El miércoles 2 de noviembre la
Iglesia conmemora a los fieles difuntos. Por este motivo a las 10.00 se
celebrará la Santa Misa comunitaria en el cementerio municipal Fray Mamerto
Esquiú de la ciudad capital.
Debido a las numerosas
actividades de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen tiempo ni de
atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo
provechoso que puede ser la oración por los fieles difuntos. A raíz de esto, la
Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique
especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no
llegan al cielo.
Una
tradición ancestral
La tradición de rezar por
los muertos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en que ya se
honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos.
Cuando una persona muere ya
no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, los vivos sí
podemos ofrecer nuestras obras para que el difunto alcance la salvación.
Con las buenas obras y la
oración se puede ayudar a los seres queridos a conseguir el perdón y la
purificación de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios.
A estas oraciones se les
llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer la Santa Misa por los seres
queridos fallecidos.