El 24 de marzo,
coincidentemente con el Domingo de Ramos, el Obispo Diocesano de Catamarca,
Mons. Luis Urbanc, celebró los seis años de su llegada a Catamarca como Obispo
Coadjutor, acompañando en el pastoreo de la diócesis al entonces Obispo
Titular, Mons. Elmer Miani. Lo hizo durante la Santa Misa, que presidió a las
21.00, a los pies de la Virgen del Valle, en el Altar Mayor del Santuario y
Catedral Basílica.
Al recordar este feliz acontecimiento
en su vida de consagrado, Mons. Urbanc pidió a los fieles que “recen por su Obispo,
ya que el 24 de marzo de 2007 llegué como Obispo Coadjutor a esta querida
tierra de la Virgen del Valle, es decir, que ya han pasado seis años de nuestro
caminar juntos, anunciando y celebrando la fe, robusteciendo la esperanza,
viviendo en la caridad y pidiendo perdón al Señor por nuestras infidelidades,
faltas de compromiso, tibiezas y mezquindades”.
Al referirse al Domingo de
Ramos, dijo: “Hoy celebramos la inédita entrada de Jesús en Jerusalén, pero
no para recibir los privilegios de los
reyes de la tierra sino para ser azotado, ultrajado, agraviado y condenado a
ignominiosa muerte. Los textos bíblicos nos han presentado con realismo el
crimen más abominable que cometió la humanidad contra su Creador. Jamás se ha
obrado con mayor arbitrariedad contra alguien que en el caso de Jesús de
Nazaret, encarnación del Hijo del Dios Vivo. Jesucristo cargó con amor el mal,
la suciedad, el pecado del mundo, también el nuestro, y lo lavó con su sangre,
con la misericordia, con el amor de Dios”.
“El Papa Francisco decía
esta mañana: ‘Miremos a nuestro alrededor: ¡cuántas heridas inflige el mal a la
Humanidad! Guerras, violencia, conflictos económicos que se abaten sobre los
más débiles, la sed de dinero, de poder, la corrupción, las divisiones, los
crímenes contra la vida humana y contra la creación… las faltas de amor y de
respeto a Dios, al prójimo y a toda la creación... Jesús en la cruz siente todo
el peso del mal y con la fuerza del amor de Dios lo vence, lo derrota en su
resurrección, con Cristo todos podemos vencer el mal que hay en nosotros y en
el mundo’”, expresó, enfatizando que “los cristianos no nos podemos permitir el
desánimo o dejarnos abatir por la tristeza en las circunstancias más
desesperantes o difíciles, cuando el camino de la vida tropieza con problemas y
obstáculos que parecen insuperables”.
A
los jóvenes
Teniendo en cuenta que en
Catamarca transitamos el Año Diocesano de la Juventud, el Obispo estimó
oportuno apuntar las consideraciones del Santo Padre sobre los jóvenes,
comentando que “desde hace 28 años, el Domingo de Ramos es también una Jornada
de la Juventud en Roma. Por eso, el tercer punto de la homilía del Papa fue
para los jóvenes a quienes les dijo: ‘Queridos amigos, también yo me pongo en
camino con ustedes, sobre las huellas del beato Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Ahora estamos ya cerca de la próxima etapa de esta gran peregrinación de la
cruz de Cristo. La llevan para decir a todos que, en la cruz, Jesús ha
derribado el muro de la enemistad, que separa a los hombres y a los pueblos, y
ha traído la reconciliación y la paz. Aguardo con alegría el próximo mes de
julio, en Río de Janeiro. Les doy cita en aquella gran ciudad de Brasil. Prepárense
bien, sobre todo espiritualmente en sus comunidades, para que este encuentro
sea un signo de fe para el mundo entero... Los jóvenes deben decir al mundo
entero que es bueno seguir a Jesús, que es bueno caminar junto Jesús, que es
bueno el mensaje de Jesús, que es bueno salir de uno mismo e ir a los confines
del mundo y de la existencia para llevar a Jesús. Tres palabras: alegría, cruz
y juventud”.