Con un importante marco de
fieles y peregrinos, que van llegando hasta el Santuario Mariano, el martes 2
de diciembre, durante la misa central de las 21.00, rindieron homenaje a la
Virgen del Valle el ámbito del Deporte estatal provincial, municipal, clubes, círculos,
federaciones, asociaciones automovilísticas, Club Autos de Epoca, Cámara de Comercio,
Sindicato de Comercio y Centro de Empleados de Comercio. Estuvieron presentes el
Secretario de Estado de Deporte de la provincia, Prof. Maximiliano Brumec, la Secretaria
de Cultura, Deporte y Recreación de la Municipalidad de la Capital, Prof.
Mónica Sastre, entre otras autoridades.
Numerosos niños de equipos
de fútbol con sus uniformes, niñas de hockey y jóvenes de rugby, ciclistas ingresaron
al templo antes de la celebración con pancartas distintivas, para decirle
presente a la Madre Morena. Los alumbrantes proclamaron la Palabra de Dios y acercaron
las ofrendas hasta el altar.
En
el inicio de su homilía, el Obispo destacó que “en este cuarto día de la novena
en honor a nuestra Madre del Valle hemos puesto nuestra atención en la alegría
que debería producir en lo profundo del corazón el Evangelio, es decir, el
hecho de haber conocido y vivir de acuerdo a las enseñanzas y los ejemplos de
vida que nos proporciona Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, muerto y
resucitado, en orden a la salvación de la especie humana”.
En
orden a ello, dijo que “los textos de la Palabra de Dios proclamados nos
invitan a reflexionar acerca de cómo estamos viviendo nuestra fe y qué grado de
coherencia con los contenidos de la misma. Se nos propone averiguar si, en cada
uno de nosotros y en el tejido social se puede encontrar el fruto de la Alegría
por ser conocedores y beneficiarios directos del plan salvífico de Dios, y si,
cada uno, cada hogar, cada
institución civil y la sociedad toda, que está
conformada en su casi totalidad por fieles cristianos bautizados, orienta y
ordena su diario vivir y peregrinar sobre la certeza transformadora y
renovadora del Amor de Dios que se hizo visible y salvador en la Persona de
Jesucristo, estableciendo definitivamente un nuevo orden mundial a partir del
Misterio Pascual”.
Finalizada la Santa Misa se
invitó a la asamblea a acompañar al Señor Obispo hasta el Paseo de donde bendijo
las unidades móviles, piezas de colección pertenecientes al Club de Autos de
Epoca de Catamarca.
TEXTO
COMPLETO DE LA HOMILIA
Queridos
devotos y peregrinos:
En este cuarto día de la novena en honor a nuestra Madre del Valle hemos
puesto nuestra atención en la alegría que debería producir en lo profundo del
corazón el Evangelio, es decir, el hecho de haber conocido y vivir de acuerdo a
las enseñanzas y los ejemplos de vida que nos proporciona Jesucristo, el Hijo
de Dios encarnado, muerto y resucitado, en orden a la salvación de la especie
humana.
Antes de proseguir, doy la
bienvenida a los alumbrantes de esta celebración: hermanos que representan el
ámbito del Deporte, clubes, federaciones, asociaciones automovilísticas y los
que integran la cámara, sindicato y empleados de Comercio. Que la Madre de Dios
los proteja, guíe y acompañe en sus labores y bendiga sus hogares.
Los textos de la Palabra de Dios que
acaban de ser proclamados nos invitan a reflexionar acerca de cómo estamos
viviendo nuestra fe y qué grado de coherencia con los contenidos de la misma.
Se nos propone averiguar si, en cada uno de nosotros y en el tejido social se
puede encontrar el fruto de la Alegría por ser conocedores y beneficiarios
directos del plan salvífico de Dios, y si, cada uno, cada hogar, cada institución
civil y la sociedad toda, que está conformada en su casi totalidad por fieles
cristianos bautizados, orienta y ordena su diario vivir y peregrinar sobre la
certeza transformadora y renovadora del Amor de Dios que se hizo visible y
salvador en la Persona de Jesucristo, estableciendo definitivamente un nuevo
orden mundial a partir del Misterio Pascual.
