El 6 de julio, el Pbro. Carlos Ibáñez llevó a
cabo la presentación de la Encíclica “Laudato si”, escrita por el Papa
Francisco, en el Salón del Centro Educativo y Cultural Diocesano Virgen del
Valle. Un variado público, entre sacerdotes, religiosas, docentes, estudiantes
y laicos en general, se dio cita para compartir la exposición evidenciando
mucho interés por la temática.
En el inicio de su charla, el Padre
Ibáñez dijo a la audiencia que “el documento ‘Laudato si’ del Papa Francisco es
una encíclica, es decir: un texto que pretende tratar de un modo más o menos
completo, circular, la cuestión abordada. Con este texto el Papa intenta
dialogar, es decir: intercambiar ideas, pareceres, opiniones, preocupaciones,
proyectos. Para este intercambio el Papa abre su espíritu a ‘todos’; no es,
pues, un diálogo tan sólo con los
creyentes; se extiende a todas las personas
de buena voluntad que deseen responder a esta invitación papal. Y el tema que
propone es la ‘casa común’, es decir, la tierra con toda la problemática que
plantea”.
Asimismo, contextualizó que “el ámbito
en que se desarrolla la temática es eminentemente teológico, ya que procura
profundizar la fe en el contexto del misterio de la creación. Es de teología
moral, ya que nos ilumina en orden a la acción, enriqueciendo la Doctrina Social de la Iglesia. Es de teología
espiritual, ya que se inspira en y tiende hacia la espiritualidad cristiana en
su relación con la creación. Y es de teología pastoral, porque nos indica caminos
de diálogo y acción intra y extraeclesial”.
Preocupación
por la cuestión ecológica
En otro tramo de su exposición, el
sacerdote explicó que “no es la primera
vez que un
Papa se muestra preocupado por la cuestión ecológica. El mismo
Francisco recuerda las intervenciones de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto
XVI, quienes recogieron la reflexión de innumerables científicos, filósofos,
teólogos y organizaciones sociales que enriquecieron el pensamiento de
Luego agregó que “también otras
Iglesias y Comunidades cristianas, como asimismo otras religiones, han
desarrollado una amplia preocupación y una valiosa reflexión sobre estos temas
que nos preocupan a todos y que encuentran en San Francisco de Asís la cima que
debiéramos alcanzar, la meta hacia la que debiéramos tender”.
Un
nuevo diálogo que nos una
El expositor interpretó que “no es
intención del Papa conversar infructuosamente con los Estados, los organismos, las
comunidades y las personas. Ante el gravísimo problema que plantea la cuestión
ecológica e impulsado por la esperanza que no defrauda, el Papa pretende unir a
toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral,
convencido de que las cosas pueden cambiar. Por eso dirige una invitación
urgente a un nuevo diálogo sobre el modo cómo estamos construyendo el futuro
del planeta, porque necesitamos una conversación que nos una a todos, ya que el
desafío ambiental grande y urgente que
vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos”.
Sobre
el contenido
En una síntesis del contenido, afirmó
que “a partir de estas premisas y adoptando el método de ver, juzgar y actuar,
comienza el Papa exponiendo los distintos aspectos de la actual crisis
ecológica con el fin de asumir los mejores frutos de la investigación
científica actualmente disponible, dejarnos interpelar por ella en profundidad
y dar una base concreta al posterior itinerario ético y espiritual. Se eleva
luego a las fuentes de la tradición judío-cristiana para buscar los grandes
criterios que iluminan y guían la reflexión y la acción, sin olvidar los conos
de sombra que provienen de las raíces, principalmente humanas, de la actual
situación. Finalmente propone una ecología que, entre sus distintas
dimensiones, incorpora el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus
relaciones con la realidad que lo rodea, avanzando después por amplias vías de
diálogo y de acción que involucran a todos, para terminar con la propuesta de
algunas líneas de maduración humana inspiradas en el tesoro de la experiencia
espiritual cristiana”.
“La extensa encíclica abarca una
introducción, seis capítulos y dos oraciones para compartir, todo lo cual está
atravesado por algunos ejes que el mismo Papa indica y que consisten en algunas
convicciones muy arraigadas en su corazón. Estos ejes vuelven una y otra vez a
lo largo de la encíclica, dándole una apariencia de continua reiteración de
conceptos, aunque el Papa ya nos anuncia al comienzo que así discurrirá la
reflexión, para subrayar que, en su prudente visión, hay una íntima relación
entre los pobres y la fragilidad del planeta; que en el mundo todo está
conectado; que el nuevo paradigma y las formas de poder que derivan de la
tecnología son insostenibles; que es menester buscar otros modos de entender la
economía y el progreso; que cada criatura tiene un valor propio; que la
ecología tiene un sentido humano; que es tiempo de arrostrar debates sinceros y
honestos sobre la cuestión ecológica; que en este asunto hay una grave
responsabilidad de la política internacional y local; que la cultura del
descarte tiene mucho que ver en el problema; y que es urgente proponer un nuevo
estilo de vida”, enfatizó el P. Ibáñez.
Finalmente, en un discurso corrido, hizo
una síntesis de toda la Encíclica.