El Obispo pidió a Dios, por intercesión de San Roque, “que tengamos una fe viva, una esperanza alegre y un amor comprometido”, especialmente con “quienes están afligidos, enfermos, solos, ancianos”.
Durante la tarde del viernes
16 de agosto, una gran cantidad de fieles y devotos se dieron cita para
participar de la procesión y Misa de cierre de las fiestas patronales de San
Roque en el Santuario y Parroquia con sede en La Chacarita, departamento Capital.
El tañido de las campanas
anunció la salida de la imagen del santo patrono de los enfermos, que fue
recibido con fervor por los fieles y devotos apostados enfrente del templo
parroquial.
Inmediatamente se inició la procesión
alrededor de la plaza, con las imágenes de San Roque y del Beato Mamerto
Esquiú, que continúa peregrinando por distintas comunidades. Participaron el obispo
diocesano, Mons. Luis Ubanč, el párroco, padre Carlos Figueroa, y el padre Juan
Manuel Romero López, sacerdote que acompaña la tarea pastoral en esa comunidad,
quienes caminaron juntos con los feligreses. En el trayecto se rezaron los
misterios del Santo Rosario y se elevaron cantos de alabanza a Dios y al santo patrono.
Entre el sonido de las
campanas, vivas y aplausos, las sagradas imágenes fueron recibidas en el atrio
del templo, donde se ofrecieron danzas folclóricas en homenaje a San Roque.
Luego del ingreso de las
sagradas imágenes al templo parroquial, se celebró la Santa Misa en la que se
rogó especialmente por los enfermos y sus familias. La misma fue presidida por Mons.
Ubanč, quien en su homilía destacó la figura de San Roque, santo que “ha calado
profundamente en la vida de los cristianos, sobre todo por ese ejemplo de vida de
ponerse al servicio de los más pobres y los enfermos. Sabemos por la historia
que era de una familia muy rica, sus padres murieron pronto y quedó huérfano de
padre y madre siendo jovencito; entonces decidió poner su vida al servicio de
los más necesitados, a cuidar a los enfermos de las pestes, o aquellos que
peregrinaban a distintos lugares haciendo penitencia para pedir perdón de sus pecados,
peregrinaciones que a veces duraban un año”.
Afirmó que “los cristianos
estamos llamados a ser santos, por eso la Iglesia a lo largo del año nos
propone infinidad de ejemplos de santidad, tanto de mujeres como de varones, de
niños, adolescentes, adultos, ancianos, matrimonios, profesionales santos, para
hacernos saber que todos podemos ser santos”.
Poniendo como ejemplo a San
Roque, “un hombre de oración, que como laico supo descubrir siempre la voluntad
de Dios y la cumplió”, dijo que todos estamos invitados “a aspirar a una vida
santa, haciendo en todo momento la voluntad de Dios”.
Después reflexionó sobre el Evangelio
proclamado referido a las Bienaventuranzas, en el que Jesús “comienza diciendo:
‘Felices los que tienen alma de pobres’,
y eso quiso tener San Roque, él tenía muchos bienes y se los dio a los pobres y
se puso a servir a los más necesitados, quiso tener alma de pobre. Luego dirá: ‘Felices los afligidos porque serán
consolados’, él sufrió muchas aflicciones y después de andar muchos años
sirviendo en hospitales y orfanatos, regresa a su pueblo Montpellier, avejentado,
ni siquiera su familia lo reconoce, y cae preso y muere preso. Fue un hombre
que optó por vivir en medio de los que menos tienen y hoy venimos a suplicarle
que nos ayude”.
También invitó a que “le
pidamos al Señor, por intercesión de San Roque que tengamos una fe viva, una
esperanza alegre y sobre todo un amor comprometido, un amor hacia Dios y hacia
el prójimo”, especialmente a “quienes están afligidos, atribulados, enfermos, marginados,
solos, ancianos, ahí tenemos que poner nuestro corazón, así seremos bendecidos
por Dios y podremos participar de su gloria en el Cielo”.
Luego de la bendición final,
el Obispo tomó en sus brazos la imagen de San Roque y la acercó para que nos
fieles la saludaran y tomaran gracia antes de llevarla hasta la urna donde
permanece para su devoción el resto del año.