En la noche del viernes 5 de
diciembre, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la misa de cierre
del Año de la Niñez y Adolescencia, en el marco de las festividades en honor a
Nuestra Madre del Valle. La misa fue concelebrada por los Pbros. José Antonio
Díaz, Rector del Santuario Mariano; Santiago Granillo, Responsable Diocesano de
la Pastoral de la Niñez; Sergio Chumbita, Director Diocesano de Misiones; Lucas
Segura, Capellán de la Catedral Basílica, y Martin Melo, Vicario Parroquial de
Belén.
El Paseo de la Fe se vio
colmado de familias con niños y adolescentes, especialmente miembros de la
Pastoral de la Niñez, quienes participaron de los distintos momentos de la
celebración, leyendo las lecturas bíblicas y acercando las ofrendas al altar.
Durante
su homilía, antes de adentrarse en la reflexión de los texto sagrados, Mons. Urbanc se refirió a este año dedicado de
manera preferencial a los niños y adolescentes
expresando que “hoy se han hecho presente niños y
adolescentes, junto a papás y mamás u otros adultos que los acompañan, para dar
gracias a Dios por este hermoso y bastante provechoso año pastoral que les
hemos dedicado como Iglesia diocesana y, por cierto, con una buena participación
de organizaciones civiles y gubernamentales. Gracias a todos los que se
pusieron al hombro la tarea y bienvenidos, queridos niños y adolescentes; el
Señor y la Virgen del Valle los sigan cuidando, iluminando y guiando por el
camino del bien, la verdad, el amor y la paz, por medio de la cercanía, el
ejemplo y las enseñanzas de sus padres, tutores, catequistas, sacerdotes y
maestros”.
Asimismo,
destacó la labor de la Pastoral de la Niñez en este 2014, indicando que “es un
deber de gratitud y reconocimiento destacar todo cuanto hizo la Pastoral de la
Niñez de nuestra Diócesis para llevar adelante lo realizado y seguirlo haciendo
con más entusiasmo y eficiencia en lo sucesivo, ya que esta tarea jamás termina,
sino que presenta exigencias y creatividad mayores”.
Presentación
de las propuestas del Congreso sobre Niñez y Adolescencia
Luego del canto a la Virgen,
el Pbro. Granillo tomó la palabra para agradecer al Obispo la confianza
depositada en él y a todos los que sintieron el llamado de Jesús a servirlo en
los más pequeños. Invitó a todos los niños a subir al escenario rodeando la Imagen
de la Madre del Valle para elevarle una oración.
A continuación invitó a
representantes de los grupos que trabajaron en la preparación y
concreción del
Congreso sobre Niñez y Adolescencia, llevado a cabo en el mes de septiembre,
para entregar las propuestas de acción al Obispo y a cada ámbito de trabajo.
Los niños homenajearon a la
Virgen con sus voces. Uno de ellos interpretó una canción y luego el coro Santa
Teresita del Niño Jesús, perteneciente al Colegio del Carmen y San José,
quienes guiaron el canto litúrgico de la misa, interpretaron el Himno de la Pastoral
de la Niñez junto a personajes infantiles
del grupo Fantasías Kids.
Para finalizar la
celebración eucarística, el Señor Obispo impartió la bendición y todos los
presentes despidieron a la Madre del Valle con mucha emoción.
TEXTO
COMPLETO DE LA HOMILIA
Queridos
niños, adolescentes, devotos y peregrinos:
En este séptimo día de la novena en honor
a nuestra Madre del Valle se nos ha propuesto tomar conciencia que la presencia de los laicos en la sociedad y en la Iglesia debe ser luminosa y señera, puesto que son la sal y luz del mundo (Mt, 5,13-16). Esta imagen como la de la levadura nos irá acompañando a lo largo de todo este año entrante dedicado a ustedes. ¡Cómo nos cuesta internalizar estas atinadas comparaciones hecha por Jesús para que vivamos a conciencia nuestro compromiso cristiano!
a nuestra Madre del Valle se nos ha propuesto tomar conciencia que la presencia de los laicos en la sociedad y en la Iglesia debe ser luminosa y señera, puesto que son la sal y luz del mundo (Mt, 5,13-16). Esta imagen como la de la levadura nos irá acompañando a lo largo de todo este año entrante dedicado a ustedes. ¡Cómo nos cuesta internalizar estas atinadas comparaciones hecha por Jesús para que vivamos a conciencia nuestro compromiso cristiano!
