En la tarde del Viernes
Santo, se realizó la Celebración de la Pasión, en el transcurso de la cual se
realizó el rito de veneración de la Cruz, en la Catedral Basílica y Santuario
de Nuestra Señora del Valle. La misma fue presidida por el Rector del Santuario,
Pbro. José Antonio Díaz, y concelebrada por los Capellanes Mayores, Pbros.
Lucas Segura y Juan Orquera.
La ceremonia comenzó en
silencio, los sacerdotes se postraron frente al altar, con el rostro en tierra,
recordando la agonía de Jesús; mientras los fieles se arrodillaron en silencio
unos instantes.
Después de las lecturas y el
relato de la Pasión, el Padre Díaz dijo que “éste es el viernes más triste y
doloroso del año, pero esto no es motivo de desaliento sino de esperanza”.
“En la lectura de la Pasión contemplamos
el rostro desfigurado del Dios hecho hombre, para que podamos ver el grado
desfiguración que tiene el rostro humano por el pecado y la injusticia”,
manifestó, apuntando que “la pasión habla del amor apasionado de Dios por su
pueblo, porque él sufrió por obediencia al Padre y por amor y compasión para
con su pueblo”.
El sacerdote destacó que “la
Cruz es el parámetro fundamental en el cual nos tenemos que mover. Una
dimensión de verticalidad, que es el camino de la Encarnación, por eso la Cruz está
incrustada en la tierra, se hizo terreno. Hizo el camino identificación con
nosotros, para que mediante esa identificación podamos alcanzar la eternidad”.
Continuó explicando que “por
otro lado, la dimensión de horizontalidad de la Cruz, que está
como abrazando a
la humanidad, quiere hacernos hermanos, porque somos hijos de un mismo Padre.
Es la dimensión de la reconciliación, del encuentro, de volver a sentir el amor
que Dios nos tiene y que nos va haciendo pueblo, familia. Por eso estos brazos
extendidos entre el cielo y la tierra tienden a congregar a todos los pueblos”,
señaló.
Enfatizó que “la Cruz es
signo de amor, de encuentro de Dios con el hombre”, y “en esto, a quien se nos
dio como Madre en la Cruz nos puede acompañar, y a ella nos confiamos en este
camino que estamos haciendo hacia el Jubileo de los 400 años.
Necesitamos
pedirle a ella que nos vuelva a reunir como pueblo, que nos ayude a hacer este
camino de reconciliación, paz, diálogo, fraternidad, solidaridad y servicio,
para ir acercándonos a quienes más nos necesitan”.
Luego de estas reflexiones,
se pidió de manera solemne por la Iglesia, el Papa, el Obispo, los clérigos, los
fieles, los gobernantes e incluso por los no católicos, los judíos y los ateos.
Posteriormente tuvo lugar la
veneración de la Cruz, que ingresó desde la puerta principal en brazos del
Padre José Antonio Díaz, seguida en procesión por los otros sacerdotes y
seminaristas. Ya frente al altar, fue venerada por los presbíteros y después
por todos los fieles.
Terminada esta parte, se
colocó un mantel en el Altar y el celebrante invitó a los fieles a rezar el
Padre Nuestro como de costumbre. Como este día no se celebra la Misa, se omitió
el saludo de la paz, y luego de rezar el Cordero de Dios, se distribuyó la
Comunión con las Sagradas Formas reservadas en el monumento, el Jueves Santo.
También se honró a la Virgen
María, quien espera junto a la Cruz la Resurrección del Señor.
Colecta
para Tierra Santa
En esta ceremonia litúrgica
se realizó colecta destinada a financiar el mantenimiento de los Santos Lugares,
donde vivió terrenalmente Nuestro Señor Jesucristo. Los encargados de mantener
estos lugares son los Franciscanos Custodios de Tierra Santa.
Vía
Crucis
A las 20.00, se realizó el Vía
Crucis alrededor de la plaza 25 de Mayo, con la participación de gran cantidad
de fieles.
A lo largo del trayecto se
meditó en los distintos momentos del Camino doloroso que hizo Jesús para la
salvación de los hombres, portando una Cruz de gran tamaño.