Durante la mañana del último
viernes de Cuaresma, se concretó el traslado de una antigua imagen de Cristo
crucificado, que data de más de 200 años, desde la casa particular de su dueña,
Dña. Clementina Arroyo, hasta la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle,
que recibió tan preciosa donación.
La solemne ceremonia comenzó
en el domicilio particular de Doña Clementina, quien sumó a este acontecimiento
el festejo de sus 90 años de vida, y contó con la presencia del Obispo
Diocesano, Mons. Luis Urbanc, el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio
Quiroga del Pino, y un buen número de vecinos, entre ellos el ex Intendente de
Capital, Dr. Ricardo Guzmán, quienes compartieron este emotivo momento.
El breve acto se concretó frente
al domicilio particular ubicado en el barrio La Cruz Negra, donde la antigua
imagen fue expuesta a los presentes por Mons. Urbanc, quien recitó un hermoso
himno al Cristo crucificado, coronado con el canto del Ave María interpretado
por integrantes de la Banda de Música de la Policía de la Provincia. Los
asistentes entonaron el Cumpleaños Feliz dedicado a doña Clementina, quien dio
gracias a Dios por el don de la vida.
Desde allí se puso en marcha
una caravana vehicular que, escoltada por personal de la Guardia Urbana de la
Municipalidad de San Fernando del Valle de Catamarca y de la Policía de la
Provincia de Catamarca, recorrió las calles de la ciudad capital hasta el
Santuario Mariano, donde su Rector, el Pbro. José Antonio Díaz, recibió la
Sagrada Imagen portada por el Señor Obispo, quien presidió la Santa Misa de acción
de gracias en el altar mayor de la Catedral Basílica.
Dña.
Clementina: “Es el Hijo que viene a estar cerca de la Madre”
Al finalizar la celebración
eucarística, Doña Clementina Arroyo comentó: “Mi papá me dijo que, cuando yo me
vaya de este mundo, deje la imagen en alguna capilla para que ahí permanezca y
sea venerada. Por eso decidí donarla a la Catedral, porque qué mejor lugar para
Cristo que al lado de su Madre. Él es el Hijo que viene a estar cerca de la Madre”.
Respecto de la imagen,
explicó que “este Cristo tiene más de 200 de años, y fue traído de España. En esa
época todas las imágenes eran traídas de Europa y después eran repartidas en
las familias. Mi tatarabuela
pidió un Cristo y desde entonces está en la
familia Arroyo. En ese entonces ellos vivían en Mendoza y luego se trasladaron
a Catamarca”.
Por último, expresó: “Estoy
muy feliz de poder compartir este día con todos, aquí en la casa de la Virgen.
Fue inolvidable el gesto, el regalo del Señor Obispo de compartir el desayuno
en mi casa. Todos mis vecinos se acercaron a saludarme, pusieron globos en la
calle y fue maravilloso el cariño de la gente”.