Al celebrar el Día Internacional de la Mujer , juzgo oportuno hacer
nuestras las palabras que a ella dirigieron los Padres del Concilio Vaticano II
al clausurar aquel memorable acontecimiento: “La Iglesia está orgullosa... de
haber elevado y liberado a la mujer, de haber hecho resplandecer, en el curso
de los siglos, dentro de la diversidad de caracteres, su innata igualdad con el
hombre. Pero llega la hora, ha llegado la hora, en que la vocación de la mujer
se cumple en plenitud. La hora en que la mujer adquiere en el mundo una
influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en este
momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres,
llenas del espíritu del Evangelio, pueden ayudar tanto a que la humanidad no
decaiga”.
Y así es, en efecto, porque la mujer
sintetiza en sí los trascendentales valores de la bondad, de la belleza y de lo que en lo humano podemos llamar
espiritual.
La bondad, por su innegable capacidad
para comunicar humanidad, ternura, perseverancia y vida a todo lo que cae bajo
la jurisdicción de su acción.
La belleza, por ser el misterioso vaso
donde reposa la armonía de las partes y la composición del todo, depositadas
por la mano poderosa y delicada del Supremo Artista que plasmó los cielos y la
tierra, con el fin de recordarnos a todos que la perfección real y profunda ha
de encontrarse en lo elevado y majestuoso, en la armonía eminente de la materia
con el espíritu, en las obras guiadas por la regla infalible de la recta razón.
Lo espiritual, porque si la mujer no
inyecta espiritualidad a la vida humana, toda la humanidad carecerá de esta
nivelación de todos por lo superior.
Con ocasión de esta conmemoración,
pues, animo a la mujeres a expandir la bondad, afianzar la armonía y promover
la espiritualidad, para que todos nos veamos fortalecidos en el espíritu,
construyamos una humanidad integral, implantemos una paz duradera y reiniciemos
el camino de la prosperidad.
Y, en fin, confieso que celebro con
gozo este día porque mujer es la esposa, la madre, la hija, la hermana, la
novia; mujer es la provincia, la patria, la tierra y la Iglesia ; mujer es María,
la persona más grande y más excelsa salida de las manos del Señor.
Mons. Luis Urbanč
8°
Obispo de Catamarca