Ciudad del Vaticano (AICA): El
papa Francisco proclamó hoy, domingo 27 de abril, santos a los pontífices Juan
XXIII y Juan Pablo II. Los dos papas canonizados hoy, fueron profundamente
amados por el pueblo fiel y marcaron hitos cruciales en la historia de la
Iglesia y del mundo en el siglo XX.
"A honor de la Santísima
Trinidad, por la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida
cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los Santos
Apóstoles Pedro y Pablo y Nuestra, después de haber reflexionado largamente,
invocado varias veces la ayuda divina y escuchado el parecer de muchos de
nuestros hermanos y el episcopado, declaramos y definimos santos a los beatos
Juan XXIII y Juan Pablo II, y les escribimos en el registro de los Santos y
establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honorados como
santos". con estas palabras, el Santo Padre canonizó a los dos pontífices.
El acto comenzó con el canto de
la Letanía de los Santos y con las peticiones al Pontífice, a cargo del
prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo
Amato, para que inscriba a los beatos en el Libro de los Santos. Primero lo
pide con “gran fuerza”, una vez más con “mayor fuerza” y, por último, con
“grandísima fuerza”.
Luego, el Santo Padre ejerció
toda su autoridad como cabeza de la Iglesia universal a través de la oración y
seguidamente dijo que los inscriban en el Libro de los Santos y que establecen
que sean venerados por toda la Iglesia “en nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo”. A continuación, se llevaron hasta el altar los relicarios que
contienen las reliquias de los santos.
A continuación el papa Francisco
besó las reliquias de los dos santos. Tras la procesión, el cardenal Amato
agradeció al papa Francisco la canonización.
Una multitud de fieles, que
colmaron la Plaza de San Pedro y las calles aledañas, celebró jubilosa cuando
sus nombres se añadieron hoy a la multitud de los santos que, desde la gloria
de los altares, son modelos e intercesores entre Dios y los hombres.
Juan XXIII, el “Papa Bueno”, el
Papa que conmovió al mundo por la singular bondad de su corazón y que impulsó
la renovación de la Iglesia al convocar al Concilio Vaticano II y Juan Pablo
II, “el grande”, quien con su vida marcó otro tiempo del mundo. “Un gigante de
la fe”, dijo recientemente el papa Francisco, que “introdujo a la Iglesia en el
tercer milenio de la fe y fue un extraordinario testimonio de santidad”.
San Juan XXIII, papa
San Angelo Giuseppe Roncalli
nació y fue bautizado el día 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte,
diócesis y provincia de Bérgamo (Italia). Fue el cuarto de catorce hermanos. Su
familia vivía del trabajo de los campos, cultivados en régimen de aparcería. La
vida familiar era de tipo patriarcal: dos hermanos con sus respectivas familias
vivían bajo un mismo techo guiados por el tío Zaverio, anciano soltero que
gobernaba con sabiduría el trabajo y la marcha de la gran familia.
Al tío Zaverio, padrino de
bautismo, atribuirá Angelo Roncalli su primera y fundamental formación
religiosa: “Él dio a su ahijado, sin intención de convertirlo en sacerdote,
todo cuanto podría servir con la máxima edificación y eficacia a la preparación
no de un simple sacerdote, sino de un obispo y de un papa, como la Providencia
había querido y decidido” Así escribirá de él el Papa Juan en 1959.
El clima religioso de la familia
y la fervorosa vida parroquial, guiada por el párroco don Francesco Rebuzzini,
fueron la primera -y fundamental- escuela de vida cristiana, que marcó la
fisionomía espiritual de Angelo Roncalli.
Recibió la confirmación y la
primera comunión en 1889 y, en 1892, ingresó en el Seminario de Bérgamo, donde
estudió hasta el segundo año de teología y donde empezó a redactar los apuntes
espirituales que escribiría hasta el fin de sus días y que han sido recogidos
en el Diario del alma. Aquí empezó su práctica de la dirección espiritual
asidua. El 1 de marzo de 1896 don Luigi Isacchi, director espiritual del Seminario
de Bérgamo, lo admitió en la Orden Franciscana Seglar, cuya Regla profesó el 23
de mayo de 1897.
De 1901 a 1905 fue alumno del
Pontificio Seminario Romano, gracias a una beca de la diócesis de Bérgamo. En
este tiempo hizo, además, un año de servicio militar. Fue ordenado sacerdote el
10 de agosto de 1904, en Santa María in Monte Santo, de Piazza del Popolo, en
Roma. En 1905 fue nombrado secretario del nuevo obispo de Bérgamo, monseñor
Giacomo Maria Radini Tedeschi.
