A los hermanos
catamarqueños:
Debido
a las repercusiones que causó algún pasaje del contenido de la homilía que
pronuncié el 17 del corriente, en la capilla del Señor de la Agonía, en Palo
Blanco, Departamento Tinogasta, considero necesario hacer alguna aclaración y
pedir disculpas a quienes pude haber ofendido y que se sientan agraviados.
Creo
importante aclarar que el contexto era el de una celebración religiosa dentro
del templo para consagrar su altar y la dedicación del edificio sólo para el
culto, a pedido de los feligreses de Palo Blanco.
La
homilía es una profundización de los textos bíblicos, que en esa ocasión fueron
tomados del primer libro de los Reyes 8,22ss y del Evangelio de san Juan
2,13-22. Los que participamos de la celebración nos dejamos interrogar por la
Palabra de Dios para examinar nuestra vida, nuestros pensamientos, nuestro
compromiso como cristianos. Por tanto, no es un mensaje para los que no están.
De manera que, quien no está no podrá interpretar en sus matices lo que se
dice, ya que hay tonos de voz, silencios, miradas, gestos y un clima particular
que lleva a expresar preguntas para dar una respuesta ante el Señor y ante uno
mismo. Ya lo dice la carta a los Hebreos (4,12) que “la Palabra de Dios es viva
y eficaz y más cortante que espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma
y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y
las intenciones del corazón”.
Querría
reafirmar una convicción, que aplaudo toda gestión que se hace para construir
casas y así lo expresé cada vez que me invitaron a bendecir entregas de
viviendas. Lo que en la homilía quise expresar, motivado por las bellas construcciones
en piedra del altar y el ambón, que me tocaron profundamente la emoción, es que
se debería implementar el uso de la piedra en las construcciones y así
recuperaríamos la labor de los picapedreros y se abriría una genuina fuente de
trabajo para muchos de nuestros jóvenes, a los que hay que incentivar con algo
seguro y duradero. Si hubo palabras fuera de lugar, pido perdón. Igualmente, en
el mismo contexto hice alusión, con cierto ardor, a los legisladores como ideas
para concretar con alguna legislación. También les pido disculpas.
Además,
quiero dejar en claro que en casa me inculcaron un gran respeto por la mujer
como ciudadana, esposa y madre, desde la fe. ¡Cuánto me enseñaron a amar y a
acudir a la protección de la Virgen María, la esposa de san José y la mujer
elegida por Dios para ser la Madre de su Hijo Encarnado! Y así procuro hacerlo.
Tengo una gran admiración por mis maestras, profesoras, catequistas, etc., quienes
me ayudaron a valorar lo femenino en la vida humana. ¡Cómo no apreciarlas, si
el 90 % de las colaboradoras en la vida eclesial son ellas, que con su
sencillez, generosidad y abnegación sostienen la fe y la trasmiten a las
futuras generaciones!
Por
eso, si alguna mujer se sintió agraviada le pido humildemente perdón.
En
fin, con este escrito, que es muy distinto a cuando uno habla espontáneamente,
y en el que nos puede traicionar la vehemencia, quiero dejar aclarado lo que
pienso, y ponerme siempre al servicio de la armonía, el diálogo, el respeto por
las diferencias y la amistad social.
Mons. Luis Urbanc
8° Obispo de
Catamarca
Catamarca, 22 de
Julio JHS 2019