“La pasión de Jesús es un tesoro inagotable de
gracias”
Queridos
Catamarqueños:
Por medio de este
escrito los invito a detenerse a reflexionar sobre el Acontecimiento de la
Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre.
Jesucristo es presentado por los
profetas como el Siervo obediente que acepta el sufrimiento injusto para
liberar a los culpables.
Decía el Papa emérito
Benedicto XVI: "Dios es la realidad fundante, no un Dios sólo
pensado o hipotético, sino el Dios de rostro humano; es el Dios-con-nosotros,
el Dios del amor hasta la cruz. Cuando el discípulo llega a la comprensión de
este amor de Cristo "hasta el extremo", no puede dejar de responder a
este amor sino es con un amor semejante: "Te seguiré adondequiera que
vayas" (Lc 9,57)"(Discurso inaugural de la conferencia de
Aparecida).
Este año se nos propone meditar el
relato de la Pasión según san Lucas quien remarca que Cristo padeció y murió por nosotros y nuestros
pecados.
En cuanto a la
interpretación del acontecimiento, desde la fe, podemos decir que Jesús sufre y
muere por nosotros: este “por” abarca
los dos sentidos: por causa de nuestros pecados y en favor nuestro, en
lugar nuestro.
En los
padecimientos de Cristo como acontecimiento hay que tratar de captar su
dimensión interior. Más aún, Lucas, en su relato, evita contar los
detalles crueles y humillantes de la pasión motivado por su veneración y
admiración por Jesús. Ante todo tenemos que considerar que Jesús, inocente y
sin pecado, asume hasta el fondo la separación de Dios que provoca el pecado,
se sumerge en el abismo del sin-sentido, en la oscuridad total. Esta es
la pasión del alma de Cristo.
Decía el cardenal
Martini: "Nosotros
no somos capaces de entender la Pasión de Jesús; ella no nos habla sino a
través de una gracia de Dios. Cada uno reaccionará, pues, meditándola, según la
gracia correspondiente a su estado de oración, que puede ser estado de
purificación, de búsqueda, de iluminación. En efecto, no podemos forzar en
nosotros una conformidad distinta a nuestro estado presente".
La pasión de Jesús es un tesoro inagotable de gracias. En ella todos los
detalles tienen un significado profundo y nos ponen ante la manifestación del
amor divino. La pasión de Jesús nos impulsa a la humildad. Sabemos, en efecto,
que también nosotros formamos parte de la humanidad que se encarnizó con el
Hijo de Dios. Ahora bien, la pasión de Jesús nos brinda también una esperanza
firme. Sabemos que Jesús venció el mal y la muerte, los venció por nosotros, a
fin de comunicarnos su victoria. Tras la pasión de Jesús, y gracias a ella,
podemos caminar con la cabeza alta, porque sabemos que Jesús nos ama hasta ese
punto, y porque su pasión transforma toda nuestra vida de una manera positiva,
obteniéndonos – como aconteció con él – vivir una vida nueva. ¡Cómo no
mostrarnos agradecidos con el Señor, y cómo no acoger estas gracias preciosas,
capaces de transformar todo el mundo!
Por tanto, renovemos nuestra fe en el misterio del amor misericordioso
de Dios manifestado en la pasión de Cristo pues "creer en la caridad suscita caridad". Es decir, la
contemplación o mirada creyente e involucrada ante la Pasión del Señor
despertará en nosotros el amor a Dios y al prójimo.
8° Obispo de Catamarca