“El
sufrimiento y la marginación evidencian que no vivimos
en el amor y la luz que Dios nos ofrece en Jesús”
En la noche del miércoles 6
de abril homenajeó a la Virgen del Valle el ámbito del Deporte provincial y
municipal, directivos y miembros de clubes, federaciones, asociaciones
automovilísticas, Club Autos de Epoca, Cámara de Comercio, Sindicato de Comercio
y Centro de Empleados de Comercio, durante la misa de las 21.00, presidida por
el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, en el marco de las festividades marianas,
en el 125° aniversario de su Coronación.
En el cuarto día del
Septenario, la temática propuesta ayudó a considerar a Jesús como el rostro de
la Misericordia de Dios Padre.
Durante su homilía, el
Pastor Diocesano dijo que “los textos bíblicos que acabamos de escuchar nos han
ayudado a reconocer que Dios está muy empeñado en salvarnos”, y que “en el
Evangelio Jesús nos afirma que tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo
único, para que quien crea en Él no muera, sino que tenga Vida Eterna. Esta es
la gran enseñanza de Jesús, es la expresión suprema de la
revelación cristiana.
El amor del Padre a la humanidad es la razón más profunda de toda la historia
de la Salvación. Y este amor se expresa en la entrega de su único Hijo”.
“Por tanto, creerle a Jesús
nos proporciona Vida; rechazarlo o ser indiferente es optar por la muerte;
creer en Jesús es vivir en la luz; no creer en Jesús es vivir en las tinieblas.
No hay término medio: o vivimos o morimos; o estamos en la luz o en las
tinieblas”, enfatizó Mons. Urbanc. Y agregó que “el sufrimiento y la
marginación en que viven millones de personas evidencian lo lejos que estamos
de vivir en el amor y la luz que Dios nos ofrece en Jesús. Ante esta
realidad
los cristianos tenemos que hacer como los Apóstoles: anunciar a Jesús
Resucitado, conscientes de que ‘hay que obedecer a Dios antes que a los hombres’,
y seguros de que cuando Dios quiere que algo vaya adelante, toda oposición
humana es ridícula”.
En la celebración, los
alumbrantes participaron de la liturgia de la Palabra y de la Eucaristía,
proclamando la Palabra de Dios y acercando los dones al altar.
Al finalizar la Santa Misa,
el Obispo bendijo los autos de época presentes en el Paseo de la Fe.