Llamado
a “defender la vida siempre y en toda circunstancia”
ante la Virgen de la Merced
El lunes 9 de julio, se
llevó a cabo el Te Deum por el 202° aniversario de la Declaración de la
Independencia de la Patria, en el centenario templo parroquial de Nuestra
Señora de la Merced, Generala del Ejército Argentino, ubicado en la localidad
de Villa Dolores, departamento Valle Viejo.
Presidió el oficio religioso
el Vicario Parroquial, Pbro. Eduardo López Márquez, y contó con la participación
de autoridades municipales, encabezadas por el intendente, Ing. Gustavo Jalile,
del Concejo Deliberante, de las Fuerzas de Seguridad, directivos, docentes,
abanderados y escoltas de las escuelas, y vecinos de Valle Viejo. Un marco
especial brindó la Delegación del Regimiento de Granaderos a Caballo General
San Martín, que participó de los actos patrios en el departamento chacarero.
En el inicio de su mensaje,
el Padre López Márquez, quien además de colaborar en la
atención espiritual de
esa comunidad parroquial es Delegado Episcopal para la Pastoral Familiar, expresó:
“Celebrando el 202° aniversario de la Declaración de la Independencia, nos
encontramos nuevamente reunidos para dar gracias a Dios, a quien lo invocamos
en las Constituciones Nacional y Provincial como ‘fuente de toda razón y
justicia’”.
En alusión al tema que genera
el debate en el Congreso de la Nación y en la sociedad, afirmó que “hoy nos
enfrentamos en discusiones que tienen que ver con el ser humano. No solo se
desacredita la religión, cualquiera sea ella si no está avalando lo presentado,
lo que, por otra parte, no es ninguna novedad, pues a lo largo de los siglos y
dependiendo de la ideología de turno se lo viene haciendo, sino que –y esto
tienen una particular gravedad- se niegan los datos de la ciencia sobre el
inicio de la vida humana, en la pretensión de relativizar el valor y la
dignidad de las personas por la etapa en el que se encuentran”.
“Entre los muchos valores
que encontramos en los próceres de la Declaración de la Independencia están el de
la palabra dada y la continuidad en sus convicciones. Celebrando el aniversario
de la Declaración de la Independencia ¿cómo entender que el juramento realizado
por nuestros representantes sobre nuestra Constitución y la Constitución
Nacional sea cambiado con tanta facilidad como si se tratase de una opinión
vertida en una charla de café? ¿Cómo aceptar la honestidad de lo dicho por
muchos de nuestros gobernantes y legisladores, si cuando organismos
internacionales realizan grandes declaraciones a favor de la persona humana,
luego ‘recomiendan’ a los países emergentes, como el nuestro, la limitación de
la población, de cualquier modo? ¿Cómo entender que se quiere legalizar la
posibilidad de matar a un niño por nacer hasta antes del nacimiento siendo que
puede vivir fuera del útero a partir de las semanas 25 ó 26?”, se preguntó.
Independizarnos de las propuestas que destruyen la vida
El sacerdote consideró que “también
hoy es necesario independizarnos, sin que esto signifique aislarse. Independizarnos
de las propuestas que destruyen la vida -y no solo la humana sino también la
del planeta-. Más que decir ‘no’ es necesario promover. Promover la cultura del
encuentro, del trabajo, de la salud, de la vida sana, del estudio, de la
confianza, de la verdad, del bien, de la solidaridad, y un largo etc. ‘En unión
y libertad’ dicen los billetes que utilizamos cada día desde la Asamblea de
1813. Pero la realidad nos muestra que ni estamos tan unidos, ni somos tan
libres”.
En otro tramo indicó: “’Ámense
como hermanos, sean misericordiosos y humildes’, decía
San Pedro. El amor
supone reconocer al otro y la misericordia, mirarlo con el corazón; pero es
imposible si no nos consideramos en su justa medida quiénes somos. Ninguno
podemos decidir la suerte de otro igual, que tiene la misma dignidad desde que
es concebido hasta que finaliza naturalmente su vida. Es hipócrita presentarnos
a dar gracias a Dios por la Declaración de la Independencia, mientras
promovemos y aceptamos la eliminación de personas humanas, sea cual fuere la
etapa en que se encuentre”, sentenció.
Asimismo, afirmó que “cada
uno tendremos nuestra propia responsabilidad”, y mencionó a los gobernantes, los
legisladores, los profesionales, los docentes, entre otros, “pero nadie tiene
mayor responsabilidad que los padres. Son los primeros responsables en la
educación de los hijos. Con ellos aprendemos que no estamos solos, que no somos
los únicos, que necesitamos de los otros como también somos necesarios. Ellos
nos enseñan los valores primarios, el valor de la vida, de la justicia, de la
comprensión, del perdón. Podrán promulgarse muchas leyes, pero nadie mejor que
ellos para mostrar, inculcar y favorecer el bien y la verdad, el don de la vida
y su promoción”, manifestó.
Finalmente, invitó a que “miremos
a María, Ella supo aceptar la verdad dicha por Dios, supo cuidar ‘el fruto de
su vientre’. Así como Belgrano fue capaz de entregarle su bastón de mando a
Nuestra Señora de la Merced, y San Martín a Nuestra Señora del Carmen, seamos
capaces de entregarle a Nuestra Madre el mando sobre nuestra vida, sobre
nuestras familias, parroquia y Municipio. Que sea Ella quien guíe nuestras
acciones para ser discípulos-misioneros y defender la vida de cada persona,
desde su concepción hasta la muerte natural; defenderla siempre y en toda
circunstancia”.