En la Catedral Basílica,
templos parroquiales y capillas de la Diócesis de Catamarca, como del mundo
entero, se celebró la Pasión del Señor en este Viernes Santo. No se celebró la
Eucaristía, sino que se hizo memoria de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
A las 17.00, el Obispo
Diocesano, Mons. Luis Urbanč, presidió la ceremonia religiosa durante la cual
se leyó la Pasión del Señor del Evangelio según San Juan.
Luego Mons. Urbanč invitó a los presentes a pensar qué
responderían si tuvieran que atestiguar en favor de Jesucristo en el proceso
que se le siguió para condenarlo. Tomando el párrafo del Evangelio en el que
dice: «El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su
doctrina. Jesús le contestó: “Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado
continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos,
y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los
que me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho”».
El Obispo preguntó qué
respondería cada cristiano si fuera interrogado sobre Jesucristo, sobre lo que
le han oído enseñar, sobre lo que saben de Él. Y lamentó que muchos bautizados
pudieran no saber qué responder porque en realidad casi no conocen a Jesús, o
lo que es más grave, nieguen sus enseñanzas cuando por ejemplo, se les pida que
defiendan la vida desde su concepción natural hasta su muerte.
Luego de la homilía, se rezó
la Oración Universal por la cual se pidió por la Iglesia, el Papa, los obispos,
los sacerdotes, los diáconos, todo el Pueblo de Dios, los catecúmenos, los
hermanos cristianos separados de la Iglesia, los judíos, los que no creen en
Cristo, los que no creen en Dios, el mundo entero y en especial los sufrientes.
Adoración
de la Cruz
A continuación, el Obispo se
dirigió al fondo del templo donde levantó la Cruz de Cristo avanzando hacia el
altar invitando a los presentes a mirar y adorar el Árbol de la salvación del
mundo. Frente a todos fue depositada la Cruz, ante la que Mons. Urbanč se
inclinó y besó en signo de adoración, gesto que repitieron los sacerdotes
concelebrantes.
El altar estaba sin mantel
desde el término de la Misa de la Última Cena celebrada el Jueves Santo. Para
distribuir la Eucaristía reservada de aquella Misa, se revistió el altar y se
distribuyó la Comunión. Luego se volvió a sacar el mantel y finalmente se invitó a los presentes a adorar
la Cruz y a realizar una colecta destinada a Tierra Santa.