Durante la noche del martes
26 de marzo, se ofició la Misa Crismal, en el Altar Mayor de la Catedral
Basílica de Nuestra Señora del Valle, siendo, presidida por el Obispo
Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por todos los sacerdotes de la
diócesis, quienes previamente participaron de la Jornada Sacerdotal concretada
en la casa de retiros espirituales Emaús.
Durante la celebración eucarística
se consagró el Santo Crisma y se bendijeron los óleos de los catecúmenos y de
los enfermos, y los presbíteros renovaron las promesas sacerdotales.
En un tramo de su homilía,
Mons. Urbanc expresó: “Aquí nos tienen como sacerdotes del Dios que es Familia
Trinitaria. Ustedes saben de bondades y flaquezas que conviven en cada uno de
nosotros y como fraternidad sacerdotal. Por eso, les rogamos que recen por sus
hermanos sacerdotes, para que los amemos y guiemos como padres, maestros y
pastores. Rueguen para que tengan en nosotros un ejemplo atractivo de cómo amar
y servir a Dios y a los hermanos. Que no sólo se nos llame ‘sacerdotes del
Señor’, ‘ministros de Dios’, sino que con fidelidad y excelencia lo seamos de
verdad (cf. Is 61,6), ya que el Espíritu Santo nos ha ungido para llevar la
buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la
liberación a los cautivos, a consolar a los afligidos, a cambiar el luto por la
alegría y el abatimiento por cantos de alabanza”.
Refiriéndose al Salmo, dijo:
“El salmista está convencido que cuando el pueblo vive unido, la bendición de
Dios desciende. ‘Donde hay amor, allí está Dios’. El camino para alcanzar la
bendición de Dios y la vida para siempre es la unión de todos en torno a la fe
en Dios, celebrada y vivida en los días de encuentro y de fiesta. Cuando la
comunidad se reúne, anticipa el futuro, en medio de una intensa alegría. ‘En
esto conocerán que son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los
otros’. A la comunidad envía Dios su bendición, bendición que es vida, vida
duradera. La vida es fragancia y frescura. El amor fraterno atrae bendiciones;
es aroma que se difunde, rocío que impregna. Dios bendice a la humanidad desde
la comunidad”.
En
sintonía con el Papa Francisco
También manifestó: “Todos
estamos aún atónitos y agradecidos a Dios por el don del Papa Francisco. Ojalá
sepamos capitalizar esta gracia para ser una Iglesia pobre para los pobres. Que
todos se percaten que lo somos, porque sólo en Dios tenemos puesta nuestra
confianza. ‘Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta’. Si en verdad
Dios es nuestro tesoro, la luz de nuestros ojos, la causa de nuestra alegría,
nada nos podrá turbar o desconsolar”.
“Queridos sacerdotes, al
renovar hoy nuestras promesas sacerdotales, les ruego que tengan presente la
Misión Diocesana Permanente, que este año la hemos dirigido a los jóvenes, para
que en ellos despierte y crezca el ardor de la fe animada por la caridad”, exhortó
a los presbíteros, pidiendo además que “recen y cooperen para que el Congreso
Misionero Nacional, que tendremos los días 17, 18 y 19 de agosto, sea una
gracia para hacer de nuestra Iglesia diocesana una comunidad ‘discípula y
misionera’, donde surjan generosas y abundantes vocaciones al servicio de la
salvación de los hombres en los cinco continentes”.
Bendición
de óleos y consagración del Santo Crisma
Luego del rito de renovación
de las promesas sacerdotales, se realizó la bendición de los óleos de los
enfermos y de los catecúmenos; y seguidamente se consagró el Santo Crisma con
el que se administrarán los Sacramentos del Bautismo, la Confirmación y el
Orden Sagrado.
Al ungir con el Santo
Crisma, la Iglesia quiere significar que el que lo recibe debe exhalar el buen
olor de la santidad; la suavidad de las virtudes y la incorruptibilidad de la
pureza.
El Obispo entregó los óleos
consagrados a cada uno de los párrocos de las 28 parroquias de la Diócesis de
Catamarca.