El martes 6 de diciembre, los
niños rindieron un colorido y alegre homenaje a la Virgen del Valle en el
penúltimo día de la novena. Ante una gran cantidad de niños acompañados de sus
familias, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la Santa Misa de las
21.00, concelebrada por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga
del Pino, el responsable de la Pastoral de la Niñez, Pbro. Santiago Granillo, y
sacerdotes llegados de otras provincias para participar de las festividades
marianas.
El altar fue preparado en el
escenario frente al atrio de la Catedral Basílica, donde tuvo su sitial de
honor la imagen de la Virgen del Valle para ser homenajeada por niños de todas
las edades junto a sus familias, y los miembros del equipo de la Pastoral de la
Niñez.
Los más pequeños fueron los
protagonistas de la celebración, leyendo el guión, una lectura y escuchando
atentamente la homilía al lado del Obispo. Los adultos por su parte, realizaron
un emotivo gesto en el momento del acto penitencial, soltando globos blancos en
representación de los niños que no pudieron nacer.
En el momento de la homilía
el Obispo se sentó delante del altar y pidió a los niños que se acerquen y se
sienten en el escenario para poder escuchar la reflexión de la
Palabra de Dios.
El Pastor de la Iglesia de Catamarca expresó con alegría: “Bienvenidos queridos
niños, que la Madre del Cielo los siga cobijando entre sus tiernas manecitas y
los acune en su corazón”.
Luego se refirió a la
memoria del obispo San Nicolás de Bari, a quien la Iglesia recuerda el 6 de
diciembre, “un santo muy cercano a los niños, protector y defensor de los
mismos”, manifestó, agregando que “a él vamos a confiar a todos los niños que
participan de esta celebración para que los ayude a caminar siempre en
dirección a Jesús y a María”.
En otro momento de su predicación,
Mons.
Urbanc se dirigió especialmente a los padres presentes, diciéndoles:
“Amados hermanos, cuántos miles de niños son como la oveja perdida del
Evangelio, valiosísimos a los ojos de Dios, y que tenemos que ir a buscar, a
sanar, a cargar sobre los hombros y regresarlos al rebaño”. Y con énfasis
agregó: “¡Cuánto necesitan los niños del mejor tiempo de los adultos, del
tiempo más lleno de amor! ¡Cuánto necesitan saber los adultos que en el cielo
hay más alegría por el tiempo dedicado a un niño que al trabajo, a la economía,
a la profesión, o, como suelen decir, a las cosas de grandes!”. Asimismo,
destacó que “el ejemplo de los padres es
el libro del cual el niño aprende. El buen ejemplo de los padres es la mejor
catequesis y el verdadero espejo del que el niño aprende”.
También resaltó que “es de
suma importancia que los papás y todos sepamos que la mejor escuela de vida
para los niños es el juego. Jugando deben aprender a vivir y a convivir. A los
niños hay que educarlos en el compartir y no como suelen hacerlo en el
competir”.
Para finalizar, animó a los
presentes a que “teniendo a nuestra Madre Inmaculada ante nosotros le pidamos,
reconocerla como “Tesoro de Dios y la Tesorera de todas las misericordias que
Dios nos quiere dispensar”, repitió junto a las familias presentes.
Luego de las oraciones de
los fieles, en las que se rogó por todos los niños de la diócesis, presentaron
las ofrendas niños y miembros de la Pastoral de la Niñez.
Luego de la Comunión, el
Pbro. Santiago Granillo hizo entrega a Mons. Urbanc de una carpeta con un
resumen del trabajo realizado por la Pastoral de la Niñez en los tres primeros
años de su creación.
A continuación, invitó a las
madres que participaron en los Encuentros de Embarazadas, y que recibieron la
bendición con el manto de la Virgen del Valle en sus vientres durante este año,
a que consagren sus bebés frente a la bendita Imagen.
Luego de la bendición final,
el Obispo retornó la Imagen de la Madre del Valle a su Santuario y se realizó
un colorido homenaje en el Paseo de la Fe.