Desempeñó este cargo hasta 1914,
acompañando al obispo en las visitas pastorales y colaborando en múltiples
iniciativas pastorales: Sínodo, reacción del boletín diocesano,
peregrinaciones, obras sociales. A la vez era profesor de historia, patrología
y apologética en el Seminario, asistente de la Acción Católica femenina,
colaborador en el diario católico de Bérgamo y predicador muy solicitado por su
elocuencia elegante, profunda y eficaz.
Aquellos años fueron, además, el
tiempo de un profundo encuentro espiritual con los grandes pastores: san Carlos
Borromeo (de quien publicó las Actas de la visita apostólica realizada a la
diócesis de Bérgamo en 1575) y san Francisco de Sales.
En 1915, cuando Italia entró en
guerra, fue llamado como sargento sanitario y nombrado capellán militar de los
soldados heridos que regresaban del frente. Al final de la guerra abrió la
“Casa del Estudiante” y trabajó en la pastoral de estudiantes.
En 1919 fue nombrado director
espiritual del Seminario. En 1921 empezó la segunda parte de la vida de don
Angelo Roncalli, dedicada al servicio de la Santa Sede. Llamado a Roma por
Benedicto XV como presidente de Italia del Consejo Central de las Obras
Pontificias para la Propagación de la Fe, recorrió muchas diócesis de Italia
organizando Círculos de Misiones.
En 1925 Pio XI lo nombró
visitador apostólico para Bulgaria y lo elevó al episcopado con el título de
Areopoli. Su lema episcopal, era: “Oboedientia et pax”.
Marchó a Bulgaria tras ser
ordenado obispo el 19 de marzo de 1925 en Roma. Nombrado delegado apostólico,
permaneció en Bulgaria hasta 1935. Visitó las comunidades católicas y tejió
relaciones respetuosas con las otras comunidades cristianas. Actuó con
caritativa solicitud aliviando los sufrimientos causados por el terremoto de
1928. Sobrellevó en silencio las incomprensiones y dificultades de un
ministerio marcado por la marginalidad. Afinó su confianza y entrega en Jesús
crucificado.
En 1935 fue nombrado delegado
apostólico en Turquía y Grecia. Era un vasto campo de trabajo. La Iglesia
católica tenía una presencia activa en muchos ámbitos de la joven república,
que se estaba renovando y organizando. Monseñor Angelo trabajó con intensidad
al servicio de los católicos y se destacó por su dialogo y talante respetuoso
con el mundo ortodoxo y con el mundo musulmán. Al estallar la II Guerra Mundial
se hallaba en Grecia, que fue devastada por los combates. Procuró dar noticias
sobre los prisioneros de guerra y salvó a muchos hebreos con el “Visado de
tránsito” de la delegación apostólica. En diciembre de 1944 Pio XII le nombró
nuncio apostólico en París.
Durante los últimos meses de la
guerra y los primeros de paz ayudó a los prisioneros de guerra y trabajó en la
normalización de la vida eclesiástica de Francia. Visitó los grandes santuarios
franceses y participó en las fiestas populares y en las manifestaciones
religiosas más significativas. Fue un observador atento, prudente y lleno de
confianza en las nuevas iniciativas pastorales del episcopado y del clero de
Francia. Se distinguió siempre por su búsqueda de la sencillez evangélica,
incluso en los asuntos diplomáticos más intrincados. Procuró ser sacerdote en
todas las situaciones. Lo animaba una piedad sincera que se transformaba todos
los días en prolongado tiempo de oración y de meditación.
En 1953 fue creado cardenal y
enviado a Venecia como Patriarca. Le lleno de alegría poder dedicar sus últimos
años al ministerio directo pastoral, deseo que lo acompañó a lo largo de toda
su vida sacerdotal. Y fue un pastor sabio y emprendedor, a ejemplo de los
santos pastores a quienes siempre había venerado, a ejemplo de san Lorenzo
Giustiniani, primer patriarca de Venecia. Al tiempo que avanzaba su edad,
aumentaba su confianza en el Señor, entregado a una laboriosidad pastoral
activa, emprendedora y gozosa.
A la muerte de Pio XII, fue
elegido Papa el 28 de octubre de 1958, con el nombre de Juan XXIII. Su
pontificado, que duró menos de cinco años, lo presentó al mundo como una
auténtica imagen del Buen Pastor. Manso y atento, emprendedor y valiente,
sencillo y activo practicó cristianamente las obras corporales y espirituales
de misericordia, visitando a los encarcelados y a los enfermos, recibiendo a
hombres de todas las naciones y credos y cultivando un exquisito sentimiento de
paternidad hacia todos. Su magisterio, sobre todo sus encíclicas Pacem in
terris y Mater et magistra, fue muy apreciado.
