Camino a la Beatificación

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04 mayo 2019

Los ámbitos del Deporte y del Comercio honraron a la Virgen


Mons. Urbanc dijo que “la Iglesia ve en el deporte un nuevo areópago de evangelización de modo que los deportistas encuentren la plenitud de sus vidas en Cristo”

En el sexto día del Septenario en honor a la #VirgendelValle, fiesta litúrgica de los santos Apóstoles Felipe y Santiago, durante la noche del viernes 4 de mayo, honraron a la Patrona de Catamarca los ámbitos del Deporte y del Comercio. La Misa presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Capellán Mayor del Santuario Mariano, Pbro. Lucas Segura.
Entre las autoridades presentes se encontraban el Director de Deportes de la Municipalidad de la Capital, Prof. Mariano Roberto Brunello;  el Secretario General del Centro de Empleados de Comercio, Sr. Roberto González, además de representantes de los organismos e instituciones
alumbrantes.
Luego de dar la bienvenida “a los hermanos del mundo del deporte y del comercio, que rinden su homenaje a la Madre de todos los catamarqueños”, Mons. Urbanc  afirmó que “los Obispos en el documento de Aparecida identifican el deporte como una manifestación cultural enraizada en la vida de nuestros pueblos y que viene siendo afectado por la globalización. Más aún, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que es una de las actividades modernas más típicas de la globalización en que todos los pueblos del mundo se ven identificados con su lenguaje simbólico universal y que reanima la cultura local”.
Destacó el carácter festivo del deporte, y expresó que “la Iglesia ve en el deporte un nuevo areópago de evangelización de modo que los deportistas encuentren la plenitud de sus vidas en Cristo”.

“El espectáculo deportivo contribuye a la movilidad y al turismo, pero también es un episodio del trabajo educativo y social de la Iglesia. Es un factor sociocultural gestionado en su mayor parte por los laicos. Por tanto, el deporte es un nuevo campo de misión que desafía a los discípulos misioneros a promover y generar acciones que busquen humanizar y evangelizar a cada uno de los segmentos que lo componen, dirigentes, entrenadores, preparadores físicos, deportistas, familiares de los deportistas”, manifestó, considerando que “lo cual está sugiriendo una tarea pastoral especializada,
es decir, una Pastoral del Deporte, que necesita una seria reflexión teológica, una diligente planeación pastoral y un plan de formación de agentes pastorales”.
En otro tramo de su mensaje indicó que “para la Iglesia, la economía es un ámbito fundamental de la existencia humana y, a la vez, un instrumento al servicio del hombre. Como tal, ésta debe ser respetada en las exigencias de su lógica propia, sin que ello excluya la necesaria regulación ética e incluso política de las actividades económicas”.
A la luz de la Palabra de Dios, señaló que “nos recuerda que si observamos los contenidos de nuestra fe, que en síntesis es vivir en comunión con Jesús Resucitado por amor, seremos salvos, de lo contrario habríamos creído en vano”. Por tanto, “toda posibilidad de cambio, y lucha personal por
cambiar modos de concebir la vida y conductas encuentran su único y contundente argumento en la Resurrección de Jesucristo. Así se entiende la lúcida enseñanza del Papa Benedicto XVI: ‘No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva’”.
Como en cada una de las celebraciones eucarísticas de las festividades marianas, luego de elevar las súplicas al Padre, se ofrecieron alimentos no perecederos, entre otros elementos para la atención de los peregrinos.
Antes de la bendición final, el Obispo junto con toda la asamblea rezó la Oración preparatoria para el Jubileo por los 400 años de la presencia de María entre nosotros.
Al concluir la Misa, el Pastor Diocesano se dirigió hasta el Paseo de la Fe, donde bendijo a un grupo de ciclistas que llegaron a los pies de la #VirgendelValle para venerarla.

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos devotos y peregrinos:
En este sexto día de nuestro septenario en recuerdo agradecido por los 128 años de la coronación pontificia de esta sagrada imagen de la Pura y Limpia Concepción, y celebrando la Fiesta de los santos Apóstoles Felipe y Santiago, nos hemos propuesto profundizar en esta jornada los fundamentos trinitarios y apostólicos de nuestra espiritualidad.

Antes de proseguir, doy la bienvenida a los hermanos del mundo del deporte y del comercio que hoy han querido participar rindiendo su homenaje a la Madre de todos los catamarqueños.

