El sábado 18 de mayo, los
obispos argentinos, entre ellos el Obispo de Catamarca, Mons. Luis Urbanc, realizan
la última jornada de la visita Ad Limina Apostolorum con la celebración
presidida por Monseñor Carlos Ñañez, Arzobispo de Córdoba, en la Basílica Santa
María Mayor. Concelebran todos los integrantes de este tercer grupo.
Luego, estaba previsto que
los Obispos visitaran la Secretaría de Estado, para mantener una reunión con el
Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede.
Ayer
en la Basílica San Pablo de Extramuros
El viernes 17 de mayo, continuaron
visitando los distintos Dicasterios y Congregaciones de la Santa Sede. Con gran
entusiasmo resuena en ellos lo conversado junto al Papa Francisco. Del mismo
modo, han peregrinado a la Basílica San Pablo de Extramuros, donde Su Eminencia
Reverendísima Cardenal Luis Villalba, Arzobispo emérito de la Arquidiócesis de
Tucumán, presidió la Eucaristía. Concelebraron la totalidad de los integrantes
de este, tercer grupo.
Los prelados han valorado la
participación de los obispos eméritos, como signo de hermandad y caminos
compartidos junto a sus valiosos testimonios y experiencias.
Los obispos argentinos
destacan especialmente la necesidad de la comunión y misión pastoral en el
compartir junto al clero; generoso, misionero, venido de muchos lugares con el
propósito de construir y profundizar juntos la tarea de la Iglesia.
Mediante su homilía en la
Basílica San Pablo de Extramuros, Monseñor Villalba; proclamó:
“En el marco de la Visita Ad
Limina hoy celebramos la Misa en esta Basílica. Venimos a venerar a San Pablo y
a inspirarnos en San Pablo.
En el Evangelio, que
escuchamos, Jesús envía a sus apóstoles a evangelizar: ´Vayan, hagan discípulos
míos a todos los pueblos´.
Como leímos en la primera
lectura, del libro de los Hechos, cuando los Apóstoles eligen y ordenan
diáconos es porque ellos se deben dar asiduamente a la evangelización y a la
oración. La proclamación de la Palabra de Dios y la oración son para los
Apóstoles la tarea esencial. Del ´Ministerio de la Palabra´ forma parte, como
tarea igualmente importante de los apóstoles, la oración. ´Es preferible,
hermanos, que busquen entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos de
Espíritu Santo y de sabiduría y nosotros les encarguemos esta tarea. De esta
manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra´ (Hech.
6, 3-4).
San Pablo es evangelizador y
es hombre de oración.
Pablo es Apóstol.
Jesús elige a Pablo para
llevar su nombre a todas las Naciones (cf. Hech. 9, 15). Cristo hace de Pablo
su Apóstol, lo envía a las naciones paganas ´para que les abra los ojos y se
conviertan de las tinieblas a la luz y del imperio de Satanás al verdadero Dios
y por la fe obtengan el perdón de los pecados y su parte en la herencia de los
santos´
(Hech. 26, 18).
San Pablo se presentaba como
´Apóstol de Jesucristo elegido para anunciar la Buena Noticia de Dios´ (Rom. 1,
1). Él se siente investido de la tarea de Apóstol, encargado de proclamar la
Buena Noticia a todos los hombres. La misma frase se encuentra en el saludo de
la primera carta a los Corintios: ´Pablo, llamado a ser Apóstol de Jesucristo
por voluntad de Dios´ (1 Cor. 1, 1). Pablo es Apóstol, enviado, misionero por
voluntad de Dios.
San Pablo era un misionero.
Realizó tres viajes. El primer viaje misionero lo llevó a Chipre y Asia Menor y
duró unos 3; 4 años. En el segundo viaje visita las comunidades fundadas en el
primer viaje. Entra a Europa y llega a Atenas y duró 2; 3 años. En el tercer
viaje dura 5 años.
El método pastoral de San
Pablo es ir a los más alejados. ´Ha sido cuestión de honor no predicar la Buena
Noticia allí donde el nombre de Cristo ya había sido invocado, para no edificar
sobre el fundamento puesto por otros´. Y agrega: ´Así dice la Escritura: Lo
verán aquellos a los que no se les había anunciado y comprenderán aquello que
no habían oído hablar de Él´ (Rom. 15, 20-21).
También nosotros somos Apóstoles,
enviados, misioneros por voluntad de Dios para llevar el Evangelio a todos los
hombres: ´Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos´, dice el
Señor (Mt. 28, 19).
Hemos de revivir en nosotros
el sentimiento apremiante de Pablo, que exclamaba ´¡Ay de mi si no predicara el
Evangelio´(1 Cor. 9,16).
El Papa San Pablo VI le
decía a los obispos: ´El carisma propio del episcopado es la difusión del
Evangelio en el mundo, un carisma que exalta y consume como una llama
devoradora; el carisma de la caridad, es el carisma del servicio del amor y por
el amor´. Y continúa el Papa: ´Sin duda tendrán grandes responsabilidades,
muchas dificultades, contrariedades y dolores, así es el seguimiento de Cristo;
así es la vocación de los apóstoles y ministros suyos. Pero no teman. No fijen
la mirada en los futuros obstáculos y sufrimientos que son propios del
ministerio episcopal. Fíjense más bien en los hombres que deben amar, servir y
salvar´.
El Papa Francisco, a quien
estamos visitando, nos llama a salir, a evangelizar. ´Sean una Iglesia en
salida, discípulos misioneros que se involucran, que acompañan´.
