En el último día del
novenario en honor a Nuestra Madre del Valle, el domingo 7 de diciembre,
rindieron su homenaje las familias, durante la misa de las 21.00, presidida por
el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por sacerdotes del clero
local, entre ellos el Delegado Episcopal para la Pastoral Familiar, Pbro. Eduardo
López Márquez. La celebración se concretó en el Paseo de la Fe en un ambiente festivo.
En su homilía, Mons. Urbanc rogó por las familias para “que el Señor, san José y la Virgen María los sigan protegiendo,
iluminando y motivando en la ardua, pero maravillosa y más importante tarea del
ser humano sobre la tierra como es cuidar la vida de los nuevos seres humanos
que Dios sigue y seguirá enviando a este mundo para que lo conozcan, amen y
sirvan en esta vida y luego gocen de Él en la eternidad. ¡Querida Madre del
Cielo, bendice a todos estos hijos que tienes delante, pues cada uno trae una
pena para confiarla a tu corazón materno y también un sentido gracias por todo
lo que reciben de tu intercesión ante tu amado Hijo Jesús”.
También dedicó parte de su predicación al Sínodo de la
Familia, comentando que “en el mes de octubre se llevó a cabo en Roma el sínodo
extraordinario sobre la familia; mucho se ha debatido y los medios
informativos, de acuerdo a sus intereses, algo nos hicieron saber acerca de lo
allí tratado. No es este el momento para analizarlo, sino para rogar a la Virgen
que las propuestas y debates abiertos se sigan madurando en vistas al Sínodo
definitivo que se llevará a cabo en octubre del 2015, a fin de que este bien
primario y precioso que es la familia, fundada en el matrimonio recupere el
esplendor y sobre todo la misión que el Creador le ha asignado de modo
irrevocable en el concierto de las múltiples culturas en las que se plasma y
desarrolla la vida de los hombres que han sido redimidos por medio
del Misterio
Pascual, del que la Familia Cristiana debe ser testigo por medio de su vida
profundamente integrada a su modelo inspirador, cual es la Comunión Trinitaria”.
Luego
del rezo del Credo, los matrimonios presentes renovaron el compromiso matrimonal
que realizaron el día de sus bodas tomándose la mano derecha.
También
hubo una importante participación delas familias en la lectura de la Palara de
Dios, la guía de la celebración, la presentación de las ofrendas y la animación.
TEXTO COMPLETO DE LA HOMILIA
Queridos devotos y peregrinos:
En este noveno día de la novena se nos
propuso reflexionar acerca de la misión que todos, fieles laicos, consagrados y
pastores tenemos de consagrar el mundo a Dios, es decir, todo el mundo
material, pero sobre todo el mundo de lo que hace a la vida de los seres
humanos, empezando por lo menos hacia lo más, desde la familia, hasta la
sociedad toda. Consagrar el mundo significa hacer nuevas todas las cosas,
renovarlas según los criterios de su Creador, el Dios y Padre de Nuestro Señor
Jesucristo, bajo la guía luminosa del Espíritu Santo.
Hoy
rinden su homenaje a la Virgen del Valle de un modo especial las Familias y
todos aquellos grupos o movimientos eclesiales que de ella se ocupan: Pastoral
familiar, Movimiento Familiar Cristiano, Grávida, Renacer, etc. También están
presentes integrantes de Faviatca (Familiares de víctimas por accidentes de
tránsito). Bienvenidos; que el Señor, san José y la Virgen María los sigan
protegiendo, iluminando y motivando en la ardua, pero maravillosa y más
importante tarea del ser humano sobre la tierra como es cuidar la vida de los
nuevos seres humanos que Dios sigue y seguirá enviando a este mundo para que lo
conozcan, amen y sirvan en esta vida y luego gocen de Él en la eternidad. ¡Querida
Madre del Cielo, bendice a todos estos hijos que tienes delante, pues cada uno
trae una pena para confiarla a tu corazón materno y también un sentido gracias
por todo lo que reciben de tu intercesión ante tu amado Hijo Jesús.
Del
mensaje final del sínodo extraordinario quiero leerles algunos pasajes que
expresan lo medular de lo tratado acerca de la buena noticia que son para el
mundo el sacramento del matrimonio y la familia fundada en él, pero que la
prensa amarillista dejó de lado.
23. “Con íntimo gozo y profunda
consolación, la Iglesia mira a las familias que permanecen fieles a las
enseñanzas del Evangelio, agradeciéndoles el testimonio que dan y alentándolas.
