En la sexta jornada
de la novena en honor a Nuestra Madre del Valle, el jueves 4 de diciembre a las
21.00, rindió su homenaje el ámbito estatal de la Cultura provincial, municipal
y privado, Sociedad Argentina de Escritores (SADE), Junta de Estudios
Históricos, SALAC, Damas Belgranianas, Instituto Sanmartiniano y de Cultura
Hispánica, y demás instituciones culturales y artísticas, bibliotecas públicas
y privadas.
La Santa Misa fue
presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por
los Pbros. José Antonio Díaz y Lucas
Segura, Rector y Capellán del Santuario Mariano, respectivamente, y Diego Manzaraz, Vicario Parroquial de Andalgalá.
En este día en que se reflexionó acerca de la de la
necesidad de una sólida formación doctrinal, filosófica, teológica, moral y
social de los laicos, a fin de poder comprender mejor su fe y su misión en el
mundo y en la Iglesia, el Obispo
manifestó que “quien tiene una sólida formación puede abrir las
puertas de su mente y su corazón a los demás sin temor y se mantendrá fiel a
Dios, más aún, será de gran ayuda para que también ellos accedan al reino de la
verdad, el amor, la libertad y la vida”.
Asimismo, enfatizó que “el que está bien formado
tiene un carácter firme, trabaja por la paz y confiará siempre en el Señor
porque tiene la certeza de que el Señor es la Roca segura e indestructible
sobre la que puede construir su vida”.
El valor de la formación
Mons. Urbanc instó a valorar la formación indicando
que “todo laico que menosprecia o minimiza su propia formación, es un insensato
que construye su vida y hace su camino de fe ‘sin ton ni son’ y es llevado por
cualquier viento de opiniones y ‘dimes y diretes’, haciendo de su existencia
algo volátil, insignificante, mezquino, absurdo y descomprometido”.
Los alumbrantes participaron en la proclamación de
la Palabra de Dios, las ofrendas y la guía de la celebración eucarística.
Antes de la bendición final, se leyeron dos estrofas de
los Loores a la Virgen del Valle, del poeta catamarqueño Juan Oscar Ponferrada,
y como cierre de este homenaje todos los fieles reunidos en el templo
catedralicio cantaron a la Morena
Virgen del Valle.
TEXTO
COMPLETO DE LA HOMILIA
Queridos devotos y peregrinos:
En este sexto día de la novena en honor a
nuestra Señora del Valle nos hemos propuesto reflexionar acerca de la de la
necesidad que tienen, ustedes los fieles laicos, de una sólida formación
doctrinal, filosófica, teológica, moral y social a fin de poder comprender
mejor su fe y su misión en el mundo y en
la Iglesia.
A
esta celebración han sido invitados a participar hermanos que se ocupan del
mundo de la cultura, tanto a nivel provincial y municipal como privado (SADE,
Junta de estudios históricos, SALAC, Damas Belgranianas, Instituto
Sanmartiniano, Cultura hispánica). También miembros de Bibliotecas públicas y
privadas. Bienvenidos, que la Virgen los guíe y proteja.
Volviendo
al tema propuesto, la Palabra de Dios que acabamos de escuchar nos da excelentes
razones para tomar en serio la necesaria formación que, ustedes, los fieles
laicos deben procurar para sus vidas a fin de que puedan valorar “que fueron
rescatados de la vana conducta heredada de sus padres, no con bienes
corruptibles, como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, el
Cordero sin mancha y sin defecto, predestinado antes de la creación del mundo y
manifestado en los últimos tiempos para bien de ustedes. Por él, ustedes creen
en Dios, que lo ha resucitado y lo ha glorificado, de manera que la fe y la
esperanza de ustedes estén puestas en Dios. Por su obediencia a la verdad,
ustedes se han purificado para amarse sinceramente como hermanos. Ámense
constantemente los unos a los otros con un corazón puro, como quienes han sido
engendrados de nuevo, no por un germen corruptible, sino incorruptible: la
Palabra de Dios, viva y eterna.
Porque toda carne es como hierba y toda su gloria como flor del campo:
la hierba se seca y su flor se marchita, pero la Palabra del Señor permanece
para siempre. Esta es la Palabra que les ha sido anunciada, la Buena Noticia” (1 Pe 1,18-25).
En
la primera lectura del profeta Isaías Dios nos asegura que si estamos
correctamente formados seremos como una ciudad amurallada, siendo Él mismo su Guardián
y Defensor (cf. 26,1).
Quien
tiene una sólida formación puede abrir las puertas de su mente y su corazón a
los demás sin temor y se mantendrá fiel a Dios, más aún, será de gran ayuda para
que también ellos accedan al reino de la verdad, el amor, la libertad y la vida
(cf. 26,2).
El
que está bien formado tiene un carácter firme, trabaja por la paz y confiará
siempre en el Señor porque tiene la certeza de que el Señor es la Roca segura e
indestructible sobre la que puede construir su vida (cf. 26,3-4).
De
allí que un tal laico tendrá la seguridad de poder proclamar a los cuatro
vientos y de orar como el salmista que, “es mejor refugiarse en el
Señor que fiarse de los hombres y que fiarse de los poderosos” (Sal 117,8-9).
El
texto del Evangelio no deja de ser menos severo cuando el mismo Jesús afirma
sin eufemismos: “No son los que me dicen:
«Señor, Señor», los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que
cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo” (Mt 7,21).
Existe
una evidencia matemática que lo menos no puede dar lo más, o dicho de otra
manera: ‘nadie da lo que no tiene’, que si bien es tan evidente, la inmensa
mayoría de los mortales hace caso omiso a esta verdad tan contundente… Y esto
está en la base de la formación. Es decir que, si uno quiere educar a otro,
previamente debe haberse preparado para poder servir de ayuda a otro.
Así
es como podemos entender la parábola de Jesús en el Evangelio, cuando dice que
“todo el que escucha las palabras que
acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que
edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes,
soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero ésta no se derrumbó porque
estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no
las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre
arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos
y sacudieron la casa: ésta se derrumbó, y su ruina fue grande” (Mt 7,24-27).
Todo
laico que menosprecia o minimiza su propia formación, es un insensato que
construye su vida y hace su camino de fe ‘sin ton ni son’ y es llevado por
cualquier viento de opiniones y ‘dimes y diretes’, haciendo de su existencia
algo volátil, insignificante, mezquino, absurdo y descomprometido.
Por
tanto, le pidamos a la Virgen María que nos conceda a todos valorar la propia
vida, para que podamos valorar y cuidar la de los demás, especialmente la de
los niños, adolescentes y jóvenes, a los que tenemos el deber de hacerles
valorar la importancia de la formación por medio del ejemplo y de creíbles
argumentos a fin de que no malogren su vida. ¡Así sea!
¡¡¡Nuestra Madre del Valle!!!
¡¡¡Ruega por nosotros!!!