternal compañía!”.
“La beata Catalina de María Rodríguez –continuó el
arzobispo- intercede generosa e incansablemente por todos nosotros y nos
desafía a todos, especialmente a sus hijas las Hermanas Esclavas, a seguir sus
huellas sin reparar en las dificultades, sino confiando en el amor
misericordioso de Dios que se nos muestra en el Corazón adorable de su Hijo y
nos mueve a servir a nuestros hermanos, especialmente los más frágiles y los
más alejados”.
“Animados por el testimonio del incansable apóstol de Jesús,
‘lancémonos hacia adelante, hacia la meta, hacia el galardón de la soberana
vocación de Dios en Cristo Jesús’, allí donde llegó la Madre Catalina de
María”, concluyó.
La hermana María Silvia Fiorentino ECJ agradeció a monseñor
Ñáñez en nombre de toda la congregación y de la arquidiócesis, “no solo por su
inestimable ayuda en esta beatificación sino por su cercanía y afecto durante
todos estos días”. Y presentó un bastón hecho por la comunidad Rapanui. “Hago
solemne entrega de este bastón porque a Él le entregamos nuestras vidas como
Esclavas del Corazón de Jesús. El bastón solo es un símbolo, el que lo recibe
debe servir y hacerse el más pequeño y, si es necesario, dar la vida como Jesús
la dio por nosotros”, manifestó colocándolo a los pies de la Virgen María.
Mensaje del papa
Francisco
“En este día de la beatificación –leyó la hermana
Fiorentino- quiero hacerle llegar mi sentimiento de alegría y la seguridad de
mi cercanía en la oración. Agradezco a todas las hermanas el bien que han
hecho”. “Si miro atrás también veo mujeres entregadas que lo dejaron todo en el
seguimiento de Jesús”, aseguró y pidió: “No se olviden de rezar por mí”.
Envío misionero
Para finalizar la celebración, el cardenal Ángelo Amato
realizó un envío misionero a quienes “comparten la misión de amar y reparar” de
las Hermana Esclavas en diversas comunidades como las de la Isla de Pascua, la
de la Comunidad Wichi y la de Benín, cada una con su particular carisma.
Fuente: AICA