“Sigamos apostando sinodalmente para que este Centro pueda ofrecer a la sociedad catamarqueña un verdadero sentido de vida”, dijo el Obispo, enfatizando que “ser sal, fermento en la masa es nuestra misión”.
El
jueves 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, las
comunidades educativas que conforman el Centro Educativo y Cultural Diocesano
Virgen del Valle (Ceculd) celebraron los 10 años de vida de este polo de
formación y evangelización en Catamarca, que funciona en el edificio del
antiguo Seminario Diocesano.
Los
festejos se iniciaron en la capilla de este amplio predio con la Eucaristía acción
de gracias a Dios presidida por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada
por el padre Lucas Segura, director general del Ceculd. Participaron
autoridades educativas, docentes, abanderados y escoltas con las banderas de ceremonia,
delegaciones de alumnos y familias, que colmaron el centenario templo.
En
su homilía, el Obispo se refirió primeramente a la Asunción de la Virgen María,
afirmando que “es el último dogma que se ha proclamado en la Iglesia en el año
1950 con Pío XII, esta verdad de que María, terminada la vida acá, fue llevada
en cuerpo y alma al Cielo, y participa de la gloria de su Hijo Jesús”.
Luego
destacó que “también estamos agradeciendo a Dios por los primeros diez años del
Centro Educativo y Cultural Diocesano Virgen del Valle, de esta aventura que
hemos comenzado acá, en las instalaciones de lo que fue un gran centro de
formación sacerdotal, el Seminario Diocesano, que es un emblema de la ciudad de
Catamarca junto con la Iglesia Catedral”.
Al
mencionar estas “obras monumentales” logradas por “la fe de aquellos hermanos
en 1800”, manifestó que hoy “tenemos que ser capaces de otra obra monumental,
que pretendemos con este Centro Educativo y Cultural Diocesano, y es que
construyamos una nueva humanidad. Los edificios están, pero construir una
humanidad nueva, que sea reflejo de la obra del Creador, cuesta, y ése es el gran
desafío. Eso es lo que soñamos diez años atrás dándole una nueva impronta,
respondiendo a los desafíos actuales con este Centro Educativo y Cultural Diocesano”.
“Lo
hemos puesto bajo la protección de la Virgen. Esta Iglesia Diocesana tiene como
patrona a la Virgen del Valle, esta presencia de María, de las más antiguas de
la obra evangelizadora en América. Y tenemos que transmitir este amor a Dios con
un hermoso tinte mariano, a todas las generaciones, ésa es nuestra misión”, manifestó.
Más
adelante, afirmó que “un centro cultural es un centro de irradiación de
valores, desde donde se irradia la santidad del ser humano, además, sabemos que
por el bautismo somos hijos e hijas de Dios. Y eso tiene que traducirse,
traslucirse, tiene que verse en la cultura”.
En
otro tramo consideró la necesidad de “tomar conciencia que somos discípulos
misioneros; desde el año 2021 hemos comenzado a trabajar este estilo eclesial sinodal,
que nos habla de caminar juntos”. Y se preguntó: “¿Caminamos junto a nuestros
niños, adolescentes, jóvenes, familias, proyectamos, pensamos, discernimos
juntos los desafíos? ¿Y Jesús, dónde está?”.
Asimismo,
reflexionó que “el problema cultural es el gran desafío de la Iglesia en este
tiempo… hemos despojado a la cultura de la presencia de Dios, que es amor, luz,
verdad, justicia, felicidad; le da sentido a nuestra vida, y todo eso está
afuera”, y agregó que “si Jesús no llega a nuestros corazones de adultos, si no
mora en el corazón de nuestros alumnos, no estamos aportando nada a este mundo
sediento de Dios”.
Hacia
el final invitó a mirar a la Virgen María, que nos lleva a Jesús, y pidió “de
corazón, que sigamos apostando sinodalmente para que este Centro Educativo y Cultural
Diocesano Virgen del Valle pueda ofrecer a la sociedad catamarqueña un verdadero
sentido de vida, que de aquí salgamos enamorados, convencidos de que sin Dios
no se puede vivir, de que sin Jesús nuestra vida no tiene ni camino, ni verdad.
Y sin María no tendremos consuelo”. Y enfatizó “ser sal, fermento en la masa es
nuestra misión”.
Antes
de la bendición final, Mons. Urbanč hizo entrega de distinciones a la Vicedirectora
Pedagógica, Dra. María Ana Verna, y al Secretario Administrativo, CPN Fernando
Aroca, integrantes de la primera conducción.
Acto académico
Luego
de la ceremonia litúrgica, los presentes se trasladaron hasta el Salón Beato
Mamerto Esquiú engalanado para la ocasión, donde se desarrolló el acto
académico, con la presencia del obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, el Pbro.
Lic. Lucas Segura, director general del Ceculd; la Secretaria de Familia, Dra.
Ivana Agüero Pacheco, la directora provincial de Educación de Gestión
Municipal, Privada, Social y Cooperativa, Prof. Laura Orellana, junto al Equipo
de Supervisión; representantes legales y equipos directivos de las
instituciones educativas que conforman el Ceculd; invitados especiales, entre
ellos las profesoras Albertina Santillán y Sara Saavedra, primeras apoderadas
legales de los colegios al momento de la creación del Centro.
Luego
del ingreso de las banderas de ceremonia y la entonación de las estrofas del
Himno Nacional Argentino y el Himno a Catamarca, se proyectó un video con la síntesis
del camino realizado durante estos diez años, a partir del relato en off del Pbro.
Lic. Oscar Tapia, primer director general del Ceculd.
El
padre Lucas Segura, actual director, al referirse a este acontecimiento dijo
que se inspiró en dos textos, “uno del papa Juan XXIII, Iglesia, Madre y Maestra,
porque el Ceculd forma parte de la Iglesia y tiene la misión de educar. Por
otro lado, tomé un pasaje evangélico y me detuve en la escena en que Jesús
desde la barca enseña a la multitud. La Iglesia es madre y maestra porque
aprende de Jesús, y el Ceculd como microsistema ha sido creado para que miremos
y aprendamos de Jesús. Sólo centrados en Él no vamos perder nunca nuestra identidad,
vamos a encontrar siempre el sentido de por qué estamos aquí”.
Agradeció
a las personas que trabajan y a quienes vienen a formarse. “Lo bueno es que
aprendamos a seguir a Jesús, en la caridad y en la verdad”, dijo y pidió a “Nuestra
Madre la Virgen y al Beato Mamerto Esquiú que nos sigan acompañando en este camino”.
También
se entregaron diplomas a quienes cumplieron funciones de conducción durante
esta primera década, y se cerró la ceremonia con cantos y danzas.