Camino a la Beatificación

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11 julio 2018

Durante el Te Deum celebrado en Villa Dolores


Llamado a “defender la vida siempre y en toda circunstancia” ante la Virgen de la Merced

El lunes 9 de julio, se llevó a cabo el Te Deum por el 202° aniversario de la Declaración de la Independencia de la Patria, en el centenario templo parroquial de Nuestra Señora de la Merced, Generala del Ejército Argentino, ubicado en la localidad de Villa Dolores, departamento Valle Viejo.
Presidió el oficio religioso el Vicario Parroquial, Pbro. Eduardo López Márquez, y contó con la participación de autoridades municipales, encabezadas por el intendente, Ing. Gustavo Jalile, del Concejo Deliberante, de las Fuerzas de Seguridad, directivos, docentes, abanderados y escoltas de las escuelas, y vecinos de Valle Viejo. Un marco especial brindó la Delegación del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín, que participó de los actos patrios en el departamento chacarero.
En el inicio de su mensaje, el Padre López Márquez, quien además de colaborar en la
atención espiritual de esa comunidad parroquial es Delegado Episcopal para la Pastoral Familiar, expresó: “Celebrando el 202° aniversario de la Declaración de la Independencia, nos encontramos nuevamente reunidos para dar gracias a Dios, a quien lo invocamos en las Constituciones Nacional y Provincial como ‘fuente de toda razón y justicia’”.
En alusión al tema que genera el debate en el Congreso de la Nación y en la sociedad, afirmó que “hoy nos enfrentamos en discusiones que tienen que ver con el ser humano. No solo se desacredita la religión, cualquiera sea ella si no está avalando lo presentado, lo que, por otra parte, no es ninguna novedad, pues a lo largo de los siglos y dependiendo de la ideología de turno se lo viene haciendo, sino que –y esto tienen una particular gravedad- se niegan los datos de la ciencia sobre el inicio de la vida humana, en la pretensión de relativizar el valor y la dignidad de las personas por la etapa en el que se encuentran”.

“Entre los muchos valores que encontramos en los próceres de la Declaración de la Independencia están el de la palabra dada y la continuidad en sus convicciones. Celebrando el aniversario de la Declaración de la Independencia ¿cómo entender que el juramento realizado por nuestros representantes sobre nuestra Constitución y la Constitución Nacional sea cambiado con tanta facilidad como si se tratase de una opinión vertida en una charla de café? ¿Cómo aceptar la honestidad de lo dicho por muchos de nuestros gobernantes y legisladores, si cuando organismos internacionales realizan grandes declaraciones a favor de la persona humana, luego ‘recomiendan’ a los países emergentes, como el nuestro, la limitación de la población, de cualquier modo? ¿Cómo entender que se quiere legalizar la posibilidad de matar a un niño por nacer hasta antes del nacimiento siendo que puede vivir fuera del útero a partir de las semanas 25 ó 26?”, se preguntó.


Independizarnos de las propuestas que destruyen la vida
El sacerdote consideró que “también hoy es necesario independizarnos, sin que esto signifique aislarse. Independizarnos de las propuestas que destruyen la vida -y no solo la humana sino también la del planeta-. Más que decir ‘no’ es necesario promover. Promover la cultura del encuentro, del trabajo, de la salud, de la vida sana, del estudio, de la confianza, de la verdad, del bien, de la solidaridad, y un largo etc. ‘En unión y libertad’ dicen los billetes que utilizamos cada día desde la Asamblea de 1813. Pero la realidad nos muestra que ni estamos tan unidos, ni somos tan libres”.
En otro tramo indicó: “’Ámense como hermanos, sean misericordiosos y humildes’, decía
San Pedro. El amor supone reconocer al otro y la misericordia, mirarlo con el corazón; pero es imposible si no nos consideramos en su justa medida quiénes somos. Ninguno podemos decidir la suerte de otro igual, que tiene la misma dignidad desde que es concebido hasta que finaliza naturalmente su vida. Es hipócrita presentarnos a dar gracias a Dios por la Declaración de la Independencia, mientras promovemos y aceptamos la eliminación de personas humanas, sea cual fuere la etapa en que se encuentre”, sentenció.
Asimismo, afirmó que “cada uno tendremos nuestra propia responsabilidad”, y mencionó a los gobernantes, los legisladores, los profesionales, los docentes, entre otros, “pero nadie tiene mayor responsabilidad que los padres. Son los primeros responsables en la educación de los hijos. Con ellos aprendemos que no estamos solos, que no somos los únicos, que necesitamos de los otros como también somos necesarios. Ellos nos enseñan los valores primarios, el valor de la vida, de la justicia, de la comprensión, del perdón. Podrán promulgarse muchas leyes, pero nadie mejor que ellos para mostrar, inculcar y favorecer el bien y la verdad, el don de la vida y su promoción”, manifestó.
Finalmente, invitó a que “miremos a María, Ella supo aceptar la verdad dicha por Dios, supo cuidar ‘el fruto de su vientre’. Así como Belgrano fue capaz de entregarle su bastón de mando a Nuestra Señora de la Merced, y San Martín a Nuestra Señora del Carmen, seamos capaces de entregarle a Nuestra Madre el mando sobre nuestra vida, sobre nuestras familias, parroquia y Municipio. Que sea Ella quien guíe nuestras acciones para ser discípulos-misioneros y defender la vida de cada persona, desde su concepción hasta la muerte natural; defenderla siempre y en toda circunstancia”.