Camino a la Beatificación

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27 diciembre 2013

La Diócesis ofreció un predio para la instalación de una casa de recuperación de personas adictas

Desde hace un tiempo, la Diócesis de Catamarca viene trabajando en la recuperación de personas adictas a las drogas, a través de la comunidad católica Cenáculo, una obra de fe y amor, que ayuda a encontrar el sentido a la vida. Como fruto de esta acción concreta, actualmente se encuentran realizando este proceso tres jóvenes catamarqueños, quienes están alojados en las casas ubicadas en Pilar y Mercedes, provincia de Buenos; y otros tres se están preparando para ingresar a estas comunidades. El servicio que allí se brinda es gratuito.
Un paso más en esta tarea de ayudar a los hermanos que han caído en esta situación, se da con el ofrecimiento por parte de la Diócesis de un predio para la instalación en Catamarca de una casa destinada a atender a chicos afectados por este grave flagelo.
En orden a esta propuesta, recientemente visitaron nuestra ciudad, el Padre Eugenio Lissiere, sacerdote de la obra, y Davide, uno de los responsables de la casa instalada en nuestro país. Ambos fueron recibidos por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y el Padre Antonio Bulacio, encargado de la Pastoral de la Salud en nuestra diócesis, y quien trabaja de manera cercana en el proyecto de recuperación de los jóvenes con problemas de adicción.
En la oportunidad, se reunieron con amigos y familiares de los chicos que están en la comunidad Cenáculo y de aquellos que quieren entrar. También conocieron el terreno destinado a la construcción de la casa, en la localidad de El Rodeo, departamento Ambato.  
Respecto de la obra, el P. Lissiere expresó que “los tiempos se los dejamos a Dios”, indicando que se trata de un proyecto a mediano o largo plazo. Por ahora “estamos construyendo un grupo con las familias, haciendo entrevistas, que nosotros llamamos coloquios, donde un chico o una familia va a Buenos Aires, conoce la comunidad y aprende el estilo de vida que tenemos”.
La novedad de este proyecto es que los adictos pueden restablecer sus vidas sólo con la fuerza de la oración y el trabajo. La comunidad propone a todos los que se acercan un estilo de vida simple, familiar, basado en el redescubrimiento de la oración, del trabajo (“ora et labora”), de la amistad verdadera, del sacrificio y de la fe en Jesús, vividos como dones esenciales. De esta forma se busca encontrar el sentido a la vida.

La labor de los voluntarios
Por su parte, el Padre Bulacio comentó que “en la Pastoral de Adicciones trabajamos con un grupo de amigos del Cenáculo. Es un grupo grande de voluntarios que hace beneficio para mandar a los chicos y acompañar a la familia, ya que uno de los requisitos de la recuperación es que la familia también se recupere, que los papás, los parientes, los hermanos vengan a la reunión los martes y sábados y tengan interés en recuperarse también”.
Asimismo, enfatizó que “nuestra misión es simplemente ayudar y acompañar a los que quieran recuperarse, les buscamos los lugares y hacemos una preparación previa. Esa es nuestra tarea como pastoral, preparar y acompañar a los chicos. Ellos están en Buenos Aires, en Pilar. Nosotros los llevamos, nos encargamos de todo”.

La Comunidad del Cenáculo. Su historia
Después de años de espera y de oración, en los cuales sentía en el corazón la urgencia de dedicar su vida a los jóvenes solos y marginados, con la ayuda de otra hermana religiosa (Sor Aurelia) y una profesora (Nives), Sor Elvira inicia sobre la colina de Saluzzo, en una casona abandonada y semidestruida desde hacía algún tiempo, y cedida en uso gratuito por el intendente de la ciudad, la primera Fraternidad del Cenáculo.
Sin seguridades materiales, con mucho sacrificio y mucha oración, con la única certeza de la fidelidad de Dios, comienza esta aventura que sólo Él conoce plenamente.
Enseguida llaman a la puerta los primeros jóvenes, personas laceradas, desesperadas, drogadas, en los márgenes de la sociedad, quienes buscan un refugio, un reparo, un lugar para renacer.
Con ellos, llegan también los primeros apoyos: la Providencia comienza a hacerse presente como signo tangible de que "Dios está con nosotros".
Los chicos acogidos, mientras reconstruyen su vida trabajando duramente, ladrillo tras ladrillo, reordenan también la casa; el trabajo y la oración dan ritmo a las jornadas de aquellos primeros años de duros sacrificios.

Quiénes son
De la intuición del Espíritu Santo, a través de una mujer consagrada, Sor Elvira Petrozzi, nació en julio de 1983 la Comunidad Cenáculo como respuesta de la ternura de Dios Padre, al grito de desesperación de muchos jóvenes cansados, desilusionados, desesperados, adictos a las drogas y personas en general, que buscaban la alegría y el sentido verdadero de la vida.
Actualmente colaboran con la Comunidad, voluntarios, consagrados y familias que viven y operan a tiempo completo y en total gratuidad al servicio de esta obra.
La “Casa Madre” de la Comunidad se encuentra sobre la colina de Saluzzo, una ciudad en la provincia de Cúneo (Piemonte), en el noroeste de Italia. Desde ese año, han nacido numerosas Fraternidades del Cenáculo: actualmente son 56 en Italia y en el resto del mundo.
En los lugares donde la Providencia los guía, desean ser una pequeña luz en las tinieblas, un signo de esperanza, un testimonio vivo de que la muerte no tiene la última palabra.

La casa en Argentina
El 8 de diciembre de 2005 -día en que se celebra la Inmaculada Concepción de María- la Comunidad Cenáculo abrió su primera casa en la Argentina: Fraternidad "Nuestra Señora de Luján" en Pilar, con la presencia de su fundadora Sor Elvira.
El 8 de diciembre de 2012 fue abierta la casa en Mercedes, provincia de Buenos Aires.
El paso de la resurrección del infierno de las drogas a una vida nueva se afirma en la oración y el trabajo, por ello no es de sorprenderse que un gran número de jóvenes se sanen aquí.

Estilo de vida
A aquellos que se acoge se les proponen un estilo de vida simple, familiar, disciplinado, basado en el re-descubrimiento de la oración y del trabajo (“ora et labora”), de la amistad verdadera, del sacrificio y de la fe en Jesús.
La espiritualidad de la Comunidad es profundamente eucarística y mariana. Se alternan en la jornada momentos de oración (Rosario, Adoración Eucarística, Liturgia de las Horas), de trabajo, compartiendo la vida delante de la Palabra de Dios y de los hermanos, de juegos, de fiesta.

A quienes deseen entrar
A los chicos y chicas  que quieren entrar se les pide participar en algunos coloquios preliminares durante los cuales ellos llegan a conocer la realidad y el estilo de vida de la Comunidad, y donde se verifica su grado de voluntad para querer cambiar, conociendo sus problemas reales y evaluando si estamos en grado de poderlos ayudar.
Después de algunos coloquios se invita a los chicos a transcurrir algunas jornadas completas, de la mañana a la noche, en una de nuestras Fraternidades y finalmente, si desea ingresar a la Comunidad, se los recibe.
La recepción es gratuita, no se paga ninguna renta fija y cada familia colabora según sus propias posibilidades.