Testimonio
de jóvenes adictos recuperados y bendición de ambulancias en la misa del ámbito
de la Salud
En la segunda noche del Septenario
en honor a Nuestra Madre del Valle, el lunes 13 de abril, rindió su homenaje el
ámbito estatal y privado de la Salud, durante la misa central presidida por el
Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Vicario General de
la Diócesis, los Pbro. Julio Quiroga del
Pino, y el Responsable Diocesano de la Pastoral de la Salud, Pbro. Antonio
Bulacio.
Participaron de esta
celebración eucarística autoridades del Ministerio de Salud de la provincia,
encabezadas por la Sra. Ministra, Dra. Noemí Villagra, personal de los
hospitales, sanatorios, clínicas, institutos de salud, Círculo Médico, Colegios
de Auxiliares de la Medicina, de Médicos, Farmacéuticos, Odontólogos,
Kinesiólogos, Anestesistas, Psicólogos, Bioquímicos, etc., SAME, PAMI, OSEP,
Pastoral de la Salud, Pastoral de Adicciones y Servicio Sacerdotal de Urgencia.
En el momento de la homilía,
Mons. Urbanc saludó a todos los ámbitos presentes y agradeció su presencia en
estas honras a Nuestra Madre del Valle. También les hizo llegar su saludo y
bendición “a todos los que no pudieron venir, pero que desde sus lugares nos
acompañan con la oración”, dijo, resaltando que “el tema que se nos propuso
meditar este día afirma que el bautismo es fuente de vida y que confiere una
identidad propia a los laicos”.
Al explicar el Evangelio del
día en el que Jesús invita a un fariseo piadoso a un nuevo nacimiento, que es
el de la conversión, el Pastor Diocesano animó a todos los presentes a pedirle
a la Virgen del Valle “que nos ayude a tomar conciencia de nuestra
condición de
nuevas creaturas por la gracia del Bautismo, y a que llevemos a cabo la misión
que se nos ha confiado con generosidad y fidelidad. No dejemos pasar esta
oportunidad, puesto que ninguno sabe si tendremos otra en la que Dios nos
ilumine y favorezca, a fin de que nos arrepintamos de la desidia, la
indiferencia, la cobardía o la comodidad, y renovados con la fuerza de su amor
pascual nos decidamos a ser auténticos testigos de su presencia viva en el
mundo”.
Posteriormente, en la
procesión de ofrendas, los alumbrantes acercaron al altar los dones de pan y
vino junto con una gran cantidad de ofrendas las distintas dependencias,
secretarías y lugares de trabajo del ámbito de la salud, que serán destinados a
los hermanos más necesitados y a los peregrinos que llegan a los pies de la Madre
del Valle.
Testimonio
de adictos recuperados
Antes de impartir la
bendición final, el Obispo llamó al presbiterio a miembros del grupo Cenáculo,
jóvenes adictos recuperados que se encuentran en la Diócesis dando su testimonio
de esperanza a los jóvenes que se encuentran en situación de riesgo y a los que
padecen de las adicciones.
La tarea evangelizadora del
grupo Cenáculo fue presentada por uno de los jóvenes recuperados y el Obispo
pidió a todos los presentes que recen mucho para que esta institución
internacional pueda tener una sede en Catamarca, donde tantos niños y
adolescentes sufren el calvario y la muerte por las drogas. “El Papa Francisco
quiere que ellos puedan tener una casa aquí y el Obispado ya donó el terreno,
sólo falta que recen mucho a la Virgen”, expresó Mons. Urbanc, resaltando que
“estos chicos han resucitado, estaban peor que los muertos y Jesús los
resucitó, ahora ellos tienen la tarea de llevar a Jesús para dar vida en
abundancia como discípulos misioneros”.
Al finalizar la Santa Misa,
el Obispo bendijo las ambulancias y a los trabajadores que las conducen para
socorrer al hermano enfermo, para que siempre estén protegidos por la Madre del
Valle en su noble tarea.