Camino a la Beatificación

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31 agosto 2018

La Santa Sede capacita sobre la renovación del proceso de nulidad matrimonial


Mons. Pío Vito Pinto y Mons. Alejandro Bunge.
Con cerca de 200 participantes, entre sacerdotes y laicos, de las Arquidiócesis, Diócesis y Prelaturas de la Región NOA, desde el miércoles 29 de agosto se vienen desarrollando las Jornadas sobre Procesos de Nulidad Matrimonial, que tiene como anfitriona a la diócesis catamarqueña.
El abordaje de esta problemática actual, a la cual el Papa Francisco busca dar respuesta, requirió la presencia en nuestra ciudad de Mons. Pío Vito Pinto y Mons. Alejandro Bunge, Decano y Auditor, respectivamente, del Tribunal Apostólico de la Rota Romana, el órgano de apelación de la Santa Sede. Se trata de dos representantes eclesiásticos que conocen a fondo la renovación del proceso de nulidad matrimonial, propuesta por el Santo Padre, luego del
Sínodo de la Familia (2015), que dio a luz su Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia” sobre el amor en la familia.
Ambos prelados llegaron a Catamarca por invitación del Obispo de Catamarca, Mons. Luis Urbanc, en el marco de la Semana de Formación del Clero catamarqueño, y la propuesta se hizo extensiva a sacerdotes y laicos del Noroeste Argentino. El viernes 31 de agosto al mediodía terminó la capacitación para más de 60 sacerdotes, y por la tarde comenzó la destinada a más de 120 laicos, que culminará el sábado 1 de septiembre.
Mons. Alejandro Bunge es el primer juez argentino de la Rota Romana, y nos brindó algunas precisiones sobre el sentido de este espacio de formación, que tiene lugar en la Casa de Retiros Espirituales Emaús.
Explicó que el órgano al que representa “es el Tribunal que tiene el Papa para recibir las apelaciones de las causas de cualquier tribunal eclesiástico. Entonces es un tribunal que juzga las causas que le llegan en nombre del Papa y con la autoridad del Papa. Normalmente casi todas las causas se refieren a las nulidades matrimoniales”.

“Somos 21 jueces de muchos lugares del mundo, por primera vez después de muchos siglos, la mayor parte somos de otros lugares, no solamente de Italia. En este momento hay siete de Italia, dos de España y uno de cada país, como El Líbano, Israel, Polonia, México, Eslovaquia, Argentina, Brasil. Como se reciben causas de cualquier lugar del mundo, esta variedad nos permite tratar de entender de la manera más cercana posible cada cultura, cada historia, porque eso es lo que ayuda a que haya un juicio preciso”, continuó.
El prelado definió el matrimonio como “un regalo que Dios ha hecho a la humanidad, la vocación más plena, al punto tal que dice el Libro del Génesis que la imagen de Dios no es sólo el varón, sólo la mujer, sino la unión del hombre y la mujer. Ésa es la imagen de Dios,
una comunión de vida, de amor para toda la vida, con la finalidad de hacer crecer al hombre y a la mujer y extenderse en la procreación y la educación de los hijos”.
A partir de este concepto explicó la nulidad matrimonial: “Esta realidad del matrimonio es algo muy serio, y para que pueda realizarse válidamente esa alianza requiere condiciones, saber lo que se está haciendo, quererlo y poder hacerlo libremente. Si alguien no tuviera la libertad para decidir su matrimonio, fuera presionado, obligado, cuando ha habido convivencias que han durado muy poco, semanas, meses, o estuviera en un momento, una situación de alteración psíquica que le impidiera tomar una decisión libre y consciente, entonces esa alianza o pacto matrimonial, partiría de un momento falso. Entonces se dice que es un matrimonio nulo, no existe, porque el arranque fue fallido, es decir no existió el consentimiento matrimonial libre y consciente dado por las dos partes”.
“Cuando sucede eso y fracasa el matrimonio, las personas pueden tratar de que la Iglesia, mirando con la autoridad del Obispo en la diócesis y del Papa para la Iglesia Universal, estudiando el caso particular, llegue a la convicción, la certeza de que ese matrimonio es nulo, y entonces el tribunal declara la nulidad”, afirmó.