Convocó el Sínodo Romano,
instituyó una Comisión para la revisión del Código de Derecho Canónico y
convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II. Visitó muchas parroquias de su diócesis
de Roma, sobre todo las de los barrios nuevos. La gente vio en él un rayo de la
bondad de Dios y lo llamó “el Papa de la bondad” Lo sostenía un profundo
espíritu de oración. Su persona, iniciadora de una gran renovación en la
Iglesia, irradiaba la paz propia de quien confía siempre en el Señor. Falleció
el 3 de junio de 1963, por la tarde, en un profundo espíritu de abandono en
Jesús, deseoso de su abrazo y rodeado de la oración cordial del mundo, que
parecía haberse parado para recogerse en tomo a él y respirar con él el amor
del Padre.
Fue beatificado por Juan Pablo II
el 3 de septiembre de 2000. Su fiesta litúrgica quedó fijada el 11 de octubre,
día de la apertura del Concilio Vaticano II.
San Juan Pablo II, papa
Karol Józef Wojtyla, conocido como
Juan Pablo II desde su elección al papado en octubre de 1978, nació en
Wadowice, una pequeña ciudad a 50 kms de Cracovia, el 18 de mayo de 1920. Era
el más pequeño de los tres hijos de Karol Wojtyla y Emilia Kaczorowska. Su
madre falleció en 1929. Su hermano mayor Edmund (médico) murió en 1932 y su
padre (suboficial del ejército) en 1941. Su hermana Olga murió antes de que
naciera él.
Fue bautizado por el sacerdote
Franciszek Zak el 20 de junio de 1920 en la Iglesia parroquial de Wadowice; a
los 9 años hizo la Primera Comunión, y a los 18 recibió la Confirmación.
Terminados los estudios de enseñanza media en la escuela Marcin Wadowita de
Wadowice, se matriculó en 1938 en la Universidad Jagellónica de Cracovia y en
una escuela de teatro.
Cuando las fuerzas de ocupación
nazi cerraron la Universidad, en 1939, el joven Karol tuvo que trabajar en una
cantera y luego en una fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar
la deportación a Alemania.
A partir de 1942, al sentir la
vocación al sacerdocio, siguió las clases de formación del seminario
clandestino de Cracovia, dirigido por el arzobispo de Cracovia, cardenal Adam
Stefan Sapieha. Al mismo tiempo, fue uno de los promotores del “Teatro
Rapsódico”, también clandestino.
Tras la segunda guerra mundial,
continuó sus estudios en el seminario mayor de Cracovia, nuevamente abierto, y
en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su ordenación
sacerdotal en Cracovia el 1 de noviembre de 1946 de manos del arzobispo
Sapieha.
Seguidamente fue enviado a Roma,
donde, bajo la dirección del dominico francés Garrigou-Lagrange, se doctoró en
1948 en teología, con una tesis sobre el tema de la fe en las obras de San Juan
de la Cruz (Doctrina de fide apud Sanctum Ioannem a Cruce). En aquel período aprovechó
sus vacaciones para ejercer el ministerio pastoral entre los emigrantes polacos
de Francia, Bélgica y Holanda.
En 1948 volvió a Polonia, y fue
vicario en diversas parroquias de Cracovia y capellán de los universitarios
hasta 1951, cuando reanudó sus estudios filosóficos y teológicos. En 1953
presentó en la Universidad Católica de Lublin una tesis titulada “Valoración de
la posibilidad de fundar una ética católica sobre la base del sistema ético de
Max Scheler”. Después pasó a ser profesor de Teología Moral y Etica Social en
el seminario mayor de Cracovia y en la facultad de Teología de Lublin.
El 4 de julio de 1958 fue
nombrado por Pío XII obispo titular de Olmi y auxiliar de Cracovia. Recibió la
ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958 en la catedral del Wawel
(Cracovia), de manos del arzobispo Eugeniusz Baziak.
El 13 de enero de 1964 fue
nombrado arzobispo de Cracovia por Pablo VI, quien le hizo cardenal el 26 de
junio de 1967, con el título de San Cesareo en Palatio, Diaconía elevada pro
illa vice a título presbiteral.
Además de participar en el
Concilio Vaticano II (1962-1965), con una contribución importante en la
elaboración de la constitución Gaudium et spes, el Cardenal Wojtyla tomó parte
en las cinco asambleas del Sínodo de los Obispos anteriores a su pontificado.
Los cardenales reunidos en
Cónclave le eligieron Papa el 16 de octubre de 1978. Tomó el nombre de Juan
Pablo II y el 22 de octubre comenzó solemnemente su ministerio petrino como 263
sucesor del Apóstol Pedro. Su pontificado fue uno de los más largos de la
historia de la Iglesia, duró casi 27 años
Juan Pablo II ejerció su
ministerio petrino con incansable espíritu misionero, dedicando todas sus
energías, movido por la “sollicitudo omnium Ecclesiarum” y por la caridad abierta
a toda la humanidad. Realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia, y 146 por
el interior de este país. Además, como Obispo de Roma, visitó 317 de las 333
parroquias romanas.
