“Preparemos
nuestro corazón con una sincera y
sostenida penitencia para recibir a Jesús”
En la noche del domingo 4 de
diciembre, rindieron su homenaje de la Virgen del Valle la Cámara de Comercio,
Sindicato de Comercio, Centro de Empleados de Comercio, Asociaciones Automovilísticas
y Club de Autos de Época. La celebración fue presidida por el Obispo Diocesano,
Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Pbro. Diego Manzaraz, Capellán del
Santuario Mariano.
En el quinto día de la
novena en honor a la inmaculada Concepción, la Catedral Basílica se vio repleta
de devotos y peregrinos venidos de provincias vecinas, quienes llegaron con
emoción hasta su Santuario para unirse en profunda oración durante la
Eucaristía.
En su homilía, el Pastor
Diocesano reflexionó en torno al tema del quinto día de la novena, referida a la
conversión, fruto del encuentro con Jesús e inicio del discipulado misionero,
expresando que “un cristiano tiene como
tarea encaminarse hacia Cristo”, e hizo referencia a que “para movernos hacia
Él quizá hayan sido importantes en nuestra historia personal algunas
exhortaciones de sacerdotes, catequistas o amigos que nos han motivado. Una
buena e incisiva exhortación levanta corazones, vence perezas, agudiza el
ingenio, une a los dispersos, evapora el derrotismo. Saca lo
mejor de cada uno.
Dios quiere venir a nosotros pero no se impone. Nos pide que abramos la puerta
de nuestro corazón y preparemos el camino”.
Volviendo al texto del
Evangelio proclamado, destacó la figura de San Juan Bautista, que “como a sus
contemporáneos, también a nosotros nos interpela”. El Bautista tiene una
misión: “preparar al pueblo para la llegada del reino de los cielos exigiendo
una conversión, un cambio de vida. Para ello, se han de remover en el interior
de las personas muchas cosas. No es nada fácil romper con la rutina consentida,
la superficialidad que abandona tener metas nobles, el apego a un status ya
adquirido en la sociedad, una vida llena de
lujos y desenfrenos, el servirse de
los demás, etc.”, afirmó, y agregó que “sabemos por experiencia que no sólo
afectaban estos males a los fariseos, practicantes religiosos y jerarcas de la
época, sino que también nos afecta a nosotros”.
Para vencer esos enemigos,
manifestó que “nada mejor que una exhortación que nos ponga en nuestro sitio,
nos ayude a ver lo que no queremos ver, y a mejorar lo que no deseamos cambiar.
A veces, unas palabras fuertes dichas a tiempo, con oyentes dispuestos, pueden
arrancar una conversión”.
A continuación exhortó: “No
tengamos miedo a romper con un negro pasado. Cristo siempre busca nuestro bien,
y prepara nuestra vida para servir mejor a los demás”.
Para finalizar su prédica,
Mons. Urbanc invitó a los presentes a que “preparemos nuestro corazón con una
sincera y sostenida penitencia para recibir a nuestro Rey, que no viene a
imponer cargas, como hacen los poderosos de este mundo, sino a liberarnos,
darnos su amor y su vida eterna. Todos necesitamos convertirnos, poner toda la atención
en Dios, hacer examen de conciencia con rigor y entrar en disciplina que
permita un cambio de vida”.
En el momento de acercar las
ofrendas, los alumbrantes acercaron los dones al altar junto con sus
intenciones por el trabajo y la salud para sus familias. En una extensa
procesión de ofrendas, también acercaron donaciones de alimentos no perecederos
y agua mineral.
Luego de la bendición final,
el Obispo bendijo a los autos de épocas estacionados en el Paseo de la Fe,
rociándolos con agua bendita y rogando que sus ocupantes siempre lleguen a
destino por la protección de la Madre Bendita del Valle.