NO ENCERREMOS LA ESPERANZA
“No tengamos miedo de soñar en
grande, buscando los ideales de justicia y de amor social que nacen de la
esperanza”1.
Ante el debate parlamentario
sobre la posibilidad de bajar la edad de imputabilidad a 13 años, queremos
expresar algunas ideas que surgen, como fruto de conocer la realidad carcelaria,
trabajar con menores infractores de la ley, y de la cercanía con nuestros
hermanos presos, sus familias y todos los actores que forman parte del mundo de
la Carcelación.
Sí, consideramos que es
necesario un nuevo régimen penal juvenil, que acompañe y promueva integralmente
el desarrollo de los menores, pero sin bajar la edad mínima de imputabilidad.
Hay un marco y un recorrido
social desde que alguien es concebido hasta que comete un delito. Como sociedad
tenemos que sentirnos responsables para ayudar a “PREVENIR” la conducta de los
niños y jóvenes que transgreden la ley. Debemos reflexionar: ¿quiénes estuvieron
presentes para brindar contención en momentos decisivos? ¿La familia? ¿El
Estado en general? ¿La escuela? ¿La Iglesia? ¿Los vecinos del barrio?... Es por
ello que, en la Pastoral Carcelaria, decimos que cuando alguien comete un
delito, trasgrede la ley y cae preso es porque alguien estuvo ausente: la
familia, la sociedad, el estado, la escuela, la Iglesia, etc. “Aquí y en cualquier
sociedad del mundo las altas tasas de inequidad, exclusión y pobreza van acompañadas
de altas tasas de conflicto con la Ley Penal” 2. En ese sentido, también hay que considerar el proceso de
desarrollo cognitivo y psicológico completo de una persona, que le permite
razonar, anticiparse, planificar o realizar juicios críticos, y que a la edad
de 18 o 19 años aún está incompleto.
Además, es necesario hacer un
relevamiento integral de la situación de los menores que delinquen, que debe
ser fruto de una estadística real y presente: en el ámbito social, cultural, familiar
y económico, para entender mejor las causas de sus acciones y permitir una intervención
más efectiva del Estado, por lo que se hace necesario un trabajo de prevención urgente
que implica un mayor compromiso. También contar con el presupuesto necesario
para acompañar a menores en conflicto con la ley, pero también de todas las
Instituciones que forman parte de la sociedad civil, con profesionales idóneos
y comprometidos. ¿Un criminal nace o se hace? Una pregunta que requiere una
mirada a fondo, que de alguna manera nos haga recordar y repensar también a
nosotros “¿qué llegará a ser este niño?” 3,
para poder acompañar y encauzar la vida y la formación de nuestros menores
hacia un futuro prometedor, sin mutilar los derechos fundamentales que
posibilitan un legítimo desarrollo.
“Necesitamos a los jóvenes,
necesitamos su creatividad, sus sueños y su valentía, su simpatía y sus
sonrisas, su alegría contagiosa y también esa pizca de locura que saben llevar
a cada situación, y que ayuda a salir del sopor de la rutina y de los esquemas
repetitivos en los que a veces encasillamos la vida” 4. Los necesitamos, pero NO presos, sino como parte de una sociedad
más justa, sana, solidaria, que los incluya para participar y evolucionar, no
encerrados en una decadente y oscura involución.
Nunca el encierro, ni penas
más duras, ni la baja de la imputabilidad, son la solución para detener la
violencia. Son salidas superficiales y sin lógica de solución hacia el futuro.
“La esperanza cristiana no es
un fácil optimismo, ni un placebo para incautos… no es negación del dolor y de
la muerte” 5 por eso, es importante
pensar acerca de la implementación de la ley, pues las estadísticas no
justifican su aplicación. Se conoce que los delitos cometidos por adolescentes
entre 14 y 16 años representan el 0.4%, un porcentaje bajo del total de delitos
en el país y que el porcentaje de participación en homicidios es del 0.7% 6. Además, las normativas
internacionales y recomendaciones de organismos como Unicef y la ONU, sugieren mantener
una edad mínima alta para la imputabilidad, protegiendo los derechos de los
menores.
Es necesario pensar con
esperanza la realidad de los niños y jóvenes, “la esperanza que lo arrastra
todo… que ve lo que será… ama lo que será... Y hace andar a todo el mundo»7.
Tanto Monseñor Jorge Lozano
como otros Obispos expresaron su negativa ante la posibilidad de bajar la edad
de imputabilidad a los menores. La Iglesia Católica insiste en la prevención.
Por lo tanto, desde nuestra
perspectiva cristiana y de compromiso con la realidad Carcelaria, conociendo de
cerca todo lo que está en relación con el delito y la justicia, afirmamos, como
ya lo hemos hecho en otras oportunidades, un “No a la baja de la edad de la imputabilidad”.
Estamos dispuestos a seguir dando razones de nuestra esperanza y una vida nueva
para todos, en un mundo de hermanos, donde todos tengamos las mismas
oportunidades y posibilidades para crecer y salir adelante en la vida.
1 Papa Francisco. Audiencia General, 23 de
septiembre de 2020.
2 La baja de la edad de imputabilidad para niños
y jóvenes. Reflexiones en torno a equívocos, mitos y realidades, Carlos
Ciappina
3 Lc. 1, 66.
4 Papa Francisco. Audiencia General, 23 de
septiembre de 2020.
5 Mensaje del Santo Padre Francisco Para la
XXXVIII Jornada Mundial de la Juventud.
6 Base General de Datos de Niños, Niñas y
Adolescentes. Corte Suprema de la Nación. Informe Estadístico 2023.
7 El pórtico del misterio de la segunda virtud,
Charles Péguy, Madrid 1991, 21-23.
Comisión Episcopal de Pastoral Carcelaria.
Secretariado
Nacional
8
de agosto de 2024