“Seamos
camilleros para que otros se acerquen a la
misericordia de Dios y experimenten el perdón”
En el sexto día de la novena
en honor a la Virgen del Valle, el lunes 5 de diciembre rindieron su homenaje las
distintas instituciones del ámbito de la Cultura, Escuelas de Arte, Bibliotecas
Públicas, Museos, junto a los Pueblos Originarios y Colectividades del medio.
La celebración eucarística dio
inicio a las 21.00, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y
concelebrada por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del
Pino, el Rector del Santuario, Pbro. José Antonio Díaz, el Pbro. Diego Manzaraz
y un sacerdote que llegó a los pies de la Virgen desde la provincia de Buenos
Aires.
Participaron de este tributo
a la Virgen Morenita autoridades y trabajadores del ámbito provincial y
municipal de la Cultura, de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), Junta
de Estudios Históricos, SALAC, Damas Belgranianas, Instituto Sanmartiniano y de
Cultura Hispánica, y demás instituciones culturales y artísticas. También
participaron directivos, docentes y alumnos de la EVEA, Conservatorios de
Música, Escuelas de Teatro y Artes Plásticas.
Mons. Luis Urbanc dio la
bienvenida todos los presentes y agradeció la labor que desarrollan en la
sociedad y todo lo que
hacen en bien de la realización del prójimo.
En su homilía expresó que “en
medio de las actividades diarias, va pasando el tiempo de Adviento”, por lo que
exhortó: “Tómense algún momento para un encuentro diario con la Palabra de
Dios; el Señor quiere renovarlos en la esperanza. Nada hay imposible para Dios.
Nada de lo que haya pasado en sus historias personales, por muy dramático que
haya sido, tiene un dominio inexorable sobre sus corazones; nada puede
endurecernos hasta el extremo, si no lo consentimos”. Agregó que “si alguno
reconoce que su corazón está enfermo de desesperanza, de rencores, de miedos y
de desconfianza, déjese iluminar por la enseñanza del evangelio que acabamos de
escuchar”.
Con un mensaje esperanzador,
afirmó que “Jesús es el sanador por excelencia. Todo aquel que confía en Él y
se pone enfrente es curado. Ustedes y yo también estamos llamados en este tiempo
a ponernos delante del Señor para ser curados de nuestras parálisis”. Y remarcó
que “confiemos en Él, pues conoce dónde están nuestras heridas y sabe curarlas.
Dejémonos perdonar en la oración. Permitamos que nos ausculte el médico de
Nazaret”.
En otro tramo del análisis
de la lectura proclamada, invitó a los presentes a que “oremos metiéndonos en
la escena; no seamos espectadores, cada uno de nosotros es ese paralítico que
necesita ser curado. Dejemos que nos toque”.
Para finalizar, animó a pedirle
al Señor “que nuestra hoja de ruta durante este Adviento sea la de creer que
Jesús nos puede sanar y perdonar y que nos animemos a ser camilleros para que
otros también se acerquen a la misericordia de Dios y experimenten el perdón y
la sanación total de sus vidas”.
En el inicio de la Liturgia
de la Eucaristía, los alumbrantes acercaron al altar sus ofrendas ente las que
se contaron alimentos no perecederos, agua y elementos de limpieza. Fueron
entregadas al Señor Obispo, quien les agradeció e impartió su bendición a cada
uno, mientras que las autoridades fueron las encargadas de acercar los dones de
pan y vino.
Al finalizar la celebración,
todos los presentes se consagraron a María, poniendo sus vidas en sus manos
maternales y rogando que los proteja como cosa y posesión suya.