Queridas
Mamás:
¡Que el
Señor y la Virgen Madre las bendigan en este día y todos los días de su
vida! ¡Que experimenten siempre la
felicidad de ser mamás! ¡Den gracias a Dios por este don de su Misericordia y
nunca dejen de cobijarse en Él!
Es obvio que si hoy saludamos a las
mamás, no podemos dejar de lado a ese hombre que llamamos papá. Ser papá o ser
mamá es la resultante de la relación de un hombre y una mujer, no se conciben
estas realidades sin ella. ¡Qué hermoso es cuando en un hogar se lo celebra en
plenitud! ¡Qué triste cuando no es así! Mi oración a Dios, Padre de todos los
seres humanos, por todas aquellas mamás que no viven en plenitud lo querido por
Él; que Él les siga dando la fortaleza de llevar adelante su tarea.
Cuánto debemos agradecer a las mamás
que sacaron fuerzas de donde no tenían
para llevar adelante la gestación de sus hijos. ¡Gracias, queridas
mamás!
Gracias porque han soportado
angustias, miedos, tormentos, incomprensiones, dolores, para acoger, en este
mundo y para la eternidad, el precioso don divino de un nuevo ser humano, que
es ‘imagen y semejanza’ de Dios.
Gracias por las incontables noches
sin dormir velando el sueño, asumiendo los problemas, o sufriendo las enfermedades
de sus hijos.
Gracias
por la proverbial paciencia acompañando el crecimiento de sus hijos.
Gracias
por tanto aprender de nuevo para ayudar en sus tareas a los hijos en edad
escolar y de postergar muchas cosas con tal de ver crecer a sus hijos.
Gracias
por tantas lágrimas derramadas y tantas disimuladas con una alegre sonrisa tan
sólo para no preocupar a sus hijos de sus íntimos problemas o desavenencias.
Gracias
por los sabios, sencillos y reiterados consejos que dan a sus hijos.
Gracias
por su respetuoso acompañamiento en los duros años de la adolescencia.
Gracias
por no disimular ni callar cuando el peligro o lo inconveniente está cerca de
sus hijos; y por enfrentarse ante cualquier amenaza para defender y proteger.
Gracias
por estar dispuestas a dar la vida con tal de hacer felices a sus hijos y
darles la oportunidad de vivir.
Gracias
porque hacen el prodigio de que cada nuevo ser humano balbucee las sagradas palabras
‘papá’ y ‘mamá’.
Ruego
a san José, el varón justo y a su esposa, la Virgen María, que en este día les
ayuden a percibir más claramente la divina misión de ser MADRES. ¡Paz y Bien!
Mons. Luis Urbanč