San Pablo es un hombre de
oración. San Pablo en sus cartas muestra que es un hombre de oración y pide a
sus lectores que recen por Él: ´les ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor
Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que luchen junto conmigo,
intercediendo ante Dios por mí´(Rom. 15, 30).
Al recorrer las cartas de
San Pablo no podemos dejar de percibir el lugar que ocupa la oración, en
particular, aquella que podríamos llamas apostólica, esencialmente ligada al
apostolado. Esta oración se alimenta y encuentra su origen precisamente en la
misión apostólica pero, al mismo tiempo, esta oración apostólica prepara, acompaña
y hasta reemplaza la tarea apostólica.
San Pablo escribe:
´Siempre damos gracias a
Dios por todos ustedes, cuando los recordamos en nuestras oraciones, y sin
cesar tenemos presente delante de Dios, nuestro Padre, como ustedes han
manifestado su Fe con obras, su amor con fatiga y su esperanza en Nuestro Señor
Jesucristo con una firme constancia´(1 TES. 1, 2 – 3).
´Por eso, desde que nos
enteremos de esto, oramos y pedimos sin cesar por ustedes, para que Dios les
haga conocer perfectamente su voluntad, y les dé con abundancia la sabiduría y
el sentido de las cosas espirituales´ (COL. 1, 9).
´Doy gracias sin cesar por
ustedes, recordándolos siempre en mis oraciones. Que el Dios de Nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de la Gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de
revelación que les permita conocerlo plenamente´ (EF. 1 16 – 17).
´Por eso doblo mis rodillas
delante del Padre, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra.
Que Él se digne fortificarlo por medio de su Espíritu, conforme la riqueza de
su gloria, para que crezca en ustedes el hombre interior. Que Cristo habite en
sus corazones por la Fe, y sean arraigados y edificados en el amor´. (EF. 3, 14
– 17).
Oración de acción de gracias
u oración de petición es siempre oración apostólica. Se trata siempre de
dilatar el Reino de Dios. Pablo sabe muy bien que sólo Dios puede hacer
penetrar, por su gracia, en las almas, el gran misterio de salvación de Cristo
Jesús, del cual recibió la misión de predicar.
La oración de San Pablo es
incesante, continua. Así dice hablando de la oración: ´De noche y de día´, ´sin
cesar´, ´siempre´, ´en todo momento´, con perseverancia´.
La oración es como la
evangelización, no es algo circunstancial sino que nunca se debe interrumpir.
Dice Pablo que hay que
evangelizar con oportunidad o sin ella. Lo mismo hay que decir de la oración.
Como San Pablo debemos
evangelizar y orar no sólo por nuestras necesidades, sin por nuestros hermanos,
por nuestra comunidad, por toda la Iglesia.
No es íntegro el servicio al
pueblo si no oramos: Le debemos la oración. El pueblo nos pide que recemos por
Él. El pueblo sencillo intuye, desde su corazón creyente, que la oración del
sacerdote, del obispo es escuchada.
La oración que la Iglesia
nos confía es un deber de caridad irremplazable.
Pidamos la gracia, por
intercesión de San Pablo, de ser pastores misioneros y hombres de oración.
Amén”.
En diálogo con la Oficina de
Prensa de la Conferencia Episcopal Argentina, Monseñor Sergio Buenanueva,
Obispo de San Francisco, Córdoba, compartió:
“La visita Ad Limina que los
obispos hacemos tiene un carácter de peregrinación. Peregrinamos a la tumba de
los apóstoles; a la tumba del Apóstol San Pedro en la Basílica Vaticana
Hoy, este tercer grupo de
obispos argentinos hemos peregrinado a la Basílica San Pablo de Extramuros; un
lugar enormemente significativo. Aquí, San Juan XXIII anuncio el Concilio. Cada
año aquí se reza por la unidad de los cristianos, pero por encima de todo, esta
Basílica custodia los restos del apóstol Pablo; el apóstol por excelencia ´Hay
de mí sino evangelizara´ y cada obispo puede decir de sí mismo esto que dice
Pablo ´Hay de nosotros sino evangelizáramos´. El obispo cuando es consagrado
esta de rodillas y sobre su cabeza se ha abierto el libro de los Evangelios. Es
un gesto muy fuerte: Obispo toda tu vida está al servicio del Evangelio, del
anuncio de la buena noticia de Jesús o como dirá Pablo de si mismo ´Soy testigo
del Evangelio de la gracias de Dios´. Por ello, para nosotros los obispos,
venir aquí, a la Basílica patriarcal de San Pablo de Extramuros es reavivar
este carisma misionero que llevamos en las entrañas.
Lo recordaba muy buen el
Cardenal Luís Villalba en la hermosa homilía que proclamó presidiendo la
Eucaristía aquí; ´Suplicamos a Dios ser pastores misioneros, pero también
hombres de profunda oración. Pablo es un apasionado de Cristo´.
Si decimos apóstol Pablo no
podemos olvidar a San Pablo VI, esta enorme figura que ha marcado tan profunda
y hermosamente la vida de nuestra Iglesia, en la que el mismo Papa Francisco
encuentra inspiración para su magisterio, para el modo en que está llevando
adelante este Ministerio Apostólico, este oficio pretino, promoviendo una
Iglesia en salida, una Iglesia misionera.
Aquí hemos rezado una vez
más por todas nuestras Iglesias Diocesanas, por la Iglesia en Argentina y la
Iglesia en todo el mundo para que sea realmente como Pablo, anunciadora feliz,
gozosa del Evangelio y con la fuerza del Evangelio pueda también llegar al
corazón de todos”.
CEA