Pbro. Oscar Tapia, Delegado
de Animación Bíblica de la Pastoral
“Era
de esos párrocos rurales
que
se conoce todo el pueblo”
El Padre Niñoles, junto al
Padre Sonzini eran nuestros patriarcas, yo le solía decir el patriarca del
Oeste, son esas figuras emblemáticas de nuestra diócesis, las imágenes
sacerdotales concretas. Uno se forma con la imagen del Cura de Ars, el Cura
Brochero, pero después, aquí, hemos tenido grandes sacerdotes, que son las
figuras propias de nuestra diócesis, quienes nos han formado, nos han
formateado en el modo de vivir el sacerdocio.
El Padre Julio Niñoles
ejerció su ministerio siempre en el interior, era de esos párrocos rurales que
se conoce todo el pueblo. Me decía un compañero de curso que el Juez de
Tinogasta, Marcelo González, sentía una gran admiración por el Padre Julio, y comentaba:
‘Cuando llego a un caso, el curita llegó antes’. La asistencia a los enfermos,
a los accidentados, llegar frente a un moribundo formaba parte de su permanente
labor pastoral.
Era uno de esos párrocos
admirables, con la gente y con nosotros los curas también, porque siempre que
estuvo activo participaba de las reuniones del clero. Tenía un gran sentido del
humor, una fina ironía, una agudeza intelectual y sobre todo esa calidad de
gente que lo hacía querido por todos.
El mandó al Seminario a
muchos jóvenes, era también un formador de sacerdotes. Por lo que hizo por la
gente, por lo que hizo con nosotros en el clero, hoy lo extrañamos y también
agradecemos a Dios porque ha cumplido una misión. Ahora estamos seguros que el
Señor lo tiene en la gloria y que tenemos un intercesor ante el Padre Dios y
ante el Sumo Sacerdote Jesucristo, que nos protege desde la eternidad, que nos
va a ayudar a ser buenos curas en Catamarca.
Pbro. Julio Murúa, Párroco
de San José, Fray Mamerto Esquiú
“Valoro
el espíritu de compartir
con
sus hermanos sacerdotes”
El recuerdo que tengo de él
es que en todos sus años de curita, menos estos últimos que estuvo enfermo, siempre
tenía como un elemento valioso, como un valor, participar de las reuniones
sacerdotales. No se quedaba en su parroquia, suspendía todo y venía a compartir
tanto la jornada de formación permanente como el retiro espiritual, y eso para
nosotros era algo que valorábamos en él, que era un sacerdote mayor. Incluso en
estos encuentros teníamos la posibilidad de conversar con él y era muy dado con
los sacerdotes más jóvenes.
Recuerdo ese espíritu de
compartir, de allanarse a las generaciones más jóvenes, ese espíritu fraterno
que tenía el Padre y que valoro. Nunca me ha tocado compartir ninguna tarea
pastoral, pero si esos momentos con él y eran muy edificantes y agradables.
Pbro. Angel Nieva, Vicario
Parroquial de Santa Rosa de Lima
“El
Padre Niñoles ha sido un gran amigo,
y
doy gracias a Dios por esa amistad”
El Padre Niñoles ha sido un
gran amigo, y doy gracias a Dios por la amistad que nos ha brindado a toda mi
familia. Siempre se hospedaba en casa en las fiestas patronales de Banda de
Lucero, que es su segundo pueblo. Él había nacido en Santa Rosa y se crió en
Banda de Lucero, así que tenemos un gran recuerdo del querido Niñoles toda la
familia. En este pueblo, el salón lleva su nombre.
Un gran agradecimiento a
Dios, yo he tenido la gracia también de darle los sacramentos, la Unción, la bendición
papal, se ha confesado. Siempre concelebrábamos juntos hasta los últimos
momentos.
En todos los pueblos de
Tinogasta se están escuchando testimonios muy favorables, una queridísima
persona.
Pbro. Moisés Pachado,
Párroco de San Francisco de Asís, Andalgalá
“Amaba
a la Iglesia, a la Diócesis, a la
Parroquia,
con todo lo que eso conlleva”
Lo conocí ya grande como
sacerdote, como persona, y realmente tengo una imagen muy buena de él por
muchas razones, porque ha sido un hombre de profunda fe, porque todo lo hacía
por eso, con mucho amor a la Iglesia y su amor a la Diócesis. Digo esto porque
ha tenido prácticamente una vida intachable, siempre lo hemos visto vivir su
vida sacerdotal, su vida eucarística, su bautismo, podríamos decir, la
potencialidad de lo que significa el bautismo en cualquier cristiano y, sobre
todo, en un sacerdote, y más todavía esa vocación sacerdotal que él ha llevado.
Hemos visto que amaba a la
Iglesia, amaba a la Diócesis, a la parroquia porque él siempre ha estado
integrado a la vida diocesana, ya sea trabajando en la parroquia con todo lo
que eso conlleva, en su integración al presbiterio, a los sacerdotes. Ha sido
un ejemplo para todos nosotros, siempre participaba en las reuniones tanto del
decanato como en la vida diocesana, retiros espirituales, asambleas, semana de
pastoral, siempre ha estado presente. Eso es lo que me ha movido a viajar
semejante distancia (desde Andalgalá) para estar hoy acá, por lo menos decirle
adiós y darle gracias a Dios, darle gracias a él por todo lo que ha hecho por
la Diócesis, por la Iglesia.
Ha sido muy ejemplar en la
animación de la vida sacerdotal para otros, ha cobijado a muchos sacerdotes más
jóvenes en su vida, en su ejemplo. Y muy querido por todos donde ha estado,
sobre todo acá, en Tinogasta, hace 95 que ha llegado y hace muy poquitito que
ha dejado su ministerio, intachable, Dios le ha dado una larga vida acá en la
tierra, en su misión, y yo pienso que así será la eternidad para él.
Pbro. Víctor Hugo Vizcarra, Párroco
de Belén
“Ha
sido precioso su testimonio, su don de
gente
y la mirada que tuvo hacia la gente”
El Padre Julio Niñoles ha
sido un ejemplo para muchas generaciones de sacerdotes, por su experiencia como
de sacerdote patriarca de la Diócesis ha sido precioso su testimonio, en cuanto
a austeridad, su don de gente y la mirada que tuvo hacia la gente especialmente
en Tinogasta.
Ese humor que siempre lo ha
caracterizado sobre todo junto a los seminaristas, a los curas jóvenes, ha sido
siempre un nexo para el clero. Creo que uno de los ejemplos más claros que nos
ha dejado es que a pesar de la distancia, a pesar de su enfermedad, a pesar de
todo, siempre estuvo presente en las reuniones de los sacerdotes, en los
retiros espirituales, en los acontecimientos. Era como que convocaba con
alegría, con una paternidad de abuelo al clero, para mí eso es lo más
significativo de su testimonio. Ojalá Dios nos dé la gracia de tener esa
amplitud de corazón, esa amplitud de mente, esa experiencia de vida que a cada
paso con su buen humor, con su consejo paternal, nos iba ayudando a los curas. Y
darle gracias a Dios por habernos dado el don de compartir la vida del Padre
Niñoles y el testimonio de su alegría de vivir su ministerio en la Iglesia
hasta el último momento.