En la mañana del domingo 3 de
marzo, a la edad de 52 años, falleció el Padre Manuel Antonio Bulacio, en la
ciudad de Córdoba, donde permanecía internado tras padecer una grave
enfermedad. Sus restos mortales arribarán hoy, alrededor de las 18.00, a la
Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle, en la ciudad de San
Fernando del Valle de Catamarca, donde
serán velados hasta las 23.00. A las 21.00 se celebrará la Misa Exequial.
Luego, serán trasladados hasta el
Santuario de Nuestra Señora de Belén, donde se realizará el velatorio. A las
10.00, se oficiará la Misa de cuerpo presente y luego se realizará el sepelio. Antes
de emprender la partida a su pueblo natal, pasará por Choya, donde trabajó
pastoralmente en este último tiempo.
El Padre Bulacio era oriundo de
la ciudad de Belén. Tenía 19 años de sacerdocio, habiendo sido ordenado el 28
de diciembre de 1999.
Desempeñó su ministerio sacerdotal
en distintos puntos del territorio diocesano, entre ellos, la Parroquia de San
Roque, con sede en la ciudad de Recreo, departamento La Paz (como diácono), Parroquia
de Nuestra Señora del Rosario, con sede en Hualfín, departamento Belén;
Parroquia de San Francisco de Asís, con sede en la ciudad de Andalgalá, departamento
homónimo; Parroquia de Santa Rosa de Lima, con sede en Capital, en cuya
jurisdicción atendió espiritualmente a los fieles de la Capilla del Señor de
los Milagros, en Choya. En esa misma comunidad estuvo a cargo del Colegio
Parroquial Juan Pablo II, adonde concurren niños y adolescentes de la zona
norte de la ciudad capital.
Fue Capellán del Hospital San
Juan Bautista y Responsable de la Pastoral de la Salud, estando siempre atento y
llevando consuelo y los Sacramentos a los hermanos enfermos.
Pero sin dudas, su principal obra,
realizada de manera silenciosa, paciente y perseverante desde hace varios años,
fue su dedicación a los jóvenes con adicciones, a quienes ayudó llevándolos a
otros puntos del país para su recuperación, hasta que pudo lograr la
instalación en nuestra diócesis de la casa, que fue en manos de la Comunidad
Cenáculo y bajo el patronazgo de Nuestra Señora del Valle. Tras empeñosa labor
y confiado en la Providencia Divina, vio nacer este espacio, que fue cobrando
vida en el predio donado por el Obispado de Catamarca, ubicado en el puesto Los
Molles, distante a 2 kilómetros y medio campo adentro, antes de llegar a la
caminera de El Rodeo, en el departamento Ambato.
Para esta obra no dudó en llegar
hasta el Papa Francisco, quien realizó su aporte para la construcción de la
pequeña casa, que hoy crece gracias al trabajo de los chicos que allí ven una
luz de esperanza ante el flagelo de las drogas.
Esa obra es testimonio de su amor
por los más pobres y necesitados, a quienes siempre tendió su mano y les llevó
a Jesús, a quien entregó su vida a través del ministerio sacerdotal.
El Obispo Diocesano de Catamarca,
Mons. Luis Urbanc, y el clero catamarqueño agradecen de corazón el servicio brindado
por el Padre Manuel Antonio Bulacio durante 19 años en la Diócesis de Catamarca;
rezan por el eterno descanso de su alma, y acompañan a su familia con la
oración y su cercanía de pastores.