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01 diciembre 2018

Homenaje del ámbito de la Salud con bendición de ambulancias


El viernes 30 de noviembre, en el segundo día de la novena en honor a Nuestra Madre del Valle, fiesta del apóstol san Andrés, hermano de san Pedro, rindieron su homenaje quienes trabajan en el ámbito de la salud, tanto público como privado. Lo hicieron durante la Misa de las 21.00, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el Pbro. Lucas Segura, Capellán Mayor del Santuario Mariano.
Participaron funcionarios del Ministerio de Salud, entre ellos la Subsecretaria, Dra. Claudia Palladino; los directores de Hospital
de Niños Eva Perón, Dr. Miguel Morandini, y del SAME, Dr. Norberto Bazán, respectivamente; el director de la Delegación local del PAMI, Luis Fadel; autoridades y personal de autoridades y personal del sistema de salud municipal, empresas de  emergencia privadas, sanatorios; Institutos, Círculo Médico, Colegios Auxiliares de la Medicina, Obra Social de los Empleados Públicos (OSEP); miembros de la ONG Corazón con Agujeritos, Pastoral de la Salud, Pastoral de las Adicciones, integrantes de la Comunidad Cenáculo y Servicio Sacerdotal de Urgencia.

Los alumbrantes llegaron al templo en procesión portando las imágenes de la Virgen del Valle que veneran en sus lugares de trabajo.

En la primera parte de su homilía, el Obispo se refirió a la temática de la santidad, propuesta para esta fiesta, citando al Papa Francisco, quien “nos regaló la hermosa exhortación ‘Gaudete et Exultate’, en la que nos invita a profundizar en este llamado a la santidad que todos recibimos en nuestro bautismo, en sintonía con pasajes de la Escritura: ‘Sean santos, porque Yo, el Dios de ustedes, soy Santo’. ‘El Señor nos eligió para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor’. Por tanto, Dios nos quiere santos y no admite que nos conformemos con una vida mediocre, aguada, licuada”.
“El Papa afirma que ‘su humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades’”, y “nos propone dos pasajes del Evangelio de san Mateo como cauces para hacer este camino de santidad: Las Bienaventuranzas y el Juicio Final. A lo que comenta: ‘Cuando encuentro a una persona durmiendo a la intemperie, en una noche fría, puedo sentir que ese bulto es un imprevisto que me interrumpe, un delincuente ocioso, un estorbo en mi camino, un aguijón molesto para mi conciencia, un problema que deben resolver los
políticos, y quizá hasta una basura que ensucia el espacio público. O puedo reaccionar desde la fe y la caridad, y reconocer en él a un ser humano con mi misma dignidad, a una creatura infinitamente amada por el Padre, a una imagen de Dios, a un hermano redimido por Jesucristo. ¡Eso es ser cristianos! ¿O puede entenderse la santidad al margen de este reconocimiento vivo de la dignidad de todo ser humano?’”.
En otro tramo de su mensaje dijo que el Papa “nos advierte que “la vida cristiana es un combate permanente, que requiere fuerza y valentía para resistir las tentaciones
del diablo”, agregando más adelante que “para el combate tenemos las armas poderosas que el Señor nos da: la fe que se expresa en la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la celebración de la Misa, la adoración eucarística, la reconciliación sacramental, las obras de caridad, la vida comunitaria, el empeño misionero. Si nos descuidamos nos seducirán fácilmente las falsas promesas del mal”.
Refiriéndose al texto del Evangelio que narra la llamada de los primeros discípulos, expresó que “recordar a un apóstol es abrir el álbum en el que se encuentran los retratos de los primeros seguidores de Jesús. En ellos contemplamos lo que nos ha pasado a los sacerdotes o le puede pasar a los que se dejen alcanzar por su mirada y por su palabra”.

“Caminando con Jesús, escuchando sus enseñanzas, viendo los milagros y su manera de obrar, fueron ahondando en esa nueva y enigmática tarea, que, con la efusión del Espíritu Santo, lograron ponderar y enamorarse de ella hasta la entrega martirial de sus vidas, ya que Jesús se constituyó en el único centro de sus vidas, desde el que reacomodaron el valor de la familia, el trabajo, la profesión, las amistades, los gustos, los proyectos y lo esencial”, afirmó.

En el tramo final de su predicación, pidió a “la Virgen del Valle, Madre de los Apóstoles, que el recuerdo de san Andrés, nos haga valerosos y viriles en la fe. Que haya muchos que estén dispuestos a seguir el llamado de Jesús a dejarlo todo y entregar toda su vida, energía y bienes al servicio del anuncio del Evangelio; y que todos nos esforcemos por responder con empeño al llamado a la santidad, para que Dios sea conocido, amado y servido por todos los seres humanos”.
La oración de los fieles, en la que se pidió especialmente por los enfermos, dio paso a las ofrendas que los alumbrantes acercaron al altar, consistentes en alimentos no perecederos, agua mineral, elementos de limpieza, que serán utilizados para la atención de los hermanos peregrinos.

Antes de la bendición final, todos los fieles que colmaron el templo alabaron a la Madre Morenita con el canto y la Oración del Año Mariano Nacional.
Luego se escuchó el testimonio de jóvenes de la casa de recuperación para chicos con problemas de adicciones, puesta bajo el patrocinio de la Virgen del Valle, que atiende la Comunidad Cenáculo. La misma se encuentra ubicada a escasos kilómetros del ingreso a El Rodeo y tiene como pilares la oración, el trabajo y la vida en comunidad. La asamblea escuchó con atención las palabras de Gabriel y David y cerró este momento con un fuerte aplauso.
En la oportunidad, el Pastor Diocesano pidió oraciones por la salud del Pbro. Antonio Bulacio, quien comenzó esta obra en Catamarca y está luchando contra una enfermedad.
Al finalizar la celebración eucarística, Mons. Urbanc se dirigió hasta el Paseo de la Fe, donde bendijo ambulancias de empresas de emergencia médica privadas y del SAME.