Por medio del profeta Isaías, seis
siglos antes, Dios mismo anuncia su presencia recreadora en el mundo que la
efectuó como descendiente del querido rey David: “Saldrá una rama del tronco de Jesé (padre de David) y un retoño brotará de sus raíces” (Is 11,1)… Y, “aquel
día, la raíz de Jesé se erigirá como emblema para los pueblos: las naciones la
buscarán y la gloria será su morada” (Is 11,10).
¿Qué les parece,
podríamos afirmar, siquiera estimativamente, que los aquí presentes y el resto
de los catamarqueños tenemos la convicción y que obramos en consecuencia de
esta verdad predicha por Isaías de que en todo reconocemos, buscamos y servimos
a Jesucristo y de que Él es el inspirador y moderador de nuestras decisiones y
estilo de vida; más aún, de que Él es nuestra única gloria?
¿Aceptamos, con nuestra
razón y con nuestro corazón, que sobre Él “reposa el espíritu de sabiduría y de
inteligencia, el espíritu de consejo y de fortaleza, el espíritu de ciencia y
de piedad, y que lo inspira el santo temor del Señor” (cf. Is 11,2)? ¿Estamos convencidos que “Él no juzga por
apariencias ni decide por habladurías; que juzga con equidad a los débiles y
sentencia con rectitud a los pobres de país; que hiere al violento con la vara
de su boca y que hace morir al malvado con el soplo de sus labios, porque la
justicia y la verdad son el ceñidor de su cintura” (cf. Is 11,3-5)?
¿O, como dice el
salmista: “Él libra al pobre que suplica y al humilde que está desamparado. Él
tiene compasión del débil y del pobre, y salva la vida de los indigentes” (cf. Sal
71,12-13)?
Queridos hermanos, no
les quepan dudas que si esto fuera cierto, sería realidad la metáfora usada por
el profeta: “El lobo habitará con el
cordero y el leopardo se recostará junto al cabrito; el ternero y el cachorro
de león pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá, la vaca y la osa vivirán
en compañía, sus crías se recostarán juntas, y el león comerá paja lo mismo que
el buey. El niño de pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y en la cueva de
la víbora, meterá la mano el niño apenas destetado. No se hará daño ni estragos
en toda mi Montaña santa, porque el conocimiento del Señor llenará la tierra
como las aguas cubren el mar” (Is 11,6-9).
En efecto, amados hijos
de la Virgen del Valle, si de verdad cada uno de nosotros buscara tener una
auténtica experiencia del Misterio de Dios, Uno y Trino, del que es custodio y
testigo la Iglesia, a la que pertenecemos por el bautismo, nuestro modo de
vivir sería realmente cautivador y propiciador de unas relaciones fraternas,
leales, inclusivas, dignificantes y humanizantes. Y estaríamos cumpliendo con
el mandato de Jesús de ir por todo el mundo anunciando la presencia operante
del Reino de Dios y enseñando a vivir según sus santas leyes, sabio instrumento
de su pedagogía.
De esta manera,
cabríamos perfectamente en la oración de alabanza que Jesús, lleno del Espíritu
Santo elevó al Padre: “Te alabo, Padre,
Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a
los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has
querido. Todo me lo has dado Tú, Padre; y nadie sabe quién es tu Hijo, sino sólo
Tú, Padre; como nadie sabe quién eres Tú, Padre, sino Yo, tu Hijo y aquél a
quien Yo se lo quiera revelar” (Lc 10,21-22).
Por tanto, en esta
Santa Misa, los invito a que pidamos la gracia de internalizar esta enseñanza de
la Palabra de Dios, y que, de verdad y para el resto de nuestra vida, nos
produzca una inmensa alegría y paz saber que lo que Jesús dijo a los apóstoles,
lo pueda afirmar de nosotros: “¡Felices
los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes desearon
ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!”
(Lc 10,23-24). ¡Así sea!
¡¡¡Nuestra Señora del
Valle!!! ¡¡¡Ruega por nosotros!!!