Gracias a ellas, en efecto, se hace creíble la belleza del matrimonio
indisoluble y fiel para siempre. En la familia, «que se podría llamar Iglesia
doméstica» (Lumen Gentium, 11),
madura la primera experiencia eclesial de la comunión entre personas, en la que
se refleja, por gracia, el misterio de la Santa Trinidad. «Aquí se aprende la
paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso
reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de
la propia vida» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1657). En esto la
Santa Familia de Nazaret es el modelo admirable, en cuya escuela «se comprende
la necesidad de tener una disciplina espiritual, si se quiere seguir la
doctrina del Evangelio y llegar a ser discípulos de Cristo» (Pablo VI, Discurso en Nazaret, 5
de enero de 1964). El Evangelio de la
familia, alimenta también estas semillas que todavía esperan madurar, y tiene
que hacerse cargo de los árboles que han perdido vitalidad y necesitan que no
se les descuide.
24. La Iglesia,
maestra segura y madre atenta, aunque reconozca que para los bautizados no hay
otro vínculo nupcial que no sea el sacramental, y que toda ruptura de éste va
contra la voluntad de Dios, también es consciente de la fragilidad de muchos de
sus hijos, a los que les cuesta el camino de la fe. «Por lo tanto, sin
disminuir el valor del ideal evangélico, hay que acompañar con misericordia y
paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van
construyendo día a día. Un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede
ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre
sus días sin enfrentar importantes dificultades. A todos debe llegar el
consuelo y el estímulo del amor salvífico de Dios, que obra misteriosamente en
cada persona, más allá de sus defectos y caídas» (Evangelii Gaudium, 44).
25. Respecto a un
enfoque pastoral dirigido a las personas que han contraído matrimonio civil,
que son divorciados y vueltos a casar, o que simplemente conviven, compete a la
Iglesia revelarles la divina pedagogía de la gracia en sus vidas y ayudarles a
alcanzar la plenitud del designio que Dios tiene para ellos. Siguiendo la
mirada de Cristo, cuya luz alumbra a todo hombre (cfr. Jn 1,9; Gaudium et Spes, 22) la Iglesia mira con
amor a quienes participan en su vida de modo incompleto, reconociendo que la
gracia de Dios también obra en sus vidas, dándoles la valentía para hacer el
bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y estar al servicio de la
comunidad en la que viven y trabajan.
26. La Iglesia ve con
preocupación la desconfianza de tantos jóvenes hacia el compromiso conyugal,
sufre por la precipitación con la que tantos fieles deciden poner fin al
vínculo asumido, instaurando otro. Estos fieles, que forman parte de la
Iglesia, necesitan una atención pastoral misericordiosa y alentadora,
distinguiendo adecuadamente las situaciones. Es preciso alentar a los jóvenes
bautizados a no dudar ante la riqueza que el sacramento del matrimonio procura
a sus proyectos de amor, con la fuerza del sostén que reciben de la gracia de
Cristo y de la posibilidad de participar plenamente en la vida de la Iglesia”.
En fin hermanos, dejemos que Dios nos vuelva a
decir frente a tantos dramas que padecen el matrimonio y la familia: “¡Consuelen, consuelen a mi pueblo!” (Is 40,1). “La hierba se
seca, la flor se marchita, pero mi Palabra permanece para siempre” (Is 40,8).
“Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta
con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin
temor, di a las ciudades de Judá: ¡Aquí está tu Dios! Ya llega el Señor con
poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y
su recompensa lo precede. Como un pastor, Él apacienta su rebaño, lo reúne con
su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han
dado a luz” (Is 40,9-11).
Y,
por medio de Pedro: “Ya que todas las cosas se desintegrarán, ¡qué santa y
piadosa debe ser la conducta de ustedes, esperando y acelerando la venida del
Día del Señor!... pues esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde
habitará la justicia. Por eso, queridos hermanos, mientras esperan esto,
procuren vivir de tal manera que él los encuentre en paz, sin mancha ni
reproche” (2 Pe 3,11-14).
Y, por último, le pidamos a la Madre
del Cielo que lo dicho por Juan Bautista acerca de Jesús lo tomemos muy en
serio, pues Ella misma no se cansa de repetirnos y en encuentros anuales como
éstos: “Hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5), a saber: “Detrás de mi vendrá el
que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies
para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con
agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo” (Mc 1,7-8) ¡Así sea!
¡¡¡Nuestra Madre del Valle!!!
¡¡¡Ruega por nosotros!!!