Durante la Eucaristía del
domingo 16 de diciembre, los Padres Claretianos se despidieron de la Diócesis
de Catamarca, donde desplegaron su labor misionera por espacio de 115 años en
distintos puntos del territorio diocesano.
La ceremonia litúrgica fue
presidida por el Provincial de la Congregación, R.P. Mario Gutiérrez Medina, y
concelebrada por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del
Pino; y el Padre Claretiano Gustavo Ferreira.
El Vicario General de la
Diócesis, en representación del Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, quien se
encuentra en comunidades del interior, realizó un repaso de la valiosa tarea evangelizadora
que realizaron los Padres Misioneros Claretianos en la amplia jurisdicción parroquial
del Inmaculado Corazón de María, en Capital, como también en pueblos del
interior de la diócesis. Además, comunicó que el Padre Edelmiro Herlein se
quedará por un tiempo para acompañar la acción pastoral en la parroquia.
“Son 115 años, más tiempo
que la creación de la diócesis, que estuvieron los Padres Claretianos en estas
tierras. La gratitud es lo primero que surge subrayado enormemente. Damos gracias
a Dios por tanta tarea y tanto tiempo de los Padres Misioneros Claretianos del
Inmaculado Corazón de María, parroquia que abarca mucho territorio de esta
ciudad capital”, expresó.
Y continuó: “Además, tuvieron
a su cargo lo que es actualmente la parroquia de San Nicolás de Bari hacia el
sur de la ciudad capital, desde el año 1978 en adelante, porque desde un
comienzo, apenas llegaron hicieron buen nombre de su preparación como sacerdotes
misioneros. Fueron misioneros permanentes en toda la Diócesis de Catamarca, prácticamente,
han recorrido muchos lugares. Tinogasta fue uno de los primeros; incluso tomaron
algunos territorios que pertenecían a la actual Diócesis de La Rioja. También estuvieron
en el departamento Pomán, Belén, en el territorio de Ancasti, allí incluso fue
párroco el Padre José Gómez; Valle Viejo, Ambato”, destacó el Padre Quiroga del
Pino.
Asimismo, resaltó que “tuvieron
mucho tiempo la atención en el Santuario de la Virgen del Valle, hasta el día
de hoy durante las festividades, siendo confesores, animadores, a cargo de una
celebración”.
En su tarea pastoral, “como misioneros,
servidores del Señor, han formado generaciones, todavía hablamos de la gran
obra del Padre Camilo Melet, quien está sepultado en este templo. Sacerdotes que
desde el origen llegaron desde España, recién ordenados, eran enviados a estas
tierras lejanas, algunos que por primera vez subían a un barco y tenían que tomar
un tren más de dos días para llegar a Catamarca. Aquí los esperaba nadie, no
había un territorio fijo para que ellos pudieran actuar”, afirmó el Vicario
General, apuntando que “el Padre José Gómez cuenta, en un relato que nos dejó escrito,
que las Hermanas del Carmen, luego del Buen Pastor, los ayudaron y les dieron
todo lo necesario, de hecho siempre han sido muy despojados, con esta enorme virtud
de la humildad, pero
con la atención en el ministerio y al servicio”.
Enfatizó que “Catamarca debe
enormemente a los Padres Claretianos, muchos ya partieron a la Casa del Padre, siendo
muy queridos y apreciados. Damos infinitas gracias a Dios por estos sacerdotes
que trabajaron en estas tierras catamarqueñas y dieron mucho de sí y del
ministerio sacerdotal con el amor manifestado en Cristo Jesús y María Santísima.
A aquellos que ya partieron, el Señor los tendrá ya en su gloria, y a los que
están aún transitando en el tiempo, el Señor los asista, los cobije, y sepan
que en Catamarca, más aún esta comunidad, no cesarán de rezar por ustedes. Estamos
unidos en oración”.
El gesto emocionado de
agradecimiento de la asamblea reunida en la jornada dominical se expresó a
través de un fuerte de aplauso, que resonó en el templo.
Por su parte, el R.P. Mario
Gutiérrez Medina, como Provincial de la Congregación, hizo entrega de la
parroquia del Inmaculado Corazón de María a la Diócesis de Catamarca, que fue
depositaria del servicio de estos sacerdotes misioneros que dejaron su impronta
por más de un siglo.