Pero hoy se han hecho presente niños
y adolescentes, junto a papás y mamás u otros adultos que los acompañan, para
dar gracias a Dios por este hermoso y bastante provechoso año pastoral que les
hemos dedicado como Iglesia diocesana y, por cierto, con una buena participación
de organizaciones civiles y gubernamentales. Gracias a todos los que se
pusieron al hombro la tarea y bienvenidos, queridos niños y adolescentes; el
Señor y la Virgen del Valle los sigan cuidando, iluminando y guiando por el
camino del bien, la verdad, el amor y la paz, por medio de la cercanía, el
ejemplo y las enseñanzas de sus padres, tutores, catequistas, sacerdotes y
maestros.
Es un deber de gratitud y
reconocimiento destacar todo cuanto hizo la Pastoral de la Niñez de nuestra
Diócesis para llevar adelante lo realizado y seguirlo haciendo con más
entusiasmo y eficiencia en lo sucesivo, ya que esta tarea jamás termina, sino
que presenta exigencias y creatividad mayores.
Acabamos de escuchar la Palabra de
Dios. Espero que ustedes, niños y adolescentes, la hayan escuchado con atención
y entendido, puesto que les viene muy bien para el presente y el futuro.
También, ustedes los adultos deben meditarla en su corazón para ser coherentes
con su mensaje.
¿Qué les parece? ¿Podríamos decir que
pronto nuestra Iglesia catamarqueña se volverá un vergel y que devendrá en lo
sucesivo en un bosque donde podamos encontrar toda clase de virtudes humanas y
cristianas que engalanen y sean la impronta de nuestra sociedad? (cf. Is 29,17).
¿Podríamos afirmar que, fruto de
nuestro coherente vivir la fe recibida en el bautismo, hemos logrado que muchos
sordos por su indiferencia están oyendo la Palabra de Dios y viven de acuerdo a
ella? ¿Y que nuestros niños y adolescentes están libres de la tiniebla y la
oscuridad que producen la impiedad, la apatía y la falta de testimonio de sus
mayores? (cf. Is 29,18).
¿Tenemos la tranquilidad de conciencia
de que los más indigentes, los que habitan la periferias físicas y
existenciales y los excluidos han sido amados por ustedes y hoy se pueden
alegrar en el Señor? (cf. Is 29,19).
¿Nos hemos empeñado por erradicar de
nuestro corazón todo tipo de prepotencias, insolencias, malas intenciones y
maldades con las cuales hemos cooperado para que se condene al inocente y se
tiendan trampas para hacer caer al justo; habiendo tomado conciencia que estas
tropelías recaen destructiva e irreparablemente sobre los niños y adolescentes?
(cf. Is 29,20-21).
Ante esta macabra y desesperanzadora
realidad, el profeta Isaías, en nombre del Dios fiel y misericordioso, invita
al pueblo a ver lo que Él hace a favor de su pueblo, como nosotros deberíamos
reconocer lo que la Virgen, nuestra celestial protectora hace a favor de
nuestras familias y la sociedad toda, para que proclamemos el Santo Nombre de
Dios y le amemos de verdad, de manera que los que viven extraviados lleguen a
reconocerlo y los testarudos acepten sus sabias y reconfortantes enseñanzas (cf.
Is 29,22-24).
¡Cómo no esmerarnos en
vivir con alegre coherencia para que nuestros niños y adolescentes digan con
convicción “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el
baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré?... y lo único que quiero es vivir en
la Casa del Señor todos los días de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo”! (cf. Sal 26,1.4).
Considero que, quien
más, quien menos, reconocemos ceguera en nuestra vida y por eso hemos venido
hoy aquí a pedirle a Jesús que queremos
ver. E igual que a los ciegos que lo siguieron hasta su casa, nos pregunta: «¿Creen
que yo puedo hacer lo que me piden?» (Mt 9,28).
Ahora bien, ¿tenemos
intención de que Jesús nos cure la ceguera del corazón, su dureza, su
obstinación en la mediocridad, su apatía y falta de compromiso, la falta de
valoración de la amistad que Él nos brinda, etc., para ser sanados y vivir como
hombres y mujeres nuevos que se comprometen en cambiar el mundo según los
criterios del Evangelio? ¿Queremos, en verdad, que Jesús nos abra los ojos y
que difundamos su amor y fidelidad por todas partes y a todas las personas, sin
miedo, recelos y componendas? (cf. Mt 9,30).
Le pidamos a nuestra
Bendita Madre del Valle, que nos guíe siempre a Jesús para que nos cure, porque
nos reconocemos ciegos que decimos ver, lo que nos lleva a una vida de engaños,
falacias y desatinos con los que malogramos la vida y los sueños de nuestros
niños y adolescentes, de modo que, con alegre esperanza, nos aboquemos a
convertirnos a Él de corazón.
¡¡¡Nuestra Madre del
Valle!!! ¡¡¡Ruega por nosotros!!!