Allanando el camino

También aseveró que “esto existió desde siempre, pero en los últimos años, el Papa Francisco, conociendo la realidad que hoy enfrenta el matrimonio y la familia, se dio cuenta que era necesario agilizar los procesos de nulidad matrimonial, el camino que hay que realizar para declarar la nulidad del matrimonio, de modo que todas las personas que se encontraran en esta situación pudieran recurrir al tribunal más cercano en forma ideal”. Por ello, “el Papa Francisco dice que en cada diócesis, en la medida de lo posible, cada obispo conforme su tribunal eclesiástico”, agregó.
A partir de “la renovación del proceso de nulidad, el Papa nos pide a quienes estamos en su tribunal que vayamos a donde nos llamen, a todos lados a explicar cómo se hace, cómo pueden los fieles acceder a esta declaración de la nulidad. El Obispo de Catamarca nos ha invitado y hemos venido con mucho gusto a tener este encuentro con los sacerdotes y con los laicos que quieren ayudar al obispo y al tribunal de la diócesis a extender su servicio a todos los fieles que puedan preguntarse si su matrimonio fracasado quizás es nulo”.
En este afán de la Iglesia de allanar los caminos frente a esta realidad, el  Auditor de la Rota Romana señaló que “la reforma del proceso ha consistido en simplificarlo, sigue siendo un proceso judicial, porque el matrimonio es indisoluble, entonces hay que tener mucho cuidado de no deshacer un vínculo que existe. Es complejo, pero se ha tratado de simplificar lo más posible, y esto ayuda a que más personas puedan animarse a plantear la pregunta sobre la validez de su matrimonio”.
Sobre el panorama en nuestro país, dijo que “he podido verificar en estos días que hasta la existencia de este nuevo proceso había 8 tribunales eclesiásticos para toda la Argentina; hoy ya son 23 y, seguramente, irán multiplicándose a medida que se vayan preparando personas capaces de hacer esta tarea”.
Asimismo, enfatizó que “esta preocupación hay que unirla a otra central, pues no basta con tribunales que ayuden a detectar y declarar los matrimonios que son nulos, la tarea que el Papa impulsa en la Iglesia es mucho más amplia. Se trata de sanar a las familias, acompañarlas, desde que se van preparando para celebrar el matrimonio hasta cuando lo han celebrado hay que seguir acompañándolos para que den fruto, no fracasen y no haya que plantearse nulidades, aunque eso es difícil porque nuestra naturaleza es humana”.

 Diferencia entre nulidad y anulación
Mons. Bunge explicó la diferencia entre nulidad y anulación, apuntando que “es una diferencia que parece pequeña, pero no lo es, porque anular es deshacer algo que existe, en cambio declarar la nulidad es simplemente constatar que algo que parecía que existía nunca existió. Por eso las sentencias de los tribunales eclesiásticos sobre los matrimonios, lo único que hacen es constatar una realidad y declarar lo que constatan, pero no pueden disolver un vínculo que existe”.
“Declarar nulo significa que la persona queda libre para una nueva unión, salvo los casos en los que el motivo de la nulidad es una incapacidad que todavía está presente en la persona, entonces antes de celebrar un nuevo matrimonio hay que ayudar a la persona a superar esa incapacidad, a veces de naturaleza psíquica, hay una inestabilidad emocional, que hay que sanar para evitar un nuevo fracaso y probablemente caer en un matrimonio nulo. Eso es una medida prudente en los casos en los que se ve que hay algo que todavía necesita ser sanado”.
El Juez eclesiástico del Vaticano estimó que si bien hay una demanda de estas causas, “podría ser aún mayor, en la medida que los obispos y sus párrocos vayan tomando conciencia de que hay muchas situaciones en las que el matrimonio fracasado además es nulo, y logren aclarar estas situaciones haciendo esa tarea trabajosa, humilde, sencilla, pero constante de acompañar a las personas, verificar sus fracasos y sus motivos. A medida que se vaya haciendo más intensamente este trabajo se podrá ayudar a los fieles a que tomen conciencia y pidan la declaración de su nulidad”. En esta tarea pueden acompañar “los laicos que trabajan en la pastoral familiar para que todos tengan mayor conciencia de esto y puedan ayudar más en este camino”, dijo.
Finalmente, indicó que “la situación del matrimonio y de la familia hoy no se puede decir que está en crisis, pero sí que nuestra cultura la tiene muy descuidada. Hay una cantidad de situaciones que hacen que el Papa tenga casi como un eje de su tarea pastoral volver a la familia como la fuente de la sociedad y de la Iglesia misma”. Esta preocupación se plasmó “ya en dos reuniones de obispos de todo el mundo, que se llaman sínodos, y ahora en octubre habrá un tercer sínodo, esta vez dedicado a los jóvenes, a la fe y la vocación de los jóvenes. Son todos pasos tratando de mover a toda la Iglesia a atender esta urgencia, que es sanar desde el corazón a las familias, porque de ello depende el buen camino de la vida de los hombres y las mujeres de nuestra tierra”.