“El
que no es capaz de morir a su propio egoísmo, no podrá
compartir la vida nueva que nos regala Jesús”
El Obispo Diocesano, Mons.
Luis Urbanc, presidió la celebración de Domingo de Ramos a las 21.00, en la
Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle.
La ceremonia dio inicio con
la bendición de los ramos en el ingreso al templo, desde donde los fieles
marcharon en procesión para continuar con el desarrollo de la Santa Misa.
Durante su homilía, Mons.
Urbanc expresó: “Hemos iniciado jubilosos la gran Semana Santa con este Domingo
de Ramos. Y estos días son días para acompañar a Jesús en su sufrimiento por
nosotros, porque Él sufrió por causa de nuestros pecados para liberarnos”.
En este sentido consideró
que “tenemos que sensibilizarnos frente a esta verdad que es el cometido de
celebrar todos los años la Semana Santa. Pero todavía somos duros de
corazón porque cuántos años
seguimos celebrando estos momentos y no
hemos cambiado. El Señor en su infinita misericordia nos está dando una nueva
oportunidad para que nos arrepintamos, si estamos acostumbrados a la mentira,
al odio, a las calumnias, a la
vagancia, cambiemos nuestra forma de vivir. Tenemos
un fundamento: Jesucristo entregó su vida a fin de que nosotros podamos volver
a la comunión con Dios para ser felices. Y
el hombre ha sido creado para ser feliz. Solamente lo lograremos si nos acercamos a la cruz de Jesús, dispuestos
a morir y resucitar con El”.
En otro tramo de su
predicación, el Obispo exhortó a los presentes a que “pidamos la gracia de que
el Señor nos dé el estremecimiento
interior ante tanta injusticia y atropello que sufrió Jesús por cada uno de
nosotros. Él se sube a la cruz y no se baja de ella aunque muchos lo incitaban a
que se baje para creer en El. Nosotros muchas veces nos queremos bajar de la
cruz porque tenemos miedo al fracaso, a la muerte e inclusive al qué dirán.
Jesús dice: ‘El que
persevere conmigo
hasta el fin se salvará’. Entonces aprendamos de Jesús, que cuando hemos
asumido una tarea, una misión hay que llevarla hasta el final. Ojalá que todos
aquellos que han dado un paso al sacramento del Matrimonio o del Sacerdocio, hoy miremos a Jesús y no nos bajemos de la cruz porque seríamos
traidores y seguramente no participaremos de la salvación”.
Asimismo, dijo que “si
nosotros queremos ir al Cielo como Jesús, tenemos que pasar por el camino del
calvario. El Señor no quiere que obviemos el camino del dolor. Todos tenemos el
dolor, lo importante es asumirlo, aceptarlo, vivirlo, entonces fruto de eso
será participar de la salvación. Como
dice la canción hay que morir para vivir, el que no es capaz de morir a su
propio egoísmo, caprichos, antojos, sus
puntos de vista, no podrá compartir la vida nueva que nos regala Jesús. Y esto
lo repetimos año tras año, no hay otro camino para vivir la salvación”.
Por último, rogó “a la
Santísima Virgen María, nuestra Madre,
que Ella nos ayude a hacer este camino de Jesús. Que verdaderamente al final hayamos tomado la
decisión de ser cada vez más fieles a Jesús y no sacarnos la cruz de encima
sino todo los contrario, abrazarla sabiendo que esta cruz nos salva”.