Más que todos sus predecesores se
encontró con el pueblo de Dios y con los responsables de las naciones: más de
17.600.000 peregrinos participaron en las 1166 Audiencias Generales que se
celebran los miércoles. Ese número no incluye las otras audiencias especiales y
las ceremonias religiosas [más de 8 millones de peregrinos durante el Gran
Jubileo del año 2000] y los millones de fieles que el Papa encontró durante las
visitas pastorales efectuadas en Italia y en el resto del mundo. Hay que
recordar también las numerosas personalidades de gobierno con las que se
entrevistó durante las 38 visitas oficiales y las 738 audiencias o encuentros
con jefes de Estado y 246 audiencias y encuentros con Primeros Ministros.
Su amor a los jóvenes le impulsó
a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud. En las 19 ediciones de
la JMJ celebradas a lo largo de su pontificado se reunieron millones de jóvenes
de todo el mundo. Además, su atención hacia la familia se puso de manifiesto
con los encuentros mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994.
Juan Pablo II promovió el diálogo
con los judíos y con los representantes de las demás religiones, convocándolos
en varias ocasiones a encuentros de oración por la paz, especialmente en Asís.
Bajo su guía, la Iglesia se
acercó al tercer milenio y celebró el Gran Jubileo del año 2000, según las
líneas indicadas por él en la carta apostólica Tertio millennio adveniente; y
se asomó después a la nueva época, recibiendo sus indicaciones en la carta
apostólica Novo millennio ineunte, en la que mostraba a los fieles el camino
del tiempo futuro.
Con el Año de la Redención, el
Año Mariano y el Año de la Eucaristía, promovió la renovación espiritual de la
Iglesia.
Realizó numerosas canonizaciones
y beatificaciones para mostrar innumerables ejemplos de santidad de hoy, que
sirvieran de estímulo a los hombres de nuestro tiempo: celebró 147 ceremonias
de beatificación -en las que proclamó 1338 beatos- y 51 canonizaciones, con un
total de 482 santos. Proclamó a santa Teresa del Niño Jesús Doctora de la
Iglesia.
Amplió notablemente el Colegio
cardenalicio, creando 231 cardenales (más uno “in pectore”, cuyo nombre no se
hizo público antes de su muerte) en 9 consistorios. Además, convocó 6 reuniones
plenarias del colegio cardenalicio.
Presidió 15 Asambleas del Sínodo
de los obispos: 6 generales ordinarias (1980, 1983, 1987, 1990, 1994 y 2001), 1
general extraordinaria (1985) y 8 especiales (1980, 1991, 1994, 1995, 1997,
1998 (2) y 1999).
Entre sus documentos principales
se incluyen: 14 Encíclicas, 15 Exhortaciones apostólicas, 11 Constituciones
apostólicas y 45 Cartas apostólicas.
Promulgó el Catecismo de la
Iglesia Católica, a la luz de la Revelación, autorizadamente interpretada por
el Concilio Vaticano II. Reformó el Código de Derecho Canónico y el Código de
Cánones de las Iglesias Orientales; y reorganizó la Curia Romana.
Publicó también cinco libros como
doctor privado: “Cruzando el umbral de la esperanza” (octubre de 1994); “Don y
misterio: en el quincuagésimo aniversario de mi ordenación sacerdotal”
(noviembre de 1996); “Tríptico romano - Meditaciones”, libro de poesías (marzo
de 2003); “¡Levantaos! ¡Vamos!” (mayo de 2004) y “Memoria e identidad” (febrero
de 2005).
Juan Pablo II falleció el 2 de
abril de 2005, a las 21.37, mientras concluía el sábado, entrando en la octava
de Pascua y domingo de la Misericordia Divina.
Desde aquella noche hasta el 8 de
abril, día en que se celebraron las exequias del difunto pontífice, más de tres
millones de peregrinos rindieron homenaje a Juan Pablo II, haciendo incluso 24
horas de cola para poder acceder a la basílica de San Pedro.
El 28 de abril, Benedicto XVI
dispensó del tiempo de cinco años de espera tras la muerte para iniciar la
causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II. La causa la abrió
oficialmente el cardenal Camillo Ruini, vicario general para la diócesis de
Roma, el 28 de junio de 2005.
Fue beatificado por Benedicto XVI
el 1 de mayo de 2011. Su fiesta litúrgica fue establecida el 22 de octubre,
fecha de inicio de su pontificado.