Los Obispos en el documento de Aparecida identifican el deporte como una manifestación cultural enraizada en la vida de nuestros pueblos y que viene siendo afectado por la globalización. Más aún, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos que es una de las actividades modernas más típicas de la globalización en que todos los pueblos del mundo se ven identificados con su lenguaje simbólico universal y que reanima la cultura local. El pueblo latino-americano-caribeño se comunica de esta manera con la otra parte de la humanidad en un lenguaje de confrontación y de fraternidad que no puede pasar desapercibido por los discípulos de Cristo. Los obispos resaltan con gran acierto el rasgo de la vital alegría de nuestros pueblos ligado el aspecto festivo del deporte. En cierto modo reiteran lo expresado por san Juan Pablo II que el deporte es fiesta y alegría. También la Iglesia ve en el deporte un nuevo areópago de evangelización de modo que los deportistas encuentren la plenitud de sus vidas en Cristo. El espectáculo deportivo contribuye a la movilidad y al turismo, pero también es un episodio del trabajo educativo y social de la Iglesia. Cabe destacar que es un factor sociocultural gestionado en su mayor parte por los laicos. Por tanto, el deporte es un nuevo campo de misión que desafía a los discípulos misioneros a promover y generar acciones que busquen humanizar y evangelizar a cada uno de los segmentos que lo componen, dirigentes, entrenadores, preparadores físicos, deportistas, familiares de los deportistas. Lo cual está sugiriendo una tarea pastoral especializada, es decir, una Pastoral del deporte, que necesita una seria reflexión teológica, una diligente planeación pastoral y un plan de formación de agentes pastorales.
Para la Iglesia, la economía es un ámbito fundamental de la existencia humana y, a la vez, un instrumento al servicio del hombre. Como tal, ésta debe ser respetada en las exigencias de su lógica propia, sin que ello excluya la necesaria regulación ética e incluso política de las actividades económicas.
En esta perspectiva, es erróneo oponer economía de la solidaridad a economía social de mercado, puesto que, siendo la economía la actividad productora de bienes, y habiendo confirmado la experiencia hasta la evidencia que esa actividad no prospera sino a través del ejercicio de las libertades que tiene el mercado como su instrumento, ello condiciona sin más la práctica efectiva de la solidaridad, y es lo único que permite superar la invocación meramente demagógica, o ideológica, de esta última.
Por otra parte, se afirma que la economía tiene en el trabajo su "principio". La práctica de la solidaridad y el respeto de la subsidiariedad convergen en permitir el desarrollo humano en el trabajo, al generar el medio adecuado para ello. El empleo es, por ende, la experiencia inmediata del trabajo entendido como este hombre que trabaja. A partir de aquí, surge la exigencia y el derecho a la propiedad privada.
Con Centesimus annus la Iglesia ha pasado en gran medida de la clásica crítica del capitalismo a la denuncia de la "sociedad de consumo" o del simple "consumismo", cuya lógica no puede reducirse sólo a la del capitalismo.
Las lecturas que fueron proclamadas nos ayudan para internalizar los fundamentos de nuestra espiritualidad cristiana, que debe animar sobre todo nuestro modo de obrar y nuestra conducta.
La Palabra de Dios nos recuerda que si observamos los contenidos de nuestra fe, que en síntesis es vivir en comunión con Jesús Resucitado por amor, seremos salvos, de lo contrario habríamos creído en vano (cf. 1Cor 15,2). Y, ¿qué es lo que nos trasmitió la Iglesia? “Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce. Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo. Además, se apareció a Santiago y de nuevo a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto” (1Cor 15,3-8).
Por tanto, toda posibilidad de cambio, y lucha personal por cambiar modos de concebir la vida y conductas encuentran su único y contundente argumento en la Resurrección de Jesucristo. Así se entiende la lúcida enseñanza del Papa Benedicto XVI: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus Caritas est, n° 1).
En el Evangelio, Jesús nos responde, como a Tomás que preguntaba por el sentido de la Vida: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí» (Jn 14,6).
Y a la expresión de Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta» (Jn 14,8), nos dirá: “El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?... Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras que hago ” (Jn 14,9-11).
En fin, le supliquemos a la Virgen Santa que le creamos a Jesús cuando nos dice: “Si ustedes piden algo en mi Nombre, yo lo haré” (Jn 14,14); así como Ella que siempre confió en la Palabra y en las promesas de Dios. Así sea.