El viernes 30 de noviembre,
en el segundo día de la novena en honor a Nuestra Madre del Valle, fiesta del
apóstol san Andrés, hermano de san Pedro, rindieron su homenaje quienes
trabajan en el ámbito de la salud, tanto público como privado. Lo hicieron
durante la Misa de las 21.00, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis
Urbanc, y concelebrada por el Pbro. Lucas Segura, Capellán Mayor del Santuario
Mariano.
Participaron funcionarios
del Ministerio de Salud, entre ellos la Subsecretaria, Dra. Claudia Palladino;
los directores de Hospital
de Niños Eva Perón, Dr. Miguel Morandini, y del
SAME, Dr. Norberto Bazán, respectivamente; el director de la Delegación local del
PAMI, Luis Fadel; autoridades y personal de autoridades y personal del sistema de salud municipal, empresas de emergencia privadas,
sanatorios; Institutos, Círculo Médico, Colegios Auxiliares de la Medicina, Obra
Social de los Empleados Públicos (OSEP); miembros de la ONG Corazón con
Agujeritos, Pastoral de la Salud, Pastoral de las Adicciones, integrantes de la
Comunidad Cenáculo y Servicio Sacerdotal de Urgencia.
Los alumbrantes llegaron al
templo en procesión portando las imágenes de la Virgen del Valle que veneran en
sus lugares de trabajo.
En la primera parte de su
homilía, el Obispo se refirió a la temática de la santidad, propuesta para esta
fiesta, citando al Papa Francisco, quien “nos regaló la hermosa exhortación
‘Gaudete et Exultate’, en la que nos invita a profundizar en este llamado a la
santidad que todos recibimos en nuestro bautismo, en sintonía con pasajes de la
Escritura: ‘Sean santos, porque Yo, el Dios de ustedes, soy Santo’. ‘El Señor
nos eligió para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor’. Por
tanto, Dios nos quiere santos y no admite que nos conformemos con una vida
mediocre, aguada, licuada”.
“El Papa afirma que ‘su
humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad,
procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y
oportunidades’”, y “nos propone dos pasajes del Evangelio de san Mateo como
cauces para hacer este camino de santidad: Las Bienaventuranzas y el Juicio
Final. A lo que comenta: ‘Cuando encuentro a una persona durmiendo a la
intemperie, en una noche fría, puedo sentir que ese bulto es un imprevisto que
me interrumpe, un delincuente ocioso, un estorbo en mi camino, un aguijón
molesto para mi conciencia, un problema que deben resolver los
políticos, y
quizá hasta una basura que ensucia el espacio público. O puedo reaccionar desde
la fe y la caridad, y reconocer en él a un ser humano con mi misma dignidad, a
una creatura infinitamente amada por el Padre, a una imagen de Dios, a un
hermano redimido por Jesucristo. ¡Eso es ser cristianos! ¿O puede entenderse la
santidad al margen de este reconocimiento vivo de la dignidad de todo ser
humano?’”.
En otro tramo de su mensaje
dijo que el Papa “nos advierte que “la vida cristiana es un combate permanente,
que requiere fuerza y valentía para resistir las tentaciones
del diablo”, agregando
más adelante que “para el combate tenemos las armas poderosas que el Señor nos
da: la fe que se expresa en la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la
celebración de la Misa, la adoración eucarística, la reconciliación
sacramental, las obras de caridad, la vida comunitaria, el empeño misionero. Si
nos descuidamos nos seducirán fácilmente las falsas promesas del mal”.
Refiriéndose al texto del Evangelio
que narra la llamada de los primeros discípulos, expresó que “recordar a un
apóstol es abrir el álbum en el que se encuentran los retratos de los primeros
seguidores de Jesús. En ellos contemplamos lo que nos ha pasado a los
sacerdotes o le puede pasar a los que se dejen alcanzar por su mirada y por su
palabra”.
“Caminando con Jesús,
escuchando sus enseñanzas, viendo los milagros y su manera de obrar, fueron
ahondando en esa nueva y enigmática tarea, que, con la efusión del Espíritu Santo,
lograron ponderar y enamorarse de ella hasta la entrega martirial de sus vidas,
ya que Jesús se constituyó en el único centro de sus vidas, desde el que
reacomodaron el valor de la familia, el trabajo, la profesión, las amistades,
los gustos, los proyectos y lo esencial”, afirmó.
En el tramo final de su
predicación, pidió a “la Virgen del Valle, Madre de los Apóstoles, que el
recuerdo de san Andrés, nos haga valerosos y viriles en la fe. Que haya muchos
que estén dispuestos a seguir el llamado de Jesús a dejarlo todo y entregar
toda su vida, energía y bienes al servicio del anuncio del Evangelio; y que
todos nos esforcemos por responder con empeño al llamado a la santidad, para
que Dios sea conocido, amado y servido por todos los seres humanos”.
La oración de los fieles, en
la que se pidió especialmente por los enfermos, dio paso a las ofrendas que los
alumbrantes acercaron al altar, consistentes en alimentos no perecederos, agua mineral,
elementos de limpieza, que serán utilizados para la atención de los hermanos
peregrinos.
Antes de la bendición final,
todos los fieles que colmaron el templo alabaron a la Madre Morenita con el
canto y la Oración del Año Mariano Nacional.
Luego se escuchó el
testimonio de jóvenes de la casa de recuperación para chicos con problemas de
adicciones, puesta bajo el patrocinio de la Virgen del Valle, que atiende la
Comunidad Cenáculo. La misma se encuentra ubicada a escasos kilómetros del
ingreso a El Rodeo y tiene como pilares la oración, el trabajo y la vida en
comunidad. La asamblea escuchó con atención las palabras de Gabriel y David y
cerró este momento con un fuerte aplauso.
En la oportunidad, el Pastor
Diocesano pidió oraciones por la salud del Pbro. Antonio Bulacio, quien comenzó
esta obra en Catamarca y está luchando contra una enfermedad.
Al finalizar la celebración
eucarística, Mons. Urbanc se dirigió hasta el Paseo de la Fe, donde bendijo
ambulancias de empresas de emergencia médica privadas y del SAME.