La profesora Josefa
Leguizamón, integrante del Gran Ballet Argentino, dirigido por el profesor
Miguel Ángel Tapia, vivió una experiencia inolvidable en su gira internacional,
que incluyó el Vaticano, donde todos los miembros del grupo recibieron la bendición
del Papa Francisco.
Muy emocionada comentó que
“este viaje será inolvidable ya que fuimos grandes privilegiados, porque el
Papa Francisco dialogó con nosotros y nos bendijo. Extendió sus dos manos y le
pedí en la mano izquierda bendiciones para su provincia, Catamarca, y en la
mano derecha para su pueblo, Chumbicha, y cada una de su gente. Y el Papa
Francisco lo hizo con su humildad y cariño especial para los argentinos, con
una luz que irradia, que desde ahora será mi guía y esperanza. Con su sonrisa a
flor de labios nos dio su bendición a todo el grupo y nos agradeció la visita”.
También dijo que “es difícil
describir con palabras lo que se vive y se experimenta en el Vaticano. El
corazón tiene un ritmo distinto, la ansiedad supera todo control, y más aún, el
canto argentino, Argentina resuena en todas partes. La gente te ve con una
bandera argentina o camiseta con el nombre Argentina y te saludan con una
distinción que uno se queda sin palabras”.
Además, afirmó que mientras
esperaban al Papa Francisco, compartieron himnos con turistas de distintos
países europeos, asiáticos, americanos, “todos con la misma emoción. A veces
escuchamos por la televisión que el Papa Francisco rompe todos los protocolos,
y es verdad, los custodios no saben con qué los va a sorprender cada día”,
describió. Y describió que “fue emocionante ver cómo niños y adultos en sillas
de rueda le abrían camino; los abrazaba y los besaba a cada uno de ellos, y él
les agradecía diciéndoles: ‘Ustedes me están bendiciendo a mí’”.