En la noche del sábado 14 de
julio, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la Eucaristía en el
Altar Mayor de la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle, durante la
cual instituyó ministros acólitos a los seminaristas Martín Brizuela y Javier
Cisternas; y ministros lectores a Juan Marcos Bellomo y Ramón Carabajal. La
Santa Misa fue concelebrada por sacerdotes del clero local y formadores del
Seminario Mayor de la Arquidiócesis de Tucumán, donde cursan sus estudios los
seminaristas catamarqueños.
El Santuario Mariano se vio
repleto de fieles de distintos puntos de la ciudad capital, que acompañaron con
gran alegría este paso de los jóvenes seminaristas en su camino al sacerdocio.
En el inicio de la
celebración, se dio lectura al decreto correspondiente y se presentó a los
candidatos al Obispo Diocesano, momentos que estuvieron a cargo de los
presbíteros Marcelo Amaya y Julio Ávalos, respectivamente.
Luego de la proclamación del
Evangelio, Mons. Urbanc impartió la bendición a los jóvenes seminaristas y en
su homilía agradeció a todos los presentes, especialmente a los padres de los
candidatos de Martín, Javier, Juan Marcos y Ramón, por su testimonio y
acompañamiento.
Tomando como referencia las
lecturas
proclamadas, animó a los presentes a “ser profetas de Dios en sus
ámbitos, dando testimonio con su ejemplo del mensaje de Dios para su pueblo.
Más aún cuando la sociedad actual quiere proclamar que Dios no existe, que es
un invento de los pobres y oprimidos”, agregando que Dios es el Creador del
mundo y de los hombres, a quienes dotó de las luces de la inteligencia para que
puedan descubrirlo y relacionarse con él.
También pidió a los
seminaristas vivir con fe y entrega el ministerio encomendado a cada uno,
exhortándolos a no tener ambiciones de cosas materiales ni grandes proyectos,
sino que su mayor tesoro sea el Cuerpo de Cristo. Destacó la importancia de
manifestar su amor a Dios en el servicio a la Iglesia, que son todos los
bautizados, y especialmente en el cuidado del hermano más necesitado.
Una vez finalizada la predicación,
el pastor diocesano entregó el Libro de la Palabra de Dios a los ministros
lectores, y el cáliz y la patena a los ministros acólitos, para que puedan
participar con fe y caridad en los servicios de la liturgia.
Los padres de los flamantes
ministros acercaron los dones de pan y vino al altar, y en el momento de la
Comunión, los nuevos acólitos distribuyeron la Eucaristía.
Antes de recibir la
bendición final, se elevó una plegaria a la Virgen del Valle pidiendo por la
vida de los niños a quienes no se les permite nacer y por los hermanos más
necesitados.