Camino a la Beatificación

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25 marzo 2022

En comunión con el Papa por la paz del mundo

Catamarca se unió a la consagración de Rusia y Ucrania a la Virgen y oró por la vida

 

“La voluntad de Dios es que seamos constructores de Paz y de Amistad entre todos los seres humanos”, dijo Mons. Urbanc.

 

Este viernes 25 de marzo, Solemnidad de la Anunciación del Señor, la Diócesis de Catamarca se unió a la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María, realizada por el Papa Francisco durante una ceremonia penitencial de Cuaresma en la plaza San Pedro.

En comunión con la Iglesia que peregrina en Argentina y el mundo, a las 13.00 (17.00 de Roma), el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la Santa Misa en la Catedral Basílica y Santuario del Santísimo Sacramento y de Nuestra Señora del Valle, que fue concelebrada por los presbíteros Diego Manzaraz, Canciller y Secretario de la Curia Diocesana; Marcelo Amaya, Delegado Episcopal de la Pastoral Familiar; Carlos Figueroa, párroco de San José Obrero; Ramón Carabajal y Luis Páez, capellanes de la Catedral y Santuario mariano. Se sumó a las intenciones de esta Eucaristía, la acción de gracias del padre Páez por sus 19 años de ordenación sacerdotal.

También las distintas comunidades parroquiales se sumaron a esta jornada de oración rogando por la paz del mundo y por la vida naciente.

En el inicio de su homilía, Mons. Urbanc expresó que este día de la Solemnidad de la Anunciación del Señor también “desde hace unas décadas, ha sido elegido como el día de oración por todos los niños que se están gestando en un vientre materno para que sean queridos y cuidados, y puedan tener la dicha de nacer, crecer y madurar como la tuvo el Hijo de Dios, Nuestro Señor Jesucristo”.

Luego destacó que “hoy, de un modo especial, y a esta hora, estamos unidos al Papa Francisco, quien nos pidió que lo acompañemos en la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María, y que pidamos al buen Dios por la conversión de nuestros corazones en este tiempo de cuaresma, por el don de la paz no sólo para estas naciones sino para el mundo entero, e impetremos el cese inmediato de la guerra, en la que ya hubo miles de víctimas, innumerables heridos, llanto, angustia, dolor y zozobra por parte de tantas familias que están en medio del conflicto, y de todos, sobre todo madres, que han ido a refugiarse a países vecinos con cientos de miles de niños, ancianos y enfermos”.

Seguidamente afirmó que “es un hecho que la humanidad ha perdido la senda de la paz. Ha olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Ha desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y está traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Ha enfermado de avidez, se ha encerrado en intereses nacionalistas, se ha dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Ha preferido ignorar a Dios, convivir con sus ídolos, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándose de que cada persona debe ocuparse de su prójimo y de la casa común. Ha destrozado con la guerra el jardín de la tierra, ha herido con el pecado el corazón del Padre de todos, que nos quiere hermanos y hermanas”.

En este contexto, manifestó que “cada uno de nosotros, y en nombre de toda la humanidad, supliquemos con vergüenza: ¡perdónanos, Señor! Y roguemos que cada ser humano pueda reproducir en su propia historia terrena la disponibilidad de María a los designios de Dios: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38), que es también la de Jesús: «Aquí estoy para hacer tu voluntad» (Heb 10,7.9; Sal 39). La voluntad de Dios es que seamos constructores de Paz y de Amistad entre todos los seres humanos”.

“En la miseria del pecado, en nuestros cansancios y fragilidades, en el misterio de la iniquidad del mal y de la guerra, volvamos nuestra mirada hacia nuestra Madre del Valle que siempre nos recuerda que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor, ternura y paciencia, deseoso de perdonarnos y levantarnos de nuevo, con la certeza de que es Él quien nos la ha entregado y ha dispuesto que su Corazón Inmaculado sea un refugio para la Iglesia y para la humanidad en las vicisitudes más adversas y aterradoras de la historia”.

Tras reflexionar sobre la Palabra de Dios escuchada, se dirigió a la Virgen, diciendo: “Querida Madre del Valle, postrados ante Ti te suplicamos que despiertes en nosotros el respeto por toda vida humana naciente, siendo capaces de apreciar en el fruto del vientre materno la admirable obra del Creador; dispón nuestros corazones a la generosa acogida de todo niño ante la vida. Bendice a las familias, santifica la unión de los esposos, haz fecundo su amor para que jamás dejen de asombrarse ante el don precioso e inestimable de la vida humana. Intercede para que las decisiones de las asambleas legislativas de todas las naciones reconozcan y respeten la sacralidad de la vida, de toda vida humana. Acompaña la obra de los científicos y médicos para que el progreso contribuya al bien integral de la persona y nadie padezca supresión e injusticia. Concede a los economistas caridad creativa para que promuevan condiciones suficientes para que las jóvenes familias puedan abrirse serenamente al nacimiento de nuevos hijos. Consuela a los esposos que sufren la imposibilidad de engendrar hijos, dándoles la generosidad de adoptar y así realizarse en su capacidad de amar, de cuidar y de educar. Amén”.

Antes de la bendición final, se hizo el Acto de Consagración ante la sagrada imagen de la Virgen del Valle, Patrona de Catamarca y del Noroeste Argentino.

 

Rosario y Vía Crucis por la Vida

Como la fecha coincide con el Día del Niño por Nacer, antes de la celebración eucarística de la mañana se rezó el Rosario por la Vida.

Esta jornada de oración continuará a las 19.00 con el rezo el Vía Crucis por la Vida y a las 20.00 se celebrará la Santa Misa en el altar mayor de la Catedral Basílica y principal Santuario mariano de la diócesis.

 Fotos: Facebook Prensa Iglesia Catamarca